''Era la demostración de que tenías un pie en la legalidad y otro en la ilegalidad. Que vivías de prestado. Si te querían dar una paliza o aplicar la Ley de Peligrosidad Social te la aplicaban. Si te permitían vivir, vivías'', reflexiona Carla Antonelli, activista por los derechos LGTBI+.

En una entrevista a ElPlural.com, la política hace referencia al amargo ''recuerdo'' que ha publicado este jueves en su perfil oficial de Twitter. Una portada del Diario de Las Palmas del año 1977 en la que se le catalogaba de ''travesti politizado''.

''El reportaje no tiene desperdicio. Nos ponía de hormonados, exhibicionistas, poco menos que de enfermos... Fueron a cubrir un espectáculo en la sala de fiestas donde trabajaba y yo al periodista lo único que le dije en toda la noche es que habría que votar por el PSOE. Al final el pie de foto era 'Carla, travesti politizado que vota al PSOE' '', explica Antonelli.

El más radical de la época era un 'niñato meapilas' al lado de Abascal

Una regresión

A pesar de que la publicación es de hace 44 años, el colectivo está más que nunca en el foco de la actualidad. Para la socialista hay una clara regresión: ''La percepción entonces era de rara avis. Ahora hemos padecido durante el ultimo año cómo se ha convertido en una cuestión de Estado. Es alucinante. Se dan pasos hacia delante, como con la Ley Trans, pero también de retroceso''.

A la pregunta de por qué cree que han crecido los ataques homófobos y tránsfobos, Antonelli apunta a que ''es producto directo de la tensión que vivimos a nivel global''. ''Cuando se produce un ahogamiento social, se ponen a buscar chivos expiatorios que siempre hemos sido los mismos. Desde los judíos y los gitanos hasta la población LGTBI'', sostiene.

''Hay una involución en el cartel de la película de Almodóvar, en el de Zahara... de pronto nos hemos puesto una sotana y a rezar el rosario. Gente que fue progresista, de pronto te recuerdan a El Cuento de la Criada. Está pasando que si no pegas un grito más alto que los demás no eres nada ni nadie. Te tienes que convertir en un ultra radical'', comenta.

Antonelli señala directamente a la ultraderecha. ''Polonia, Hungría... Todo son discursos de odio y son armas que las carga el diablo. Tanta culpa tiene quien te asesina al grito de 'maricón' como quien induce a las personas a ese pensamiento. Desde las instituciones también se están dando estas ideas y una parte de la sociedad se siente respaldada en esa agresividad'', subraya.

La importancia de la educación

Para la política, el punto de inflexión se tiene que dar con la normalización. ''El cambio social ha sido evidente pero aspiramos al día en que no sea necesario que las personas trans se tengan que visibilizar. Tampoco hay ningún contrato que exija a nadie a que por serlo lo tenga que hacer, pero si no hubiera sido así nada se estaría escribiendo como se hace ahora''. 

''Queda rehacer este camino de pasos para atrás que hemos dado y la principal herramienta es la pedagogía. La educación y la formación en el respeto a la diversidad y las diferencias para tener una sociedad donde todos tengamos cabida. Eso pasa por la enseñanza, que las niñas y niños crezcan respetando las diferencias de los demás'', defiende Antonelli.

La diputada hace mención de todos aquellos que van en contra del avance. ''Siempre que se habla de nuevas leyes educativas -como pasó con Zapatero y Educación a la Ciudadanía- a quien siempre se ha sustentado de la discriminación no le interesa este cambio porque se les acaban los verdaderos chiringuitos''.

Un cambio no muy positivo

Antonelli reflexiona sobre la vuelta atrás. ''En los 80 -cuando salimos del tardofranquismo- había un espíritu de hambre de libertad y un sentimiento de más respeto, aunque parezca paradójico. Entonces nos jugábamos la democracia con un golpe de Estado. Ahora hay un caldo social que se ha contaminado por los discursos de odio de algunas fuerzas políticas'', sentencia.

Por eso pone el foco en Vox. ''Uno de los referentes de aquella época era Blas Piñar, un aprendiz al lado de Abascal y Monasterio. El más radical de la época era un 'niñato meapilas' al lado de los que tenemos ahora, que van al nivel de infiltrarse e invadir todas las instituciones con un pensamiento único, fascista y retrógrado que pretende involucionar'', zanja.