Daniel Lacalle es un economista liberal ortodoxo para el cual el modelo de éxito económico es acercarse lo más posible a la inexistencia del Estado en la política económica, es decir que busca acercarnos más a Somalia que a Suecia. Algo que no parecio ser un impedimento para aceptar de Cristina Cifuentes la misión de aprovechar el Bréxit para traerse la City londinense a la Comunidad de Madrid. Una misión respaldada por 180.000 euros salidos de las arcas públicas y que ha acabado siendo un sonoro fracaso

A pesar de su discutible eficacia, la ortodoxia de Lacalle es especialmente atractiva para el sector más conservador del PP, que añora los tiempos en los que a los ricos se les dejaba ser ricos, sin molestos impuestos o derechos laborales. Así que se daba por hecho que el economista, columnista y fallido cebo para los bancos británicos, formase parte del núcleo del "nuevo PP" de Pablo Casado. No ha sido así. 

Adelantado por un "sorayista"

Alberto Nadal, exsecretario de Estado de Presupuestos y Gastos del Gobierno del PP, es el elegido para el área ecónomica de Génova, mientras que Lacalle se ha quedado tan cerca del puesto como de la City de Londres. Nadal, a diferencia del tertuliano, es experto en el funcionamiento del sector público español y de la elaboración de las cuentas estatales, mientras que Lacalle es experto opinador y partidario de eliminar gran cantidad de impuestos y de "estimular" al sector privado para que se haga cargo de competencias públicas (como las pensiones), aunque no se le conoce más experiencia con el dinero público que perseguir en vano a las finanzas británicas. 

Y mientras Lacalle presume de ser amigo personal de Casado, Nadal apoyó explicitamente a su adversaria en las primarias, la expresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. ¿A qué se deberá esta exclusión del rubicundo economista? ¿Mano invisible del mercado o intolerable keynesianismo  de última hora por parte de Casado? Citando a Rodrigo Rato: "es el mercado, amigos".