El año pasado recomendábamos en este mismo espacio Carter, la novela de Ted Lewis que fue adaptada al cine en tres ocasiones, siendo la más célebre la de Mike Hodges, protagonizada por un joven Michael Caine cuya imagen en dicha película se ha convertido en un icono. Un año después llegaría La ley de Carter, especie de precuela del mismo autor y tan disfrutable como la anterior. Y ahora los mismos editores nos traen el último libro que escribió Lewis, No solo morir (Sajalín Editores, 2018. Traducción de Damià Alou), en Inglaterra conocida como GBH, su título original, siglas de Grievous Bodily Harm, es decir, "Lesión física grave", tal y como nos explica su traductor en la página de inicio.

El narrador y protagonista de esta novela de género negro es George Fowler, un tipo duro que dirige una banda que, de manera ilegal, produce películas pornográficas y las distribuye por correo. GBH cuenta lo que ocurre desde el momento en que descubre que alguien, quizá uno de sus cobradores, le está sisando pasta y, por tanto, traicionando su confianza en él. Y lo que ocurre es que no va a detenerse hasta cazarlo, aunque para ello tenga que servirse de su sicario Mickey Brice para interrogar, torturar y a veces liquidar a quienes parezcan sospechosos o no quieran cantar.

Uno de los aspectos que más llaman la atención es que Fowler está casado con una mujer llamada Jean, quien a menudo toma decisiones o empuña un arma si tiene que hacerlo, o incluso se permite ser la torturadora durante un interrogatorio: y llama la atención porque, por lo general, en esta clase de narraciones la mujer del mafioso suele ser alguien que está al margen, utilizada sólo para servir cenas y ponerse joyas para lucirlas en los eventos de alto copete. Pero no es el caso de Jean.

Otra de las particularidades del libro es su estructura narrativa. En capítulos alternos, el narrador nos habla de su presente y de su pasado, hasta que ambos tiempos convergen en un punto donde comprendemos todo el meollo:

En los capítulos titulados "El mar" George Fowler nos desvela su presente: está solo en un bungalow, en la costa, y va machacando los días con rutinas y mucho alcohol; teme que le encuentren y le asesinen; y habla de una mujer que ya no está a su lado. La narrativa de estas partes aporta reflexiones, descripción de rutinas, el escenario de un lobo solitario que ve pasar los días y acaba conversando con camareros y con los miembros de una banda de música.

En los capítulos titulados "Londres" nuestro narrador está en esa ciudad, la de su pasado más reciente, cuando él y Jean y Mickey tratan de encontrar al traidor, y para ello deben tratar con bandas rivales y policías que aceptan sobornos. La narrativa, aquí, apuesta por los diálogos y por los múltiples encuentros que mantiene Fowler con su entorno. Si las partes del presente son más reflexivas, éstas apuestan por ambientes y pasajes más dinámicos, lo que confiere al conjunto un ritmo casi musical.

No solo morir es, probablemente, una de las mejores novelas del género que van a encontrar en las mesas de novedades: es áspera, cruel en numerosos capítulos, divertida porque Lewis sabía dominar el humor negro en los diálogos de los personajes, repleta de fulanos despiadados y de ambientes turbios donde los criminales saben que, en cualquier momento, podrían estar huyendo a otro país o sirviendo de aperitivo a los peces del Támesis. Me atrevería a decir que Ted Lewis, además de una influencia para bastantes autores del noir, es una clara inspiración para cineastas británicos del estilo de Guy Ritchie. No dejen pasar a este autor, y rueguen a sus editores que publiquen pronto su novela Plender