Bióloga de formación, doctora en museología y directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes (Bilbao, 1971), lleva años tejiendo puentes entre ciencia, arte y pensamiento crítico desde diversos espacios culturales. Dedica su tiempo libre -no sin esfuerzo-, a escribir. Debutó en 2015 como novelista con 'Un gen fuera de la ley' (Turpial), que fue candidata al premio de creación literaria de la RAE 2016. Ahora vuelve a las librerías con 'Hemoglobina' (Roca Editorial), una sátira desbordante de ironía y humor sobre la sociedad en la que vivimos, donde los vampiros sedientos de sangre están normalizados y los adultos están empeñados en comportarse como niños. “Me apetecía explorar sobre cuestiones que observo en la sociedad en la que vivo, y muy particularmente, algunas características que tienen que ver con la infantilización de los adultos”, nos explica Fuentes en una entrevista.
PREGUNTA.- ¿Cómo te metes en este lío?
RESPUESTA.- Si te gusta escribir, escribes, no hay excusas para no hacerlo. El tiempo se sacas dejando de hacer otras cosas, aunque en ocasiones suponga un sacrificio personal. Yo hago auténticas jornadas laborales de escritura durante las vacaciones, madrugo más de lo que me gustaría y los fines de semana siempre saco ratos. Creo que la mayoría de los escritores de este país vivimos de otro trabajo. Yo, al menos, tengo la suerte de tener un trabajo del que disfruto mucho. Me siento muy privilegiada por ello.
P.- Trabajas en Caixaforum donde confluyen cultura y ciencia. Por otro lado tú eres bióloga de formación. ¿Por qué siempre separamos entre ciencias y letras?
R.- Sí, la tercera cultura, como defendía C.P. Snow, consiste precisamente en no separarlas e intentar buscar puntos de conciliación. Afortunadamente, cada vez son más las instituciones culturales que se están abriendo a abordar todo tipo de cuestiones por disciplinas cruzadas, invitando a aproximarse a la reflexión desde las humanidades, desde las artes y desde las ciencias. Este diálogo es muy necesario porque si no, las respuestas son muy solipsistas. Me atrevería a decir que incluso en el mundo de los negocios, el aporte de las Humanidades acabará siendo prácticamente imprescindible.
Yo soy una convencida de toda la vida, porque hice la carrera de Biología, pero el doctorado lo hice en Museología, que está en el campo de las Humanidades. Además, desarrollé un tema muy lingüístico: la utilización de las metáforas visuales en exposiciones de ciencias.
Yo soy una convencida de toda la vida, porque hice la carrera de Biología, pero el doctorado lo hice en Museología, que está en el campo de las Humanidades. Además, desarrollé un tema muy lingüístico: la utilización de las metáforas visuales en exposiciones de ciencias.
Esto no es ciencia ficción, ni distopía, ni un thriller en el sentido estricto de la palabra, otra cosa es que tenga un poquito de todo eso.
P.- Vamos a hablar de 'Hemoglobina', yo diría que es un cóctel explosivo. ¿Qué es para ti?
R.- Tiene mucho de mi manera de observar el mundo: tomar distancia científica y reír para no llorar. Me gusta que te haya sorprendido porque significa que algún punto de originalidad tiene y eso es muy satisfactorio para un autor. Podríamos hablar de la visión de un naturalista que observa la humanidad como un elemento más de la vida. Los humanos somos un poco especiales, pero no somos tan únicos.
Tanto 'Un gen fuera de la ley' como 'Hemoglobina' comparten ese punto de vista científico a la hora de analizar los comportamientos humanos. También comparten el humor la hora de retratar la vida cotidiana. Esto no es ciencia ficción, ni distopía, ni un thriller en el sentido estricto de la palabra, otra cosa es que el resultado tenga un poquito de todo eso.
P.- La novela transcurre en un ambiente urbano donde suceden o vemos cosas que son muy de nuestro día a día. A pesar de ello, dentro de esa normalidad, todo es muy distópico.
R.- Todo lo que les ocurre a los personajes son situaciones muchas veces disparatadas y absurdas, pero verosímiles para la historia que se cuenta. Más que distopía, yo hablaría de humor absurdo. Lo más distópico es la propia realidad que se describe. Las exageraciones sólo subrayan lo absurdo de la vida misma que nos hemos montado. Un ejemplo de ello son las obsesiones que tenemos con la alimentación, algo que ya nos parece muy normal. Si uno aleja la mirada y lo observa como ese naturalista que nos mira desde la distancia, se preguntará: ¿qué hace 'esta gente calculando el porcentaje de proteínas de cada cosa que se mete en la boca?'.
Los superalimentos no existen, existe la comida
P.- Los superalimentos son recurrentes a lo largo de la novela y en realidad no existen.
R.- Exactamente. Existe la comida. Es verdad que ahora mismo sabemos muchísimo más de nutrición que hace unos años y tenemos una seguridad alimentaria que es un lujo. Los nostálgicos de los tiempos pasados piensan que siempre antes todo era mejor y más sano, pero no es verdad. Ahora no tenemos brucelosis si no hacemos tonterías tomándonos la leche cruda sin hervir. Esta enfermedad, al igual que la listeriosis o el botulismo, antes eran mucho más frecuentes en nuestro entorno.
Por otra parte, tenemos al alcance muchos alimentos; algunos vienen de lugares muy lejanos y eso no es sostenible, ni práctico ni lógico porque no los necesitamos. Ahora parece que el único cereal interesante viene de 6.000 kilómetros más allá. Sabemos mucho de alimentación, tenemos una gran seguridad alimentaria, pero no nos basta. En eso no hemos cambiado mucho a lo largo de la historia. Seguimos esperando el secreto de la eterna juventud, un milagro que nos ayude a burlar la muerte. Parece que en la receta tiene que estar en algún sitio y en la alimentación también. Quizá por eso creemos encontrar un nuevo superalimento cada semana.
Sabemos lo que necesitamos comer, que no hay que abusar de determinadas cosas y que, cuanto menos procesada esté la comida, mejor. Pero, nuestro sistema digestivo no está preparado el pobre para atiborrarnos a semillas de chía cada mañana.
¿Cuánto tenemos de vampiros en el sentido de querer tener una vida eterna o vivir de alguna manera relegando responsabilidades en otros, chupando la sangre de los demás?
P.- Esta novela va de vampiros, que aparecen normalizados en la sociedad. ¿Nos hemos convertido en vampiros de nosotros mismos?
R.- Los vampiros andan por ahí, son muy útiles para la historia y nada terroríficos, porque, en realidad, pasan inadvertidos. Sobre todo, son una metáfora. El mito del vampiro es muy interesante y en 'Hemoglobina' está tratado con algo de misterio y bastante humor. ¿Cuánto tenemos todos de vampiros en el sentido de querer una vida eterna o vivir delegando responsabilidades en otros, chupando la sangre de los demás? La novela retrata determinados ambientes burgueses, pero, además, hay un aspecto fundamental que lo atraviesa y es el de la infantilización de la sociedad. Esa impulsividad y elogio de lo emocional, ese demandar a los otros de forma constante, y ese querer ser, si no eternos, al menos jóvenes durante toda la vida. La figura del vampiro resulta muy útil para el retrato social que pinta esta novela.
'Hemoglobina' es una caricatura hecha con palabras
P.- Los personajes de la novela, en general, son una especie de caricatura de sí mismos, especialmente los hombres.
R.- Los personajes, igual que las situaciones, resultan verosímiles, pero efectivamente son caricaturas de sí mismos, todos ellos, hombres y mujeres. Es una novela hiperbólica, parte de los recursos humorísticos tienen que ver con la exageración de características de los personajes o de situaciones que estos viven. Es una caricatura hecha con palabras, en lugar de con un lápiz.
P.- Hay un personaje femenino, la jefa de la protagonista, que da un perfil, en mi opinión, de mujer machista y con poder.
R.- Sí, es un personaje de lo más antipático: una persona con pocos escrúpulos que dirige una clínica de reproducción asistida sin hacerse ni un solo cuestionamiento ético, se conforma con que las cosas sean legales, posibles y lucrativas. Tienes razón en que es una mujer profundamente machista, pero sobre todo es alguien para quien la ética no tiene ningún interés. Lo único que le importa es que las cosas sean viables.
P.- ¿Ética y ciencia tienen que ir de la mano, indisolublemente?
R.- Sí, en todos los ámbitos, en el de la ciencia, en el de las decisiones políticas, empresariales... La legalidad no debe poner un velo a la verdadera reflexión ética.
P.- Aparte de los temas que hemos hablado se aborda la situación de la sanidad, los cuidados a los mayores, la inmigración, todos ellos temas importantes en la sociedad en la que vivimos.
R.- Todas ellas son cuestiones importantes, difícilmente eludibles si se pretende hacer un fresco de esta sociedad.
P.- A través de algunos personajes se aborda también la crianza de los niños y vemos situaciones muy ridículas.
R.- Sobre todo el papel que damos a los niños en una sociedad en la que los adultos queremos suplantarlos. ¿Qué les dejamos a ellos? En Hemoglobina encuentras algunos de esos niños a los que básicamente se les permite ejercer de muñecos recortables. Aquellos a los que podías cambiar la ropita de papel colgándola de un par de pestañas en los hombros.
Sinceramente, yo no busco nada más que escribir
P. ¿Qué buscas con esta novela?
R.- Sinceramente, yo no busco nada más que escribir. Me apetecía explorar algunas cuestiones que me llaman la atención de la sociedad en la que en la que vivo, y muy particularmente, el fenómeno de la infantilización de los adultos. Construyo un historia a partir de unos cuantos personajes y lo hago de una manera muy secuencial. No lo tengo todo planificado, ni siquiera todos los personajes que van apareciendo.
P.- ¿Qué has aprendido de la de esta novela?
R.- Sobre ciencia mucho, ha sido una excusa para actualizar algunos temas, ponerme las botas a leer artículos científicos y consultar con un montón de amigos y amigas científicas para poder encajar todo esto.
Me he querido preguntar sobre este individualismo exacerbado en el que vivimos, la responsabilidad de nuestros actos, el sentido común y los cuidados, entre otras cosas. Lo he abordado desde distintos puntos de vista, pero sobre todo he dedicado tiempo a pensar sobre qué nos está pasando como sociedad: ¿queremos ser eternos adolescentes, a pesar de lo incómoda de atravesar que es esa edad? Me sigue sorprendiendo lo socialmente aceptado que está el hecho de que los adultos tengan comportamientos infantiles.
P.- Dices que no planificas nada, que la trama va saliendo.
R.- Tengo una idea clara del tema, en este caso la infantilización de la sociedad, y un andamiaje, que cómo la ciencia va a explicar la existencia de una epidemia de vampirismo. En esta ocasión ya partía de algunos personajes que salían en 'Un gen fuera de la ley', como la protagonista, Celia, una genetista que nunca consigue dedicarse a lo que le gusta.
P.- ¿Con qué personaje te identificas más?
R.- Todos los personajes son mosaicos humanos y de mí puede haber algo en todos ellos, incluso en los más antipáticos, pero todos son personajes ficticios, construidos a partir de características de aquí y de allá, como quimeras o Frankensteins
P.- ¿Tienes intención de hacer una saga, tan de moda ahora?
R.- Cuando los lectores lleguen al final de la novela, que espero que lo hagan muchos, leerán algo que he querido hacer precisamente para forzarme a no continuar con la saga. Es decir, he dejado la posibilidad de que esto quede cerrado sin que esperemos más y, al mismo tiempo, que pueda continuar. Pero tengo ganas de cambiar de tercio. Lo que sí sé es que ciencia y humor estarán presentes en los próximos escritos.
P.- Es muy difícil hacer humor
R.- A mí me parece difícil no hacerlo.
P.- Salvando las distancias, me ha recordado un poco a la película de José Luis Cuerda, 'Amanece que no es poco'.
R.- ¿Te puedes creer que la primera novela la leyó José Luis Cuerda? Sí y me invitó a comer para decirme que le había gustado mucho y que veía una película. Me dijo: 'Mira, yo no me veo con muchas fuerzas, habría que buscar el dinero, pero tengo en la cabeza hasta los disparates que metería en ella'. Desgraciadamente, no llegué a saber cuales eran. Él presentó 'Un gen fuera de ley' en la Residencia de Estudiantes hace casi 10 años. Me honra que hagas esta comparación, porque yo admiro mucho la obra de Cuerda y, de hecho, hay un homenaje a 'Amanece que no es poco' en 'Hemoglobina'.