En el lodo glorificado de Glastonbury 2025, una voz rugió más allá de los decibelios y se convirtió en quebradero de cabeza para diplomáticos, periodistas y censores: “Death, death to the IDF (Muerte al Ejército de Israel)” . La frase, incendiaria, brutal, fue coreada por miles bajo el cielo inglés, liderados por Bobby Vylan, el frontman de un dúo que ha convertido la furia en estrategia estética y política. Bob Vylan no solo encendió el escenario West Holts, lo voló por los aires y sembró la duda de si la contracultura todavía puede tener dientes. La respuesta, para bien o para mal, fue un rotundo sí. Y, al igual que Kneecap, Bob Dylan no tiene miedo a denunciar lo que está haciendo Israel en Gaza.

Bob Vylan —Bobby Vylan (Pascal Robinson-Foster) y Bobbie Vylan (batería)— es una anomalía incómoda en el paisaje musical británico. Punk, grime, hardcore, hip-hop, dancehall... Pero su propuesta va más allá de la fusión estilística: es un proyectil sónico lanzado contra todo lo que representa el statu quo británico, y lo hace con una coherencia lírica y conceptual que pocos grupos pueden sostener.

Si los Sex Pistols vociferaban contra la Reina, Bob Vylan escupe contra el racismo institucional, la policía, Margaret Thatcher, la BBC, el capitalismo de alquiler, los discursos blancos del progresismo neoliberal y, más recientemente, la política exterior del Reino Unido respecto a Israel. Y lo hacen no con la ironía nihilista de los noventa ni con el cinismo cínico de los dosmiles, sino con una convicción que, para algunos, raya el martirio político. Y para otros, cruza la línea roja. En el concierto del histórico festival británico, la banda también tuvo un mensaje para la televisión pública británica: “La Organización de las Naciones Unidas lo han llamado un genocidio. La BBC lo llama un ‘conflicto’”

La actuación de Bob Vylan en Glastonbury 2025 pasará a la historia, guste o no, como uno de esos momentos bisagra donde la música deja de ser solo entretenimiento para convertirse en campo de batalla. Cuando Bobby gritó “Free Palestine” no estaba haciendo postureo: desplegó una narrativa, encarnó un mensaje, y llevó a su propia hija al escenario para cantar Dream Bigger justo antes de arengar a una multitud enfervorecida.

Las consecuencias no se han hecho esperar: investigaciones policiales, condenas del gobierno de Keir Starmer, repudio de la BBC, revocación de sus visas estadounidenses. De hecho, el subsecretario de Estado de EE.UU., Christopher Landau, ha justificado que revocaría las visas "a la luz de su discurso de odio en Glastonbury, incluyendo liderar a la multitud en cánticos de muerte”. Asimismo, ha añadido que "los extranjeros que glorifican la violencia y el odio no son visitantes bienvenidos a nuestro país”. 

En una publicación en Instagram, Bobby Vylan se reafirmaba en sus palabras: “Lo dije y lo mantengo”, Y añadía. “Enseñar a nuestros hijos a alzar la voz por el cambio que quieren y necesitan es la única forma de hacer de este mundo un lugar mejor. A medida que envejecemos y nuestro fuego posiblemente comienza a apagarse bajo la asfixia de la vida adulta y todas sus responsabilidades, es increíblemente importante inspirar a las futuras generaciones a tomar la antorcha que se nos ha pasado”.

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