Ciudadanos aspira a ser el partido predilecto de la derecha. Apenas un puñado de votos (menos de un 1% del total) los separó de ganar el pulso al Partido Popular. Ese fue el objetivo desde el principio de la campaña, vetando al PSOE nada más arrancar el contador y erigiéndose como socio de los populares.

La hoja de ruta, clara. Nada con la izquierda y decantar el tablero junto a Casado y, si hiciese falta, Abascal. Andalucía marcó el camino a los naranjas, que, ávidos en el análisis de resultados, modelaron su idiosincrasia para asestar el golpe definitivo a Génova 13. El fichaje del díscolo Ángel Garrido sobre la bocina, sumando a su incorporación todos los secretos acumulados a lo largo de su prolífica trayectoria en el seno azul, fue la enésima demostración de fuerza de una estructura que empieza a relamerse los labios ante la inminencia de un sorpasso en importantes plazas el próximo 26 de mayo.

A pesar de ello, la cantidad de opciones a elegir en las urnas hacen de estos comicios, al igual que en las generales del 28 de abril, que sumar fuerzas con otros partidos sea tan clave, o más, que conseguir auparse al primer puesto. Ciudadanos no tiene prisa, pero tampoco echa el freno.

Su política de pactos ha sido muy criticada en su corta trayectoria en las alturas. Dijo que no pactaría con Susana Díaz en Andalucía, tampoco lo haría con el PP en Madrid, por nada del mundo se sentaría a la mesa con Pedro Sánchez ni con Mariano Rajoy. Papel mojado. Cuatro de cuatro. Sin embargo, el cordón sanitario actual parece que sí se cumplirá.

Inés Arrimadas, mano derecha de Albert Rivera y persona llamada a obtener el trono en años venideros, ha repetido el mensaje: Sánchez no es una opción. Ahora bien, saber si es una cuestión personal o estructural es la clave. Según la flamante diputada naranja, el cerco puede abrirse a aquellos que se muestren disconformes con la praxis y las cesiones de su líder. El 26 de mayo Ciudadanos está llamado a tener un protagonismo aún mayor del cosechado tiempo atrás. La victoria no se descarta, y si hay que sumar a fuerzas socialistas, que sean “disidentes”.

La sintonía del partido dirigido por Albert Rivera con algunos dirigentes territoriales socialistas es evidente. Al actual presidente del Gobierno no le resultó nada sencillo auparse por encima de los detractores. Y es precisamente este núcleo, esquivo en los últimos envites, en quien Ciudadanos se fija: Emiliano García Page en Castilla La Mancha, Javier Lambán en Aragón y Guillermo Fernández Vara en Extremadura.

Tres tenores defenestrados de la toma de mando en la estructura central. Críticos con la gestión del actual secretario general, habría que preguntarles si aquello de “con Rivera, no”, entonado por las personas agolpadas a las puertas del feudo socialista, casa con ellos. Arrimadas, por ahora, les tiende la mano. Eso sí, pasando por caja y mostrándose, aún más, en contra de su propio líder.