Nahia Láiz es actriz, directora, escritora. Nacida en Bilbao en 1983, su trabajo lo hemos visto en teatro, cine y televisión. Se declara amante del cortometraje por “la potencia de lo breve para lanzar un mensaje como una flecha”. En ese formato viene cosechando éxitos con 'Los hijos', producción de la que es guionista, directora, productora y actriz principal. No conforme, ya prepara otro proyecto de corta duración, esta vez sobre los abusos sexuales en la infancia.

Nahia responde con la intensidad que requieren los grandes temas. La niñez, la mirada, las sensaciones, la realidad circular, el arte como vía de transformación son algunas de las necesidades que mueven a nuestra entrevistada.

Fotograma de Los hijos. (Foto: Oscar Díaz)Fotograma de Los hijos. (Foto: Oscar Díaz)

Edgar Borges: Actriz, escritora, directora, productora. ¿Te gusta ir más allá de las clasificaciones? 

Nahia Láiz: Bueno, no creo mucho en las clasificaciones en cuanto a lo que define a alguien. Nombrar las cosas es necesario para entendernos y ubicarnos en un lenguaje común, pero cada palabra siempre lleva implícita una definición personal. Al decir que soy actriz me he encontrado con múltiples miradas a mi alrededor. ¿Qué significa eso? Hay quien lo ve con admiración, curiosidad o normalidad, pero también me ha pasado que una persona dejó de saludarme durante muchísimos años porque al decir que iba a estudiar para ser actriz pensó que ya no se podría confiar nunca en mí.
Cada vez estoy más lejos de las definiciones binarias en todos los aspectos.

"Cada persona es algo mucho más infinito que una palabra"

La vida es otra cosa, cada persona es algo mucho más infinito que una palabra. Pero sí, siempre me gusta ir más allá de mis propios límites, se llamen como se llamen.

E.B: La imagen condicionada, la mirada que busca crear posibilidades. ¿Haces arte para cambiar tu perspectiva de la realidad? 

N.L: Siempre. Todo lo que hago es para cambiar mi perspectiva de la realidad y, por qué no, con la esperanza de cambiar la de otras personas. Cómo me relaciono con cada una de las áreas de mi vida – personal y profesional – va ligado a esa forma de sentido, cuestionarnos siempre para ser un poquito mejores el día de mañana o la próxima vez que nos enfrentemos a un reto. Si con mi trabajo o con una de mis decisiones personales, alguien (incluida yo) se siente interpelado y se plantea preguntas que no se había planteado antes, nuevas perspectivas, me doy por satisfecha. Lo que haga cada cual con las sensaciones o conclusiones a las que llegue ya forma parte de su libertad personal.

E.B: En tu propuesta artística hay un interés especial por la infancia. ¿La gran deuda de la humanidad es con los niños? 

N. L: Absolutamente. Lo ha sido siempre y por desgracia lo seguirá siendo. Bueno, hay deudas infinitas a lo largo de la historia de la humanidad y con colectivos muy dispares…pero sí, creo que es en la infancia donde empieza todo. Si crecemos con heridas abiertas seremos más capaces de dañar.

Cuando tenemos la oportunidad de ver en profundidad a un adulto que hace daño lo que descubrimos es su propia herida. Esto no exime a nadie de responsabilidades, pero nos da a entender la importancia de crear mundos seguros para la infancia y así dejar de perpetuar la barbarie.

"Dejamos muy solos a los niños y niñas"

Incluso hoy en día en un país como España, con cierto bienestar ya conseguido (pongámonos en un baremo medio para explicar esto, soy muy consciente de que falta mucho por hacer y hay gente con muchas necesidades básicas por cubrir, incluso en este país se están incumpliendo la constitución y los derechos humanos en muchas áreas) dejamos muy solos a los niños y niñas. La gran problemática de las redes sociales y de cómo les afecta la tecnología no es culpa suya. Es que les dejamos muy solos y con la sensación de que molestan.

He visto menores que aún no caminan sujetando un teléfono móvil mientras una madre apurada atraviesa las calles de la ciudad empujando el carrito con prisa… ¿por llegar a dónde? La misma prisa y el mismo apuro – totalmente comprensibles – se pueden acompañar de conversaciones, canciones, cuentos, etc… o de silencio. Hemos dejado de mirarles y para cuando volvemos la vista hacia su mundo ya no les reconocemos y por tanto ni siquiera nos gustan. Quizá es que lo que más miedo da es mirarse una misma y ellos y ellas están ahí para reflejar y demandar lo que nos falta.

"No hay niños o niñas racistas ni clasistas ni machistas. Les vamos quitando la humanidad gota a gota"

E.B: ¿El mundo se ha vuelto un lugar incómodo para los sueños de la infancia? 

N- L: ¿Cuándo no lo ha sido? El problema radica en que es a los adultos a quienes incomodan los sueños de la infancia… precisamente porque alguien en su momento ya se sintió incómodo con los sueños de ese niño o niña que hoy ha crecido. La eterna paradoja del huevo o la gallina ¿qué fue primero?

Hay que ser muy fuerte y muy valiente para seguir soñando y creando. Crecer a corazón abierto en un mundo preparado para el dolor, la lucha y el encasillamiento es un verdadero acto de rebeldía y de valentía. También de soledad, pero merece la pena.

Nacemos absolutamente en blanco y es el miedo de quien nos va guiando quien necesita acotar los caminos, las definiciones, lo que está bien o mal. Vuelvo con esto a la primera pregunta: cualquier etiqueta es esclavizante. Por desgracia se siguen necesitando y nos acabamos moviendo en “conmigo o contra mi”. Ojalá poder volver a abrirnos y declarar un “contigo y contigo”. No hay niños o niñas racistas ni clasistas ni machistas. Les vamos quitando la humanidad gota a gota.  

E.B: En tu biografía te recuerdas como una niña estudiosa y salvaje. ¿Qué mantienes hoy de la mirada de esa niña? 

N.L: ¡Las dos cosas! Por suerte…y con mucho esfuerzo, te diré, pero ahí están. Recuerdo una frase que dije de pequeña a mi madre…”cuando sea mayor me voy a dedicar a enseñarle el culo al mundo”. Tenía la necesidad de revolucionar. Lo salvaje tiene que ver con una conexión muy profunda con la naturaleza. Soy de los árboles. Aún me subo a ellos cada vez que puedo. Quiero mirar todo desde perspectivas diferentes, no me conformo con lo establecido. Si bien nunca he sido nada juerguista, esta forma de mirar, lo que podemos llamar salvaje, tiene más que ver con buscar siempre el lado oculto de las cosas. Si veo algo o me cuentan algo siempre busco otra perspectiva.

Sigo siendo muy outsider en la forma de llevar mi carrera o mi familia, por ejemplo. No me creo eso de que “la vida es así” o “la maternidad es así” o “los adolescentes son así” o ciertas etnias o colectivos “son así” o los hombres, o las mujeres... ¿Qué es “así”? ¿Qué es eso? Ni así ni asá, que decían las abuelas. Vamos a ver qué pasa con esta situación o persona en este momento concreto. Y estudiosa siempre. Si no aprendo algo nuevo cada día, me lo busco. En cuanto a mi trabajo soy muy meticulosa y comprometida.

Eso de estudiosa, me ha salvado académicamente. Hacía que la niña salvaje que podía enfrentarse a un profesor por haber calificado mal a alguien resultara adaptativa, con lo cual incomodaba…pero nunca me podían decir nada o calificar negativamente. En un sistema de puntos es innegable que has sacado un diez, por muy respondona que hayas sido en el camino. Aunque bueno, una se va “domesticando” por desgracia. Aprendes a jugar con las cartas impuestas para después cambiarlas, pero para entrar en la partida hay que jugar con lo que hay. Cuanto más conozcas tus líneas rojas, mejor. A partir de ahí, a jugar se ha dicho.

E.B: ¿Lo salvaje nos salvará de las casillas de este sistema cada vez más rígido? 

N.L: ¡Claro! Lo salvaje puede tener una connotación muy negativa porque en el imaginario colectivo va ligado a una falta de civismo, pero si lo definimos como una forma de búsqueda personal e interna de nuevas y más amplias perspectivas, nos salvará de la rigidez impuesta. Por eso se considera tan peligroso y se están cortando alas a la cultura y al pensamiento.

La gente crítica, creativa, aporta reflexión y aporta libertad. Esto para un sistema establecido que beneficia económicamente a unas pocas personas es un peligro…porque podré poner en duda lo que me has dicho que me conviene o como me hayas querido vender las cosas. Esto descoloca incluso al poder económico establecido. No necesitamos tantas cosas como nos hacen creer, eso sí, las que de verdad necesitamos cada vez las ponen más difíciles de conseguir. Todos podemos tener un móvil última generación, cuota en el gimnasio o no se cuántas cosas más, pero acceder a una vivienda digna ya es otro cantar. Se nos está yendo la olla. Y encima tan contentos con la libertad de unas cervecitas de vez en cuando. No entiendo nada.

Volviendo a la infancia, cuando le decimos a un niño o a una niña que se calle una pregunta: ¿quién está incómodo ahí? El adulto que le manda callar. No queremos hacernos cargo o dar explicaciones, mucho menos transitar emociones o mostrar fragilidad con lo cual, para no hacer nada de eso, les mandamos callar. Así se va imponiendo la rigidez.

"Cuando mis hijos me plantean una duda o un punto de vista siempre sigo la conversación con otra pregunta, por ejemplo “¿Y eso? ¿Por qué lo ves así? ¿Qué piensas tú?”

Jamás le he dicho a un niño que se calle. Cuando mis hijos me plantean una duda o un punto de vista (que bajo mi mentalidad me puede parecer descabellado, incómodo o inadecuado… ¡soy humana!) siempre sigo la conversación con otra pregunta, por ejemplo “¿Y eso? ¿Por qué lo ves así? ¿Qué piensas tú?” A partir de ahí expongo mis sensaciones o mis puntos de vista, debatimos, pero no imponemos. Incluso cuando hay cosas que en ese momento no me apetece tratar o que me hacen sentir mal, se lo digo: “jo, perdona, pero es que ahora mismo no se cómo explicarte esto” o “este tema me incomoda, creo que es mejor que lo hablemos en otro momento”. A veces apelo a la humanidad. Les digo que sólo soy humana, que hay cosas a las que no llego o en las que no quiero entrar en ese momento. No tengo super poderes, por eso creo que todo ser humano es capaz de expandirse. No se trata de darles la razón siempre, pero sí de escuchar y validar sus planteamientos y sensaciones, abrirnos y seguir ayudándoles a no cerrarse. Con esto crezco yo mucho más que ellos.

"Escribí 'Los Hijos' para volcar ahí un duelo personal muy grande y abrir una nueva ventana, un nuevo camino de vida"

E.B: 'Los Hijos', cortometraje escrito, dirigido, producido y protagonizado por ti, es un trabajo que te está dando muchas satisfacciones. Cuéntanos un poco la trama y el recorrido que está teniendo. 

N.L: 'Los Hijos' es toda una declaración de intenciones. Más allá de un cortometraje era algo que me apetecía mucho contar. Lo escribí para volcar ahí un duelo personal muy grande y abrir una nueva ventana, un nuevo camino de vida. Trata precisamente de alguien que se ha entregado en cuerpo y alma al sistema, ha conseguido muchas cosas, tiene éxito aparente, pero toma antipsicóticos porque no ha llegado a conectar con lo que de verdad necesita internamente. El corto empieza en el momento en el que decide dejar las pastillas y entregarse a su realidad mental no vivida. El tema de la maternidad o la aparición de los hijos que dan título a la obra es una metáfora de todo lo que dejamos por el camino en pro de encajar en la rigidez que comentabas antes. Lo que se plantea de base es cuánto dolor puede ocasionar esto. Es un canto al duelo, el que sea. ¿Qué te has dejado por el camino que te rompe las entrañas?

Es una apuesta también por sacar a la luz la importancia de la salud mental. No puede ser que apostemos todo a las pastillas que nos adormecen porque estar despiertos suponga tanto dolor. Hay que aprender de otra manera. Todo el mundo debería hacer terapia, igual que ejercitamos el cuerpo, cuidamos la alimentación o tenemos gran consideración por lo académico, deberíamos afinar el mundo emocional y sensorial mucho antes de que ya no tenga remedio.

También me apetecía mucho cambiar desde dentro la manera de afrontar la industria que se está planteando, los tipos de papeles o puestos a los que podemos acceder las mujeres, etc… Ahora mismo está teniendo un recorrido muy bonito por festivales, sobre todo internacionales, y estamos dando charlas en diferentes puntos de España en torno a estos temas y a la capacidad del cine para ponerlos en el punto de mira. Escribí porque la actriz que soy quería transitar y contar esto. Esa es mi herramienta, crear personajes. Produje y dirigí porque así se fueron dando las cosas, aunque he estado arropada por grandísimos profesionales en cada departamento que no fuera mi especialidad, especialmente por Diego Trenas como director de fotografía y Lucía Muriel como ayudante de dirección y de producción que cargó muchísimo trabajo a sus espaldas. Este corto está coproducido con ellos como FTFCAM que ahora crece con LUNÁTICA FILMS con Diego y Lucía a la cabeza, y espero que podamos seguir creando juntas.

E.B: Tu próximo proyecto trata sobre los abusos sexuales en la infancia. ¿En qué formato incursionas esta vez? 

N.L: Sigo adelante con el cortometraje. Me gusta mucho la potencia de lo breve para lanzar un mensaje como una flecha. Además, no tengo ganas de poner en marcha toda la maquinaria y el tiempo que conlleva sostener un largometraje o una serie. Lo he hecho en teatro, pero en audiovisual es otra cosa. Ahí sigo trabajando como actriz y me permito crear mis propios proyectos cuando tengo la necesidad, pero no podría estar esperando años a que se financie o se ruede algo, ni depender de tanta gente como entra en esos procesos. Al menos no en el campo de la producción… o no hasta que tenga la mano suficiente para hacer que determinadas decisiones no se comprometan en pro de alguien con traje de oficina y presupuestos en la agenda. Eso sí, aunque haga cortometrajes, mis equipos siempre cobran su trabajo y comen bien durante el rodaje. Hay que decirlo. Creo que si no se hace así nos cargamos la industria y la profesionalidad. He dicho que no a trabajos por las pésimas condiciones que ofrecían y ha habido compañeras que han ido corriendo a aceptarlos. Trabajar como lo hago es otra declaración de intenciones. Debemos unirnos mejor.

E.B: ¿Tienes referentes artísticos a los que siempre vuelves?

N.L: Entiendo que me preguntas cuáles son y siempre me da terror esta pregunta. Es como que en una primera cita te digan qué música escuchas. Vuelvo y descubro, tú por ejemplo eres un nuevo referente. Los clásicos siempre y lo último también. El arte que me acompaña en cualquiera de sus formas depende mucho de cada momento, de lo que estoy sintiendo y quiero profundizar o incluso de lo que necesito transformar. Si ando bajita de energía y tengo un reto que resolver que requiere un subidón, tiro de música que quizás ni siquiera me guste en otras ocasiones, pero que me provoca sensaciones que necesito para afrontar ese momento.

Las lecturas tampoco son nunca lineales. Tengo diferentes libros para cada ocasión, no leo lo mismo antes de dormir que al levantarme o en cualquier rato libre del día. Es sí, si me enamoro, me caso. Cuando descubro o vuelvo a alguien hago ciclos completos de toda su obra. Ahora estoy profundamente enamorada de Bayona, revisitando y haciendo ciclos de Meryl Streep – la disecciono como si fuera un entomólogo ante un insecto, que decía Rosa Montero (otro referente) - Lil Nash en la música, Lee Miller en la fotografía…me trago todos los universos literarios y cinematográficos que les mueven a mis hijos… suma y sigue. Muy recomendable para adolescentes, por cierto, Jara Santamaría con Los Dioses del Norte.