Dellachaouen es una figura única en el underground español. Un diamante por pulir, que hace de puente entre la cultura árabe y la española. Una especie de comerciante de arte, de trovador. De nómada marroquí a quien la música le salvó la vida. Rehuye de la pureza pero la pureza no puede rehuir de él porque es algo inherente a sus creaciones. Dellachaouen mantiene un perfil bajo. Se encuentra entre las sombras y se aleja del foco. Una figura que crea intriga y ese secretismo le hace más valioso. Se aleja de la delincuencia y la calle y se acerca a la belleza. A la honra de un legado cultural propio. A las figuras artísticas de su tierra. De origen marroquí, la vida de Dellacahouen fluye entre dos continentes separados por el Estrecho de Gibraltar. Y él es un puente más en una historia milenaria de creadores que han intentado hacer de pegamento entre ambas tierras.

Empezó a hacer música con un móvil de 80 euros y unos cascos que se encontró en la calle. Dos años después, ha lanzado el álbum Joyitas de Prestao, un trabajo de estudio de obligatoria escucha. Aunque mide cada una de sus palabras y elige a la perfección qué decir y qué no, ElPlural.com ha mantenido una conversación con Dellachaouen.

Pregunta: Mantienes un perfil bajo y se sabe muy poco de ti.

Respuesta: Hay cosas de mi vida privada de las que no me gusta mucho hablar. 

P: Naciste en Chaouen. He visto en Google que se trata de un sitio precioso.

R: Es el paraíso. 

P: Me sonaba Chaouen por sus productos típicos.

R: Ya sé a que te refieres.

P: En España también hay un cantautor que ha utilizado tu tierra en su nombre artístico, Carlos Chaouen.

R: No tenía ni idea, fíjate. Lo escucharé.

P: ¿Cuál es tu historia?

R: Es la de muchos hijos de inmigrantes. Mi familia es de campo y cultivó almendras durante generaciones en un valle junto a Chaouen. Vengo de una madre muy especial, muy luchadora. Se vino con 14 años a España, cuando todavía vivía Franco. Llegó a hacer contrabando para poder ganar dinero. Luego volvió a Marruecos, donde nací. Hasta los cinco años estuve ahí. Después nos vinimos mi hermano y yo con ella a España. La mayor parte de mi vida he estado en Ceuta, ahí me hice fuerte. Luego Granada, Valencia, Bilbao…

P: ¿Cómo te has sentido por ser hijo de dos tierras?

R: Es duro cuando eres niño. En ese momento no entiendes las cosas. Llega a doler, de hecho. En España soy el moro y ahí el español. No te sientes mal solo por la gente, también por ti mismo. Ves que no eres igual a nadie. Al final eres un puente entre las dos culturas y de mayor acabas valorándolo. También tengo una visión del mundo diferente porque soy inmigrante pero nací allí. Recuerdo ir en burra a por agua y no teníamos luz en casa. Todo eso me ha hecho ser de una manera concreta y madurar pronto. Comprender el valor de las cosas y saber que lo que más vale es la gente y la familia. Ahora mismo pienso que ser como soy, es gloria bendita.

P: Empezaste a hacer música de forma bastante artesanal.

R: Tenía un móvil que me costó 80 eurillos, el cual amorticé hace bastante. Después me encontré unos cascos muy buenos. Fue el destino porque nunca había tenido la intención de cantar, más allá de hacerlo en el parque con los colegas. Pero estaba muy malito de la vida y empecé a cantar en serio. Y sin tener ni idea porque no estaba rodeado de nadie que se dedicara a ello. No sabía ni cómo grabar una canción. Me busqué las castañas, encontré una app para el móvil y palante. Para que veas la idea que tenía, empecé a subir las cosas para mis colegas en Instagram. Pero le empezó a molar a la gente, se hizo una bola y hasta aquí. Todo en dos años.

P: ¿Conservas el móvil y los cascos?

R: El móvil está muerto pero ahí sigue en la casa. Los casquillos siguen funcionando perfectamente.

P: Igual vale unos cuantos billetes en el futuro.

R: Esperemos que sí (ríe).

P: La inspiración flamenca es muy fuerte en tu música.

R: A mí es lo que de verdad me raja el alma. Me emociona. Recuerdo que mi madre me lo ponía de chico. También Raï, que es la música tradicional bereber, que no deja de ser otro palo del flamenco. Es así. 

P: Al final son sonidos puros que emanan de la tierra. Algo que has conseguido mantener tú en tu música. ¿Qué opinas de que se te asocie con el término ‘pureza’?

R: No estoy muy contento con esa definición pero es cosa de la gente. Se tiene un concepto algo extraño sobre lo puro. Tu eres puro para lo bueno y lo malo. La gente lo utiliza como un símil de eres muy bueno, pero yo solo soy una persona. Yo tengo mis contradicciones, también. La idealización me da mucho repelús.

P: En Joyitas de Prestao expresas todo esto que estamos hablando.

R: Noto que la música que hacen aquí los hijos del Magreb hablan de lo mismo. Entiendo que se hable de delincuencia porque existe y al final es una denuncia. Sin embargo, soy consciente de que mi tierra es de matemáticos filósofos y poetas y muchas veces se reniega de ello. Por eso he querido alejarme de la calle. Tú escuchas Joyitas de Prestao y es una historia que hacía falta contar. 

P: Haces unas colaboraciones muy potentes, también. En Aunque digan qué soy, te juntas con Sule B. En alguna ocasión, él me ha hablado de ti.

R: Qué bonito. Sule es una máquina. Ha sido muy importante en mi vida. La verdad es que he tenido mucha suerte porque he recibido mucho amor tanto la gente como los artistas. Sule me dijo que cantara con él, me metió a dormir en su casa y me dio de comer. 

P: Al final lo más radical en este mundo es portarte bien con el resto.

R: Si no, para qué estamos aquí.

P: Tienes cosas en común con Yung Beef. De hecho, colaboras con él en Maleza.

R: Me habló por Twitter y me dijo de hacer algo. Yo le escucho desde que soy un chavalillo. 

P: Es obvia también la comparación con Dellafuente.

R: Al principio me rallaba un poco todo eso. Ahora siento orgullo de que me comparen con él. Al final, la gente que me escucha se queda. Y si lo haces en profundidad, me conoces, me entiendes y ves las diferencias. Y eso que a Dellafuente le he escuchado muchísimo. Es un maestro. Igual que el propio Yung Beef o Soto Asa.

P: El nombre hace mucho.

R: Y eso que no tiene nada que ver. Le puse doble ‘l’ a De la Chaouen para que hubiera 12 letras.

P: Por toc, vamos.

R: Justo. Al principio iba a ser separado, pero quedaba larguísimo. Lo junté y era asimétrico. Con la 'll' solucionaba el problema. Mi paranoia, vamos.

P: También ha sido muy importantes Ben Yart y La Joyería. 

R: Fueron los primeros en ayudarme. Gracias a ellos, esto comenzó a rodar. Nada más conocerme me hicieron un bizum de 300 euros para que pudiera ir con ellos a grabar a Bilbao. Y me di cuenta en ese momento de lo puros que son. De hecho, he vivido con ellos durante un año mientras hacíamos el disco. 

P: ¿Te gustó Bilbao?

R: Espectacular. Es gente maravillosa. Hay mucho mito detrás. El norte es muy bonito y la gente es muy honesta. 

P: Habrás comido bien.

R: No había probado la tortilla de patata hasta que llegué a Bilbao. 

P: ¿Qué esperas a partir de ahora?

R: Suena a tópico y bienqueda pero te juro por mi madre que no necesito mucho. Solo busco un sueldito con el que vivir tranquilo y tener mis niñas. Hasta dónde llegué, he llegado. Todo depende de la gente.

P: Desde la independencia, además.

R: Se me han acercado multinacionales tochas, pero no me gusta eso. Sé que mucha gente busca esa oportunidad pero no quiero convertirme en un producto. No es para mí. 

P: Al final no hay nada como la libertad.

R: Para tener un jefe, me habría quedado de mozo de almacén. 

P: Hay ganas de verte en directo.

R: Anunciaré una gira en mi Instagram cuando tenga todo seguro. Ya está confirmado que estaré el 4 de mayo en Madrid por Sound Isidro.