El fenómeno Vox es incalculable. Ningún analista político se atreve a decir abiertamente cuál es el techo de la extrema derecha en España. Si hace un tiempo el pensamiento ultra era cosa de nuestros países vecinos, a los que mirábamos con escepticismo e incredulidad, los de Abascal han emergido recalando el voto de una sociedad crítica con la clase política que nos ha representado estos últimos años.

El tirón social es palpable en cada uno de los mítines que la formación concede. Si bien rechaza de facto contestar a las preguntas de los medios críticos con su gestión, Abascal abraza al posible votante en cada uno de los actos celebrados a lo largo y ancho del país.

Hoy Palencia y ayer Córdoba. Da igual, la orografía española se llena de banderas de España y ciudadanos agolpados cada vez que Vox visita su ciudad. Escenarios que muchos partidos como el Partido Popular no se atreven a asumir, por miedo a un pinchazo y a que la foto salga vacía, son abarrotados por las hordas de apoyos de los ultras.

Vistalegre fue el pistoletazo de salida, y la estampa se repite en cada uno de sus cortejos. Nada importan las noticias que golpeen a la eficiencia del núcleo duro de los verdes, se resarcen cargando hacia adelante, aguerridos y fieros en el mensaje, sin tapujos ni escrúpulos. 

Con sus habituales salidas de tono se han convertido en el ojo del huracán mediático. Su forma de proceder, incendiaria a la par que reaccionaria, consigue que se cumpla su propósito. Al son de lo marcado por Steve Bannon -asesor de Donald Trump y creador de The Movement- en Vox saben que lo importante es generar debate: si es positivo o negativo es lo de menos.

Y en ello se esfuerzan. Una infoxicación constante a la que someten a los medios de comunicación que, hartos de tener que desmentir las cifras que dan los encabezados por Abascal, se debaten entre seguir informando o cerrar el grifo a fin de evitar una exposición aún más notoria.

Pero la evidencia desmonta cualquier tipo de premisa. La ciudadanía respalda a Vox, y su fórmula funciona. Colas a las puertas de sus actos para escuchar hablar a sus líderes que, eufóricos, no dudan en presentarse como la opción de los valientes y la única que puede garantizar la unidad de España y sus símbolos patrios.

Hoy, en Palencia, lo han vuelto a hacer. Y todo ello en el mismo recinto donde, tal y como ha podido conocer ElPlural.com, hace una escasa semana Pablo Casado no se atrevió a realizar un mitin por miedo a un pinchazo.