Este miércoles se hacía oficial. Juan Manuel Moreno Bonilla contaba con los votos suficientes para convertirse en el próximo presidente de la Junta de Andalucía. De este modo, se constataba que el Partido Popular logrará acabar con 36 años de gobiernos socialistas. Sin embargo, y para su desesperación, los populares no han sido capaces de acaparar la atención mediática que requiere un hito de tales características ni tampoco situarse en el centro de la escena política.

Y es que desde el pasado 2 de diciembre, todas las miradas están puestas en Vox, la formación de extrema derecha que desde su irrupción en el Parlamento andaluz ha traído de cabeza a Ciudadanos y Partido Popular tras tensar hasta el extremo las negociaciones para la formación del nuevo Ejecutivo.

1. Agenda
 

Gracias a Andalucía, durante las últimas seis semanas, el partido ultra que lidera Santiago Abascal ha fijado en la agenda pública temas que hasta ahora no formaban parte del debate público de nuestro país, pero que siempre estuvieron en su ADN ideológico como son la eliminación de ley de contra la violencia de género o la supresión de las autonomías.

2. Trampa


Con su voto favorable, el PP logra la presidencia de la Junta de Andalucía, pero desde Vox están seguros que ha calado el mensaje entre la ciudadanía de que quien manda en la Junta no es el Partido Popular sino sus 12 diputados, claves y necesarios para aprobar cualquier medida y propuesta en Andalucía (PP y Ciudadanos suman 47 diputados, frente a los 51 que alcanzan PSOE y Adelante Andalucía).

Por su parte, Ciudadanos obtiene la presidencia del Parlamento (es la segunda institución por orden de relevancia de Andalucía). Además, su candidato Juan Marín se hace con la vicepresidencia de la Junta y su partido obtiene un buen número de consejerías en la región con mayor población en España, que cuenta con un presupuesto de 34.800 millones de euros y tiene la mayor plantilla del país con más de 260.000 empleados directos.

Es decir, Ciudadanos se hace con buena parte del botín. Pero arrebatar la joya de la corona de la izquierda, gobernada desde la transición por el Partido Socialista, tiene trampa: la posición centrista de Ciudadanos ha saltado por los aires. El partido de Albert Rivera ha renunciado a buena parte de su electorado que se sitúa en posiciones progresistas, moderadas y obviamente muy alejadas del ideario ultra de la formación de Santiago Abascal.

Conscientes de su debilidad, desde Vox recalcan por activa y por pasiva que son indispensables en Andalucía y desmienten a Rivera, evidenciando con sus declaraciones y sus actos que sí existe un pacto de las derechas.

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3. ’El golpe final’

En este contexto, Vox jugará en los próximos meses a hacerse notar en el Parlamento de Andalucía, intentará incomodar por igual a Partido Popular y Ciudadanos con sus propuestas, haciendo aflorar además las contradicciones de las formaciones de Pablo Casado y Albert Rivera. Desde el partido confían en que esta estrategia les siga otorgando un gran rédito electoral.

Además, los de Abascal pretenden dar el ‘golpe final’ al tablero electoral gracias al juicio del ‘proces’, que comenzará a principios del mes de febrero. Posiblemente, es el procedimiento judicial más importante de la historia de España y en él, la única acusación particular la ejerce el partido de Santiago Abascal. Y no lo hace con un abogado cualquiera, sino con su número dos, Javier Ortega Smith, la persona que ha liderado las negociaciones de Gobierno en Andalucía.

Es evidente, por tanto, la proyección mediática que obtendrá el secretario general de Vox, pidiendo desde el Supremo a la Fiscalía, con todas las televisiones, periódicos y radios pendientes, firmeza ante los “golpistas” catalanes.