El poeta cubano José Martí (1853-1895) recomendó tres experiencias vitales: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Eran otros tiempos y, posiblemente, la tercera cuestión había sido la más complicada de resolver. La llegada de la autoedición y redes como Amazon han revertido la situación. Se publican solo en nuestro país entre 70.000 y 90.000 títulos cada año. Podría decirse que cualquiera puede convertirse en escritor, pero dejar para la posteridad un texto de calidad es algo más complicado. David Remartínez lo sabe bien. Periodista, editor y autor de varios libros, conocedor de todos los eslabones de la cadena,  ha publicado Así se escribe un libro(Arpa), un manual para quienes quieren escribir su primer libro —de ficción o no—, pero también una mirada lúcida a un mundo lleno de mitos y sobreproducción.  "Escribir no es que sea lo de menos, pero si te pones directamente a hacerlo sin tener conocer cómo funciona esta industria, cuando acabes el manuscrito no va a funcionar, aunque sea bueno", sostiene.

Le hemos visto estos días en la Feria del Libro de Madrid, en la caseta de Arpa, explicando su libro a los visitantes y todo el catálogo de la editorial. "Lo que más ha atraído al público ha sido tener la oportunidad de que un editor pudiera explicarles cómo se hacen los libros, las dificultades que te encuentras en el camino y las decisiones tomadas", asegura. Este enfoque, que va más allá de la mera compra, además de ser muy agradable, añade, ha sido un aprendizaje enorme. "Estaba acostumbrado a asistir a la Feria como comprador y esta vez ha podido estar al otro lado". 

David Remartínez cree que escribir un libro está al alcance de cualquiera, sobre todo, si sabes qué teclas tocar y conoces cómo funciona este mercado. "Lo difícil no es publicar, lo difícil es que alguien te lea", asegura con contundencia en una entrevista para ElPlural. Si aun así, quieres seguir adelante, nos explica que lo primero que tienes que preguntarte es para qué quieres hacerlo, después qué puedes aportar que no se haya contado ya y la tercera quién va a leerlo. ‘Así se escribe un libro’ no es solo una guía práctica, es también una desmitificación del oficio y una advertencia sobre la industria editorial: “Hay una sobreproducción brutal. En España se publican entre 70.000 y 90.000 novedades al año. La media de ventas es de 400 ejemplares, aunque te autopubliques, no es fácil que alguien llegue a leer tu libro entre tanta oferta”.

No te exijas ser Virginia Woolf en el capítulo uno. Empieza siendo tú

Para Remartínez, la escritura empieza mucho antes de la primera frase. “Si planificas bien, te ahorras el calvario de los bloqueos, las crisis y la página en blanco. No hay que ser genial desde el principio”, dice. Su método propone dividir el proceso en capas: primero estructurar el contenido, después trabajar el estilo, y por último pulir. “No te exijas ser Virginia Woolf en el capítulo uno. Empieza siendo tú”.

 

Portada asi se escribe un libro david remartinez

Su método no es solo para escritores noveles: es también una herramienta para entender las reglas del juego. “Es fundamental saber a qué editorial vas a mandar tu manuscrito o si vas a autopublicarte. Eso hay que pensarlo desde el principio”, explica.

La autopublicación está mitificada. Si no pagas, desapareces. Hasta Amazon te cobra por mantenerte en el top ventas

Remartínez no ofrece fórmulas mágicas, pero sí una hoja de ruta que desactiva los tópicos más frecuentes. De esta manera, desmitifica la autoedición: "representa solo el 5% del dinero del sector y, si no pagas, desapareces, mucha gente no lo sabe, pero Amazon te cobra por mantenerte en el topo ventas”. Aunque reconoce que algunos de los grandes escritores actuales empezaron por esta vía, alerta sobre la baja calidad de muchas ediciones autoeditadas. "Si ya molesta una sola errata, imagina márgenes mal puestos o tipos de letra ilegibles”, sentencia.

El papel del editor, para él, sigue siendo clave: “Para el 95% de los autores, un editor es imprescindible. Si no puedes pagar uno, al menos busca cinco lectores de confianza, y que dos no compartan tus gustos”. En otras palabras, profesionalizar la escritura es un paso previo necesario para que el manuscrito tenga posibilidades.

A lo largo del libro también arremete contra algunos mecanismos del sector que considera tramposos o sobrevalorados. Por ejemplo, los concursos literarios, que rara vez son trampolines efectivos: “Sirven como ensayo de estilo o para ganar algún dinerillo, pero muchos están amañados. A veces gana la prima del concejal”. Asimismo, se muestra escéptico sobre los influencers literarios: muchas editoriales apuestan por caras conocidas, esperando que alguno de sus veinte títulos funcione, mientras abandonan los que no despegan en dos semanas. “Una persona puede ser muy ingeniosa en los 280 caracteres de Twitter, pero escribir 200 páginas buenas es otra cosa”.

En tiempos de publicaciones inmediatas y sobreoferta editorial, David Remartínez propone una pausa: escribir con método, editar con criterio y asumir que el verdadero reto no es publicar, sino ser leído.

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