Tocar la cima en el Santiago Bernabéu está a la altura de muy pocos. Pero, claro, Duki no es cualquiera. El artista argentino se presentó en el templo madridista ante 65.000 personas, normalmente reservado para las hazañas futbolísticas, por todo lo alto. El 10 argentino jugaba de local y se encargó de que todas las almas presentes -sold out desde hace seis meses- fueran partícipes de una fiesta única. La música como terapia. La música como vehículo para cambiar el mundo. 

Miles de almas vibraron al unísono al ritmo del trap, entregadas a la energía arrolladora de Duki, el artista argentino que ha conquistado la escena urbana global. El Jordan de su generación. Con una capacidad llena a rebosar, el histórico estadio se convirtió en un templo de música y emoción, donde los seguidores del trap vivieron una noche que quedará grabada en sus memorias.

Desde temprano, las inmediaciones del Bernabéu se llenaron de fanáticos ansiosos, algunos de los cuales habían viajado desde diferentes rincones del país e incluso del extranjero. Las calles aledañas se vistieron de una peculiar amalgama de moda urbana y colores vibrantes, con seguidores luciendo prendas y accesorios alusivos al artista. La anticipación era palpable, y no es para menos: Duki ha sabido ganarse un lugar en el corazón de una generación que encuentra en sus letras un reflejo de sus propias vivencias y emociones. Después de tantos años yo no le diría suerte.

La música urbana y el trap son el nuevo rock. Con una puntualidad impecable, Duki no podía empezar su concierto con otro tema que no fuese Rockstar. En eso se ha convertido. El ‘Duko’ salió con un escenario montado en forma de nave espacial, una alusión al que será su nuevo disco: Ameri, un planeta que, según él, es un estado de ánimo que implica un viaje que “se hace con la cabeza en el cielo pero los pies en la tierra”.

Un diablo del siglo XXI

Ya no es una promesa del Quinto escalón que sueña con terminarse el tatuaje de la manga. Ahora es el jefe del trap y lleva hasta la cara tatuada. Un diablo del siglo XXI que llora en directo y habla del amor a los cuatro vientos. Un diablo que pregona la importancia de la salud mental. Un diablo libre. Porque solo desde la libertad puedes conseguir tener al Bernabéu a tus pies durante más de dos horas coreando más de 40 canciones. Un diablo arrepentido. Porque más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y, sobre todo, un diablo agradecido. A los fans, a su familia, a su madre Sandra, a sus guachos argentinos, a sus parceros latinos, a sus hermanos españoles. A todos. Porque esto no va de fama, esto va de lograrlo con los tuyos. Y Duki lo sabe mejor que nadie. De ahí que uno de los momentos más emotivos fuera la aparición en el escenario de YSY A y Neo Pistea, sus compañeros de Modo Diablo. Si hasta entonces el concierto era una fiesta, los tres, los jefes del sudoeste, se encargaron de llevarlo a otro nivel de pogo en pogo. Malas noticias para Ruido Bernabéu. La música y la fiesta han llegado a la capital para quedarse. 

A lo largo de la noche, Duki navegó por un repertorio que incluyó tanto sus grandes éxitos como temas nuevos, cada uno recibido con el mismo entusiasmo. Su habilidad para conectar con el público es evidente, creando un ambiente de camaradería que trasciende cualquier barrera cultural.  El concierto fue un verdadero despliegue de colaboraciones estelares, resaltando el espíritu de comunidad que define al trap. Uno de los momentos más emocionantes fue cuando Duki compartió el escenario con YSY A y Neo Pistea, sus inseparables compañeros de Modo Diablo. Juntos, encendieron el estadio con interpretaciones de No da más (solo con YSY A), Quavo, Trap.N.Export y Vuelta a la luna, mostrando una energía y camaradería que emocionaron al público. El apoteósico final llegó con la aparición de Bizarrap, quien desató la euforia con Bzrp Music Session 50 y Malbec, dejando al público en un estado de delirio. 

Además de estas colaboraciones, hubo actuaciones especialmente personales y sorpresas internacionales que hicieron de la noche algo único. Uno de los momentos más íntimos fue cuando Duki cantó junto a su pareja, Emilia. Su interpretación de Como si no importara culminó en un beso que hizo vibrar al estadio entero. Entre los featurings más destacados estuvieron Nicki Nicole en Ya me fui y el puertorriqueño Jhayco en "Rockstar 2.0", quienes sumaron un toque especial a la sección dedicada a Antes de Ameri. La diversidad se hizo presente con los argentinos Lucho SSJ y CRO, y el canario We$t Dubai, quienes aportaron frescura al show. El esperado reencuentro con Dano, a quien Duki admira profundamente, trajo una emotiva interpretación de Santo grial. Junto a J Rei, cerraron con el megaéxito Pininfarina, y finalmente, con Pintao, ondeando las banderas de Argentina y España mientras la pista estallaba en un inmenso pogo.

A medida que la última nota resonaba y las luces se apagaban, quedaba claro que esta noche en el Santiago Bernabéu no solo había sido un concierto, sino una celebración de la música urbana y del trap como nuevos estandartes de una generación. Duki, con su inquebrantable autenticidad y su conexión genuina con el público, demostró que ha trascendido de las calles de Buenos Aires a los escenarios más grandes del mundo sin perder su esencia. Este concierto no solo marcó un hito en su carrera, sino que también simbolizó la llegada de una nueva era en la música, donde las historias de vida y las experiencias compartidas son las verdaderas protagonistas.

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