'España en crisis: Balance de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero', es lo que anuncia, una aproximación multidisciplinar al legado del expresidente de 2008 a 2011. Abarca todo su espectro político, pero la economía, como no podía ser de otra manera, ocupa un lugar prominente: la mayor crisis global del capitalismo desde 1929 coincidió en España en el estallido de la burbuja inmobilaria.

Tres tipos de legado
El libro, de varios autores, está editado por Tirant lo Blanch y compilado por los politólogos de la UNED César Colino y Ramón Cotarelo. Colino explica que tras el análisis se pueden establecer tres "tipos de herencia" de Zapatero: los problemas que gestionó con relativo éxito (como la extensión de derechos civiles o avances democráticos visibles en la ley de Memoria Histórica o en la gestión de RTVE) y que ahora se ven amenazados, los ambiguos (la imposibilidad de cambiar el modelo económico de la burbuja inmobiliaria o los controvertidos retoques al estado autonómico) y los proyectos varados (no se produjeron cambios en el poder judicial o en los privilegios de la Iglesia).

Los giros en la gestión de la crisis
Pero obviamente la crisis marca el análisis de la legislatura, y en este sentido el libro apunta a tres fases en su gestión: el de la negación, el de las respuestas mediante políticas neokeynesianas que se acordaron sucesivamente hasta en tres cumbres del G20 -todos los países de la UE tuvieron su equivalente al criticado plan E español que junto a las deducciones fiscales costaron a España cerca de cinco puntos de déficit- y por el último el giro neoliberal impuesto por Bruselas y que se mantiene.

De la desregulación neoliberal a la responsabilidad autonómica
El periodista Antonio Papell, durante la presentación del libro, recordó las políticas neoliberales y desregulatorias que venían desde hace casi tres décadas y que provocaron la crisis financiera, y recordó que en España además se produjo el estallido de una burbuja inmobiliaria que ya preocupaba con los mandatos de Aznar pero frente a la que no se actuó, siendo insuficientes con las legislaturas de Zapatero los cambios en la ley del suelo que aprobó el PP y facilitó la especulación. ¿Culpables? Papell ve más responsables a Rato o a Solbes que a Aznar o a Zapatero, que al fin y al cabo no eran expertos en economía, aunque lamenta cómo no hubo asesores a su alrededor que les abrieran los ojos. Apuntó asimismo sobre otro de los lastres del país, como la deuda de las Comunidades Autonómicas, que la responsabilidad no puede atribuirse sin más al expresidente Zapatero o ahora a Rajoy. Muchos de los gobiernos que cometieron excesos en sus regiones siguen cosechando victorias holgadas en las urnas.

Un modelo productivo viciado
"Culpables somos todos", llegó a apuntar el otro coautor del libro, Cotarelo, a la hora de advertir de los males en el modelo productivo del país, en los que señaló directamente a un empresariado ligado como en el franquismo a las concesiones públicas, incapaz de apostar por la innovación o a nada que no sean grandes márgenes de beneficios rápidos. El politólogo repasó la trayectoria del expresidente, desde su llegada al poder enarbolando los derechos sociales hasta cuando añadió el empleo a sus promesas para luego "caerle encima la crisis", que recibió con una "disonancia cognitiva" al no ver su magnitud. Cotarelo incidió en la falta de soberanía con la que España ha tenido que gestionar la crisis, aunque advirtió de que si Alemania manda también es la que paga en mayor medida la UE. "Lo haya hecho mejor o peor, ha tenido que ser una sensación muy amarga para Zapatero no tener soberanía sobre la economía -como Grecia, Irlanda o Italia no tienen soberanía sobre su economía- ya que tiene su pundonor y sus convicciones".

Varias incógnitas sobre la mesa
El debate de la presentación dejó sobre la mesa otro punto clave de la herencia de Zapatero: el futuro del PSOE, con una renovación de liderazgo que ha devuelto a la primera línea a Alfredo Pérez Rubalcaba, un miembro una generación mayor que el saliente. La socialdemocracia de vuelta al poder en Francia represenenta esperanzas para el partido y el centro-izquierda europeo en general, mientras que los problemas de los partidos tradicionales en un país tan castigado como Grecia en sus recién celebradas elecciones abren numerosas incógnitas.