Más conocido por su narrativa (Providence, Karnaval, La vuelta al mundo…) que por sus ensayos (Mímesis y simulacro), Juan Francisco Ferré es uno de esos escritores siempre dispuestos a analizar con lupa el cine y la literatura "de nuestro tiempo", como él mismo dice al principio del libro. En Así en el cine como en la vida agrupa más de 30 textos sobre cineastas y películas y géneros anclados principalmente en el siglo XXI (Cosmópolis, Inland Empire, Melancholia, La piel que habito…), pero sin olvidar jamás los orígenes, las referencias pretéritas o los directores que dotaron de sentido a todo y construyeron su obra en el siglo anterior (Buñuel, Welles, Peckinpah, Antonioni…). Este vaivén entre el pasado y el presente y lo que prefigura sobre el futuro se agradece sobremanera, ya que existen numerosos críticos a los que sólo les interesa lo clásico (Ford, Lubitsch, etcétera) y otros a los que sólo les importa lo que ha ofrecido el cine de Matrix para adelante. El auténtico cinéfilo, y Ferré lo es, está tan atento a lo nuevo como a lo viejo, con independencia de que luego le guste o no lo que visiona.

 

En sus análisis destaca su habilidad para señalar el subtexto de la película, y lo que ésta puede significar dentro de la sociedad, dentro del capitalismo, dentro de los distintos modos de configurar o presentar o incluso fragmentar la imagen. Así, Ferré a menudo busca apoyo y referencia en los estudios de Fredric Jameson, Gilles Deleuze o Slavoj Žižek para encuadrar determinado filme o determinado cineasta. En las películas elegidas hay una filiación absoluta por los directores cuya obra se centra en lo oscuro, en las degradaciones de la carne, en lo siniestro y en lo grotesco, caso de Lynch, Cronenberg, Takashi Miike, Greenaway o William Friedkin, algo que a mi juicio lo emparenta con el libro de ensayos Cuerpo a cuerpo, de Domènec Font.

 

Otro aspecto que el lector cinéfilo agradece es que se nota que JFF sabe de lo que habla: que ha consumido mucho cine y muy variado. Allá donde otros escritores, que sólo han visto cuatro películas en su vida, se permiten tweets de opinión sobre estrenos, queriendo sentar cátedra sobre tal o cual obra, y al leerlos advertimos que carecen de bagaje cinematográfico, en autores como Ferré ocurre precisamente lo contrario: basta alguna píldora suya en las redes sociales para comprobar su bagaje, su currículum como espectador. Lo cual no significa, claro, que uno siempre esté de acuerdo con él (cada cual tiene sus gustos). Pero es una gozada comprobar cómo defiende a autores magníficos aunque denostados por la crítica oficial como Tony Scott, o apoya con solidez películas maltratadas pero estupendas como Watchmen, Prometheus, el programa doble Grindhouse o la citada Cosmópolis.

 

Es, en suma, otra de esas guías necesarias para los cinéfilos que busquen placeres y radiografías de lo contemporáneo en las películas del siglo XXI. Muy recomendable.