Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962), tiene a sus espaldas una larga trayectoria como escritora, avalada ahora con el Premio Planeta 2024 por la novela 'Victoria', un relato sobre la vida de Victoria Kiesler, una brillante matemática que sobrevive a duras penas en el Berlín ocupado de la posguerra para sacar adelante a su mermada familia, una hija pequeña y su hermana Rebecca. Trabaja cantando en un local nocturno y anhela con emigrar algún día a EEUU, para poder cumplir su particular sueño americano y salir del infierno en el que vive en su propio país. Hemos entrevistado a la autora, que nos recibe en un salón del hotel Intercontinental de Madrid, que fue considerado como una especie de sucursal de la cercana embajada de EEUU y cuenta la leyenda que un túnel secreto conectaba ambos edificios para que el embajador, si fuera necesario, pudiera ponerse a salvo. Allí se alojaron artistas como Frank Sinatra, Elizabeth Taylor, Gary Cooper, Sophia Loren y Ava Gardner, entre otros.
"No es una novela histórica", aclara, pero sí tiene una importante ambientación histórica. Entre los hechos reales que recoge en la novela tiene especial impacto la experimentación que se hizo en el estado de Alabama con unos 400 hombres que estaban contagiados de sífilis y a los que se utilizó como cobayas humanas. "Todos eran negros y pobres", puntualiza la autora y recuerda cómo tras el segundo juicio de Nuremberg, en el que se juzgó a los médicos que experimentaron con los judíos en los campos de exterminio, se aprobó un código internacional para proteger a las personas que participasen en cualquier ensayo clínico. "Esto no se aplicó a esos 400 hombres negros de Alabama. Hubo gente que lo intentó paralizar, pero siempre se les acalló hasta que en 1969 un funcionario pasó un informe de lo que se estaba haciendo a una periodista, que lo publicó en un periodo periódico local y después la noticia saltó a la portada de The New York Times", nos explica.
La novela tampoco es periodismo, enfatiza, pero hay mucho periodismo en ella. Uno de los personajes reales que aparece en 'Victoria' es Edward R. Murrow, el periodista de la CBS que se atrevió a desafiar al todopoderoso J. Edgar Hoover, el primer director del FBI, quien puso todos los recursos de la agencia para perseguir y eliminar a supuestos comunistas. Junto al senador Joseph R. McCarthy lideró toda una "caza de brujas", que es como ha pasado a la historia este oscuro episodio de la supuesta tierra de la libertad.
Entrevista completa a Paloma Sánchez-Garnica
PREGUNTA.- ¿Cuál es el germen de 'Victoria'?
R.- Al terminar 'Últimos días en Berlín', después de haberme concentrado en las consecuencias del nazismo, y el Holocausto, en la violación de los derechos fundamentales contra los judíos y contra todos los eslavos que se van encontrando hacia el este, me di cuenta de que al otro lado del Atlántico, en un país democrático, cuna de la libertad y de los derechos, había leyes que atentaban directamente contra los derechos fundamentales de una parte de la población, por su raza o por su ideología, por su pensamiento.
Ese fue el planteamiento, esos 15-16 años desde que termina la guerra hasta el momento en que se convierte en la guerra fría, cuando se hace física, con el cierre de las fronteras en la RDA y la construcción del muro. Siempre vemos la guerra fría con la visión del muro físico de Berlín y el cierre de la de la frontera. Pero, ¿cómo se vivía en ese Berlín sin muro, como se movían en esos diferentes sectores? Era una vida bastante normalizada y muchos querían salir de Berlín y marcharse a Estados Unidos para cumplir ese sueño americano, esa libertad y la búsqueda de la felicidad.
P.- Uno de los episodios que más me ha impactado porque no lo conocía, es la experimentación con personas negras.
R.- En el estado de Alabama, en una ciudad que se llama Tuskegee se hizo desde el año 1934, con autorización del gobierno de los Estados Unidos, un estudio para saber cómo se desarrollaba la sífilis en el organismo del ser humano. Lo hicieron con unos 400 hombres negros y pobres, no se les informó en ningún momento de que tenían sífilis y se les dijo que les iban a tratar de la mala sangre. Esto duró cuatro décadas.
Tras el segundo juicio de Nuremberg, en el que se juzgó a los médicos que hicieron experimentos con los judíos en los campos de concentración, salió el llamado Código de Nuremberg, en el que se daba por primera vez protección absoluta a los pacientes que entrasen en un ensayo clínico, se les tenía que, por supuesto, pedir su consentimiento e informar absolutamente de todo. Esto no se aplicó a esos 400 hombres negros de Alabama. Hubo gente que lo intentó paralizar, pero siempre se les acalló hasta que en 1969 un funcionario pasó un informe de lo que se estaba haciendo a una periodista, que lo publicó en un periodo periódico local y después la noticia saltó a la portada de 'The New York Times'. Se abrió la comisión de investigación en 1974 y se paralizó, pero hasta 1992 Clinton no pidió perdón a todos los supervivientes. A estos hombres se les utilizó como cobayas humanas y se les podía haber tratado.
Paloma Sánchez-Garnica, ganadora del Premio Planeta 2024 (Foto: Javier Ocaña / Planeta)
P.- ¿Crees que aprendemos de la historia?
R.- Es evidente que no. Muchas veces echamos la culpa al ciudadano de a pie, pero el poder también tiene responsabilidad en esto. Hablando de lo que ha sucedido en Estados Unidos, creo que el Partido Republicano tiene que hacer un análisis de qué es lo que ha fallado, en qué ha fallado a la sociedad americana para que se hayan echado otra vez en brazos de un hombre como Trump, porque ya no es el Partido Republicano, es Trump, cuyo mensaje ha seducido más que el del Partido Demócrata con Kamala Harris a la cabeza. ¿Qué es lo que ha fallado para que 5 millones más de personas estadounidenses hayan votado a Trump y otros 20 millones hayan dejado de votar?
No es una novela de periodistas, pero hay mucho periodismo en la novela
P.- En la novela tu protagonista consigue llegar a EEUU, pero el sueño americano la enfrenta a la segregación racial, la caza de brujas contra el comunismo... Ahí la desinformación jugó un importante papel.
R.- No es una novela de periodistas, pero hay mucho periodismo en la novela. El periodismo es fundamental para que una democracia sobreviva, pero también puede haber un lado oscuro del periodismo, este periodismo que alienta los bulos, que alienta las noticias sin contrastar, que señala, que filtra, que publica sin sin ser consciente de las consecuencias que tiene hacia personas que pueden resultar inocentes.
Y eso se vio en Estados Unidos con el tema de la caza de brujas, con el macartismo, esta delirante persecución que veía al comunismo como una amenaza a la nación, a la forma de vida de los norteamericanos, todo estaba plagado de comunistas que querían acabar no solamente con el modo de vida, sino que querían quedarse con sus casas, con sus coches, con sus pertenencias.
Este miedo, alentado por una parte del periodismo, provocó mucho dolor. El FBI se encargaba de filtrar expedientes totalmente arbitrarios que no tenían ningún contraste, llenos de falsedades. Y eso suponía señalar a una persona y excluirla: tenía problemas con su trabajo, con su familia y, a su vez, su familia también tenía problemas sociales. Exclusión en la cultura de la cancelación.
Pero hubo otra parte de la prensa que se enfrentó a ese poder arrollador que tenía en ese momento McCarthy y toda la parafernalia de la Comisión de Actividades Antiamericanas. Y lo consiguieron poco a poco parar y detener. Es el periodismo el que puede llegar a detener este. Este poder no, pero tiene que actuar y tiene que ser valiente, como lo fueron, por ejemplo, Edward R. Murrow.
P.- Aunque corto, este periodista tiene un papel importante en la novela de Victoria, ¿no?
R.- Es un personaje que da voz a que la injusticia se conozca. Hay un hecho de la novela que él difunde en uno de los programas que hizo en la televisión estadounidense, 'See it now'.
P.- Empiezas la novela con una cita precisamente de él.
R.- Sí, una nación de ovejas engendra un gobierno de lobos. Ahí se define todo, una sociedad de ovejas, una sociedad mal informada, una sociedad con miedo, una sociedad con pánico, que se convierta en un rebaño manipulable y fácilmente vulnerable, engendra un gobierno de lobos, que van a manejarla sin ninguna condición, sin ningún límite.
Los extremos tratan de anular al que no piensa como uno, no admiten argumentos ni la disidencia, nada que no sea su propio ideario, y eso es peligroso siempre
P.- No estamos en el Estados Unidos de la caza de brujas, pero aquí en España también se está atacando a determinadas opciones políticas por "comunistas", como si fuera el peor de los males. No hay diálogo de ideas ni argumentos, sólo se ataca y desprestigia al adversario político.
R.- El desprestigio del contrincante de uno y de otro lado es lo que tienen los extremos, que tiran tanto de la cuerda que al final se juntan entre ellos. Los extremos tratan de anular al que no piensa como uno, no admiten argumentos ni la disidencia, nada que no sea su propio ideario, y eso es peligroso siempre.
Vivimos en una democracia, que es un sistema imperfecto y complejo, pero es la única forma de la que podemos cambiar y transformar las cosas. Soy humanista y creo firmemente en la dignidad del ser humano, en su autonomía, en su libertad y, sobre todo, en su capacidad de transformar la historia y la sociedad. No lo veo tan negro.
Estamos en una cultura de cancelación, es cierto, derivada de este exceso de información que tenemos con las redes sociales, que puede provocar que la gente tenga miedo a opinar lo que realmente piensa, porque te pueden llegar a señalar y te pueden llegar a a machacar si eres un poco vulnerable.
Pero no estamos en esa situación de lo que fue esa persecución terrible con el macartismo. Entre otras cosas, porque tenía un poder importantísimo detrás que era el FBI, ya que MacCarthy por sí solo no hubiera podido hacer prácticamente nada. Ahí estaba Hoover, el director del del FBI, que era un anticomunista redomado desde el principio de los tiempos, en los años 20, y que utilizó su poder y sus tentáculos para manejar al senador y filtrar muchas veces información sin contrastar y sin ninguna validez.
P.- Incluso de lo inventaba.
R.- Sí, se lo inventaba totalmente.
Para luchar contra la desinformación y la manipulación debemos de evitar convertirnos en una sociedad de ovejas
P.- Aunque son dos situaciones diferentes, entonces y ahora hay mucha desinformación, mucha manipulación y se confunde el periodismo con lo que no es periodismo, también alentado por gente muy poderosa.
R.- Para luchar contra la desinformación y la manipulación debemos de evitar convertirnos en una sociedad de ovejas. Pero eso no pasa solamente ahora, ha pasado siempre con medios diferentes. Los nazis utilizaron la radio para poder entrar en todos los hogares de cada rincón de Alemania y volcar ahí su su ideario. Como contaba en 'Últimos días en Berlín', la sociedad alemana era muy vulnerable en esa época y por eso consiguieron envenenarles de esa manera. Convivían los judíos con los alemanes, con los arios, sin ningún problema, hasta que empezó el veneno. Pues esto ocurre ahora lo mismo con las redes sociales, es mucho más fácil recibir información y tomarla como buena, más si la melodía que oímos nos gusta, antes que tomar varias opciones, cribar y analizar la información. Este ejercicio hay que hacerlo y para eso tiene que estar preparada la sociedad, claro.
P.- 'Victoria' es el nombre de tu novela y de tu protagonista, pero es mucho más.
R.- Es la victoria de la justicia sobre la sinrazón, de la verdad sobre la insidia y de la dignidad sobre la infamia. Después de esa gran guerra, hubo una victoria por parte de unos, y la derrota de otros. Victoria, su hermana Rebeca y su hija Hedy forman parte de esa otra cara de la victoria, la de los derrotados, la de los civiles hambrientos que trataban de sobrevivir en un Berlín absolutamente mísero, destruido, ocupado y dividido por los vencedores, que no solamente se apropiaron del terreno y de las instituciones, sino también de las vidas de esos civiles. Durante mucho tiempo manejaron incluso las calorías que les tenían que dar para comer, les hicieron pagar las culpas de todo lo que había pasado en la guerra, a ellos, en su mayor parte civiles, mujeres, niños y ancianos.
Soy de una generación en la que en mi casa mis padres nunca hablaban de la guerra civil, jamás. La primera vez que oí hablar de la Guerra Civil fue a mi suegro con 17 años
P.- En 'Victoria' apenas se habla del nazismo, del exterminio judío, no está presente en la vida de la protagonista que junto a su hermana y su hija lucha por sobrevivir en ese Berlín ocupado.
R.- Yo soy de una generación en la que en mi casa mis padres nunca hablaban de la guerra civil, jamás. La primera vez que oí hablar de la Guerra Civil fue a mi suegro con 17 años. Los silencios después de esas catástrofes personales, sobre todo personales, además de materiales, son evidentes. Y los alemanes callaron, silenciaron. Especialmente las mujeres, con la tragedia que soportaron al final de la guerra, cuando pagaron con sus propios cuerpos la venganza del ejército ruso cuando entraron en Berlín, pero también de los norteamericanos, de los aliados. Ellas guardaron silencio porque lo que les tocaba era reconstruir, salir adelante, cerrar y olvidar ese pasado. Por eso no se hace referencia. Era muy doloroso volver otra vez a ese mundo
P.- También me ha llamado la atención esa manera de abordar la prostitución, algo muy presente en esa Alemania de la posguerra y que parece no afectar a las protagonistas.
R.- En uno de los libros que utilicé para documentarme leí que hubo una mujer que recibía en su casa a soldados norteamericanos, soviéticos, franceses e ingleses, con sus padres la habitación de al lado. Mientras ella se prostituía, ellos bajaban la cabeza y guardaban silencio porque después tendrían algo que comer, con qué calentarse o con que abrigarse. Es muy duro, pero era eso o morir. En este caso los principios, la justicia y la dignidad te los tienes que meter en el bolsillo.
Hedy Lamarr hizo los primeros estudios que luego se convirtieron en el wifi que tenemos hoy en día. Fue también actriz y protagonizó el primer desnudo que salió en cine
P.- ¿Qué vínculo tiene 'Victoria' con Hedy Lamarr?
R.- La niña se llama Hedy por ella, pero es la que inspiró historia al completo. Cuando me empecé a documentar cayó en mis manos la historia de Hedy Lamarr y me dejó fascinada. ¡Hay tantas Hedy Lamarr en el mundo! Fue la que hizo los primeros estudios que luego se convirtieron en el wifi que tenemos hoy en día. Fue también actriz y protagonizó el primer desnudo que salió en cine. La llamaban el animal más bello del mundo. Los hombres de su vida tampoco fueron muy adecuados para ella. Y luego, los Estados Unidos le robaron su investigación porque ella no supo ver las posibilidades de sus estudios y no los registró. Esos estudios sirvieron después para el desarrollo de lo que hoy en día es wifi..
A la protagonista no le pude cambiar el nombre porque tenía que ser Victoria, pero se lo puse a su hija. La madre tiene su fortaleza mental, es una mujer bella e inteligente en el mundo científico, de la física, y desarrolla un lenguaje cifrado que también se lo roban para atribuírselo a hombres, por supuesto. Esto ha pasado tanto a tantas mujeres, que es un poco un puntito más para decir 'ahí estaban las mujeres'.