Dudas despejadas. El exministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, ha comparecido desde el Congreso para “defender” su “honor personal” y reputación como diputado “hasta las últimas consecuencias” y ante la militancia y las siglas de su partido, el PSOE. El ex número tres socialista ha desplegado una andanada de misiles con dirección a Ferraz, a quienes les afea haber sucumbido a la “cacería” de la derecha al haberles entregado su pieza como tributo. Asimismo, ha justificado su no renuncia porque se interpretaría “como un signo de culpabilidad”.

Ferraz le lanzó un ultimátum y Ábalos ha recogido el guante. No renunciará a su acta de diputado. Así lo ha anunciado el propio exministro en su esperada comparecencia ante los medios de comunicación desde el Congreso. La expectación estaba por las nubes y su declaración -de poco más de media hora- no ha dejado a nadie indiferente. El que fuera número tres del PSOE repele la “responsabilidad política” que le atribuye la Ejecutiva federal en el caso Koldo, que investiga presuntas mordidas en la compra de mascarillas durante la pandemia y que se ha saldado con la detención de su asistente de máxima confianza en la cartera de Fomento.

Ábalos se rebela y mantendrá su acta de diputado. Defenderá sus “ideales” desde el Grupo Mixto, plantando cara a la Ejecutiva Federal y compartiendo bancada con los cuatro parlamentarios de Podemos, BNG, UPN y Coalición Canaria. La defensa de su “honorabilidad” es la motivación que le ha llevado a no renunciar a su escaño, al entender que su marcha se hubiese interpretado como un “síntoma de culpabilidad”. El exministro consuma su salida del Grupo Socialista y afea a la dirección de su partido, donde ha militado toda su vida y donde siempre ha contado con “afecto y apoyo”, que le hayan dejado sólo en esta comparecencia.

En defensa de su “honor”

“Estoy decidido a defender mi honor personal y como diputado hasta las últimas consecuencias. Me hubiera gustado haberlo hecho respaldado por mi partido”, comenzaba el exministro socialista, quien recordaba su parte alícuota de responsabilidad en la “formación del Gobierno progresista” y en la cohesión de la militancia del PSOE en un periodo complejo para la formación del puño y la rosa. El que fuera número tres de Sánchez ha echado en falta una “reflexión” desde el “sosiego y la moderación”, alejada de la “cacería” en la que la derecha ha convertido el caso Koldo.

El PSOE, a su juicio, ha caído en la trampa de quienes no “luchan contra la corrupción”, sino que buscan el mínimo resquicio para “hacer caer un Gobierno”. “Es un error”, ha resumido. Por todo ello, ha recordado que su nombre ni tan siquiera aparece en el auto judicial. Tampoco figura como acusado ni forma parte de la investigación en curso. “No tengo por qué invocar el principio de presunción de inocencia”, ha argumentado, al tiempo que circunscribía su gestión a la consecución de “equipos de protección lo más rápido posible y aminorando costes y comisiones”.

La acción del exministro motivó la congelación del pago al proveedor hasta tener la mercancía a disposición: “Procuramos por tanto medidas de protección mucho antes que otros departamentos y a mucho mejor precio y pudimos incluso prestar a otras administraciones que no tenían estos equipos”. Ábalos ha hecho hincapié en el “ambiente de pesadumbre, impotencia y ansiedad” que se impuso en su departamento en aquella época, pues sólo querían “proteger a la gente”.

“Un apestado político”

El ahora diputado del Grupo Mixto afea que se ponga en cuestión a otros funcionarios que “fiscalizaron doblemente” los procesos de contratación, como el Tribunal de Cuentas. Para Ábalos no existe “ninguna duda” de que la tramitación fue correcta, aunque el “presunto enriquecimiento ilícito” de su colaborador ha sido el principal “problema” de esta crisis. “Decepcionante y repudiable”, ha resumido el exministro en alusión a la actuación de su excolaborador, Koldo García Izaguirre. No obstante, confía en que será la Justicia la que “resuelva con las debidas garantías” las penas que le “correspondan”. “Los jueces tendrán toda la colaboración y cooperación por mi parte”, ha matizado.

Ábalos reflexiona sobre las “muchas varas de medir” que imperan en la política española. “No hay una ética compartida”, concluye el exministro, al tiempo que afea a quienes se aferran a la deontología para exigir su salida el método para reparar el daño a su “cancelación civil y a su sacrificio político”. Su renuncia, prosigue el ex número tres del PSOE, no se entendería como un acto heroico por las siglas de su partido, sino como una inmolación y la asunción de una “responsabilidad” que no está dispuesto a atribuirse.

Defenderá su limpieza hasta las últimas consecuencias, pese a saber lo que significa ser “un apestado político”, y lo hará desde la tribuna del Congreso de los Diputados, amparado en sus “valores” y sus “ideales”. Ante la ausencia de debate interno -“sosegado”- y la necesidad de restañar su “honor” como diputado y como “persona”, tramitar su adhesión al Grupo Mixto, algo que, según ha confesado, ha rematado antes de desfilar ante el enjambre de periodistas que esperaba en la sala de prensa de la Carrera de San Jerónimo.

El exministro ha redundado en que su adiós se ha valorado como una suerte de “tributo” que el PSOE –“mi partido”- rinde a la derecha. “Yo no puedo acabar mi carrera como un corrupto. Espero el final de esta partida viendo como muchos me miran a la cara. Nunca me hubiera imaginado fuera de estas siglas. Ser exigente con la corrupción no es actuar por espasmos al dictado de tus adversarios, sino siendo implacables ante los que se corrompen. Tengo que defenderme a todos los niveles y siento que me enfrento a todo el poder político de una parte y de otra”, ha rematado.

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