Este sábado 1 de junio se cumple un año desde que Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno gracias a la moción de censura que comandó contra Mariano Rajoy con motivo de la demoledora sentencia de la trama Gürtel relativa a la primera etapa. 365 días que han volteado el tablero político de tal manera que las actuales placas tectónicas nada tienen que ver con las de hace 12 meses. Una derecha que parecía invencible tornó en una Hidra de Lerna de tres cabezas (PP, Ciudadanos y Vox) tras la dimisión de Rajoy. Pablo Casado venció a Soraya Sáenz de Santamaría y encabezó una reforma de los cimientos de un partido que recuperó el ala más dura del aznarismo. Coincidiendo en el tiempo, y casi en forma, Vox irrumpe en la escena mediática y logra 12 escaños en el Parlamento de Andalucía. Y Albert Rivera, pupilo de José María Aznar, decidió emprender el camino hacia las tesis de la ultraderecha. Con pudor, sí, pero con paso firme. Todo ha desembocado en una derecha que se ha precipitado por el barranco y la correlación de fuerzas ha cambiado por complerto. Desde ElPlural.com recordamos cómo fue la jornada que cambió por completo el devenir de la política española.

Dos motivos para beber

Los acontecimientos atropellaron la realidad. En apenas una semana se produjeron una serie de sucesos que solo con el prisma del tiempo podrá evaluar su trascendencia. El entonces presidente del Gobierno celebraba la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) gracias al apoyo de última hora del PNV. Esto le daba otros dos años de oxígeno. Match point salvado. Un motivo para beber. De hecho, lo hizo, tal y como relatan las crónicas del momento.

24 horas le duró la alegría. El 25 de mayo la Audiencia Nacional hizo pública la sentencia del caso Gürtel que, además de condenar a Luis Bárcenas, Francisco Correa y compañía, concedió el dudoso honor al PP de ser el primer partido político en la historia de la democracia española en ser condenado como entidad jurídica en un caso de corrupción.  Concretamente, fue condenado a título lucrativo por haberse beneficiado de un total de 245.492 euros con 80 céntimos.

A Pedro Sánchez el anuncio le pilla prácticamente saliendo por la puerta de la Cadena SER. El secretario general del PSOE se quedó a desayunar con varios periodistas a quienes explicaba que tenía planificado viajar este viernes. Aún no sabía que su fin de semana discurriría por otros derroteros bien distintos.

El líder socialista reunió de inmediato a su guardia pretoriana: Adriana Lastra, Juanma Serrano, Alfonso Gómez de Celis y Santos Cerdán. La sentencia fue minuciosamente estudiada por Margarita Robles y José Luis Ábalos seguía los acontecimientos desde Copenhague. Ante la inacción del PP deciden dar la estocada.

Sánchez anunció el registro de una moción de censura. Pablo Iglesias no tardó en prestarle sus escaños. Mucho más reticente fue Albert Rivera. Con Ciudadanos al alza y un PP recién condenado, el líder naranja optaba por la convocaría inmediata de elecciones, pero no arrancó dicho compromiso a Sánchez, por lo que abogaba por el 'no'.

La llave la tenían los partidos independentistas y los nacionalistas vascos. Carles Puigdemont era partidario de la abstención, y así se posicionó Quim Torra. Pero los diputados del PDeCat en el Congreso le convencieron para decantarse por el ‘sí’. En la misma tónica se movieron en ERC. Faltaba por convencer el PNV.

Los vascos se vieron presionados por la decisión de los grupos catalanes, pues se quedarían solos con Rajoy. Muchos fueron los movimientos entre bambalinas y el desenlace es de sobra conocido: Aitor Esteban anunció desde la tribuna de oradores que votarían a favor de la moción. Rajoy ya no estaba en el hemiciclo. En su lugar, el bolso de Soraya Sáenz de Santamaría

El expresidente del Gobierno se fue a un conocido restaurante de Madrid -Arahy- a ahogar las penas junto a sus fieles. Allí conoció que su etapa como presidente había llegado a su fin. Otro motivo para beber, aunque bien distinto, pues del jolgorio de los Presupuestos pasó al funeral de la moción. Y bebió. Salió descolocado, casi desorientado, tal y como puede verse en el vídeo. Y es que, ocho horas en un restaurante dan para mucho.

Un día histórico plagado de emociones

Probablemente en los últimos años se ha utilizado en demasiadas ocasiones el calificativo de “histórico”, pero es que aquel día pasará realmente a los anales de la historia. Es la primera moción de censura en la historia de la democracia española que prospera.

Las emociones estaban a flor de piel. Se podía identificar el grupo parlamentario al que pertenecía el diputado solo por la expresión de su cara.

Se podía palpar una inquietud que cada hora que pasaba tornaba en nerviosismo en los parlamentarios del PP; una calma tensa de quien se dice que todo va a salir bien en el PSOE; la preocupación de Ciudadanos, consciente de que la votación le retrataría; y la seguridad confusa de Podemos, que parecían ser los únicos que ya conocían el desenlace de antemano.

Las paredes del Congreso tienen ojos y oídos, y cuestiones de calado se suelen filtrar. Pero no en esta ocasión. El desconcierto era tal que había periodistas y políticos que recurrían a los vascos por el simple hecho de serlo para preguntarles sobre qué iba a hacer el PNV.

Como no se conocía el guion de la obra que estábamos presenciando todo era posible. Uno de los detalles que mejor ejemplifica esto ocurrió cuando Sánchez, que inició su discurso sin saber si prosperaría su moción, hizo un guiño al PNV. Se comprometió a mantener los Presupuestos pactados con los populares. Recuerdo que ese momento me pilló junto a una de las personas de confianza de Pablo Iglesias, quien me dijo: “A mí desde luego me ha sorprendido. No me lo esperaba y no sé si Pablo lo sabía”.

Rajoy llegó a la sesión del jueves con dos horas y media de retraso. Incluso hubo periodistas que ironizaron: “¿Estará de resaca?”. Ocho horas de sobremesa pesan a cualquiera.

El aún presidente del Gobierno hizo acto de presencia para poco más que felicitar a Sánchez “en vista de que la votación saldrá adelante”. Ana Pastor dio por concluida la sesión y los aplausos que la bancada popular dedicó a Rajoy interrumpieron los abrazos de socialistas y morados. Un auténtico cóctel de sensaciones y emociones.

Me resultó especialmente llamativas las lágrimas de desconsuelo de Belén Hoyo, que abandonó el hemiciclo a toda prisa y visiblemente afligida. A día de hoy Hoyo es una de las mujeres fuertes de Pablo Casado.

Cómo cambian las cosas en 365 días.