Los peores presagios se han cumplido: la extrema derecha ha entrado con fuerza en el Parlamento de Andalucía. Vox ha obtenido 12 escaños en las elecciones que han tenido lugar este domingo 2 de diciembre. El alto respaldo obtenido en la autonomía que a priori le era sociológicamente más adversa sitúa a los ultras en una posición óptima para seguir creciendo y consolidar su presencia en el conjunto del Estado.

A lo largo de la última semana, la dirección del partido ya confiaba en obtener un buen resultado. Eran cuatro los factores que llevaban a Vox a ser optimistas respecto al resultado en las urnas: el efecto Vistalegre (desde que en octubre llenó su mitin en Madrid consiguió situarse como un actor político de primer nivel), la mala imagen del PP en Andalucía (Juanma Moreno no ha conectado con la ciudadanía y la renovación del partido con Pablo Casado al frente no ha ilusionado a la ciudadanía), la errática campaña electoral de Ciudadanos (que en apenas unos meses ha pasado de ser el socio responsable del PSOE en la Junta de Andalucía a abrir la puerta a pactar con la extrema derecha) y la pérdida del miedo del electorado de derechas a no recurrir al voto útil (dando de antemano las elecciones por perdidas y asumiendo que el PSOE sería el partido más votado).

En campaña, Vox ha conseguido llenar todos sus mítines, tensionar a su electorado como ningún otro partido e irrumpir en el conjunto de la sociedad con un peligroso discurso que pone el acento en la inmigración (pidiendo cerrar las fronteras), en la unidad nacional (abogando por desmantelar la Junta de Andalucía), o en el discurso de género (denunciando una supuesta criminalización hacía el varón heterosexual).

Fuentes del partido reconocen a ElPlural.com que su resultado electoral no hubiera sido posible si Ciudadanos y PP no hubieran “legitimado” previamente su presencia y discurso. “Cayeron en la trampa. Al no negarse públicamente a pactar con nosotros y situarnos con sus declaraciones como un partido más, haciendo suyo además parte de nuestro discurso en materia de inmigración, el electorado entendió que no había problema en cambiar su sentido de voto porque votar a Vox era una opción tan valida para conseguir una mayoría de derechas como votar a Ciudadanos o al PP”.

Ahora, su resultado en las elecciones andaluzas profundiza la fragmentación de la derecha, cuestiona el liderazgo de Pablo Casado y finiquita el deseo de Ciudadanos de liderar la oposición al bloque político conformado por el Partido Socialista y Podemos.

Euforia en Vox 

Desde que a las 20 horas cerraron los colegios electorales, el ámbiente en el céntrico hotel sevillano elegido por Vox para seguir la campaña electoral era de euforia. Desde el principio repetían que iba a ser una jornada histórica. Con su irrupción, la extrema derecha pone fin a casi 40 años de socialismo en Andalucía. 

"Hemos venido para quedarnos", aseguraban sus dirigentes a los periodistas. "Andalucía es solo el comienzo", reiteraban.