Las obras de los diez ganadores de la XIII edición del Concurso de Arte Joven “Generaciones”, a cuya convocatoria se presentaron más de 650, puede verse en La Casa Encendida hasta el 5 de abril.


Comisariada por Ignacio Cabrero, Generación 2015 se presenta como un conjunto de obras y propuestas artísticas tan diferentes entre sí como unidas por un nexo común, como el propio Cabrero ha señalado en el catálogo de la exposición, a modo de leit motiv de la exposición: la idea o la sensación de recorrer, de andar, de moverse. También de perderse por las calles, por las casas, por el interior de uno, en busca de aquello que al final acaba dando forma a la obra artística.


En un mundo globalizado, estos jóvenes artistas parecen buscar en el caos y en el azar su fuente de inspiración. Fronteras y límites se rompen en aras de encontrar una personalidad, un rasgo individual, entre la multitud, entre un sinfín de información que procede de numerosas fuentes y de manera copiosa. No es sencillo presentarse original hoy en día. En ocasiones, ese intento de singularidad conlleva el exceso, el entregar cualquier tipo de obra con tal de destacar. Pero los diez artistas que conforman Generación 2015 lo hacen por una cierta humildad a ese respecto, aunque con obras ambiciosas formal y temáticamente.


Generación 2015, por otro lado, destacada por la diversidad de materiales y procedimientos para la creación. Esculturas, videos y dibujos se dan la mano en el mismo espacio con objetos encontrados de todo tipo; objetos cotidianos y utilitarios que en manos de estos artistas varían aunque sin perder su naturaleza. Elementos que aparecen al azar o que han estado presentes durante años en el paisaje de alguno de los artistas, interiorizando su presencia para, en su búsqueda, acabar siendo parte o esencia de la obra en cuestión.


A partir de dos entregas, dedicada cada una de ellas a cinco artistas, repasamos Generación 2015:


-Elena Aitzkoa (Álava, 1984)


Objetos nómadas. Esculturas. Tejidos, escayolas, piedras, palos, objetos y pigmentos.


 


El nombre ya resulta revelador, objetos que se mueven, que no tienen un lugar de permanencia. Y sin embargo Aitzkoa ha encontrado uno para ellos al situarlos en una serie de esculturas-hatillo alrededor de la cual se puede pasear observando dichos objetos, interactuando con ellos. Objetos cotidianos, además de nómadas, que no son ajenos a nadie, y que sin embargo, en su nueva ubicación, exigen una nueva mirada, una forma de acercamiento diferente. De diversos materiales, las esculturas evidencian el proceso mismo de su creación. La acción de su elaboración. Aitzkoa pretende que aquel que transite por su obra vuelva a mirar las formas conocidas y piense, además, en su fisicidad, en su naturaleza. La artista asegura que mucho de esos objetos-ideas han llegado a ella mediante el deambular o el recorrido, de forma azarosa; un movimiento que, como tal, exige un tiempo y un espacio, al igual que, al moverse por Objetos nómadas, impone un espacio de tránsito a la par que un mínimo de tiempo para completarlo, plegando ambos conceptos en un mínimo escenario.


 -Cristina Garrido (Madrid, 1986)


#JWIITMTESDSA? (Just what it is that makes today’s exhibitions so different, so appealing?). Instalación multimedia.



En su instalación, Garrido remite directamente a la obra de Richard Hamilton Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing? La modificación en el título es minima pero significativa: exhibición/exposición por hogar. Garrido plantea un recorrido digital y formal por diferentes elementos que, según su criterio, podrían ser una suerte de muestrario de elementos insoslayables en cualquier obra artística que aspire a tener un espacio en la actualidad. Es decir, la artista cuestiona a aquellos artistas que persiguen un éxito inmediato a través de la repetición de formas y elementos que poco antes han sido aplaudidos por la crítica o que pueden producir un buen retorno económico. De esta manera, la obra, se erige como un cuestionamiento de los espacios del arte contemporáneo actual, de quienes exponen en ellos y, sobre todo, de quienes condicionan el contenido por cuestiones crematísticas. Garrido habla de esa lógica económica que impera por encima de aquellos elementos que deberían ser la base de la creación. Habla de la especulación y la contraespeculación mediante una obra que expone los patrones que se repiten de unas exposiciones a otras para evidenciar la postura anterior, para denunciarla en un conjunto artístico que juega, una vez más dentro de Generación 2015, con el espacio y el tiempo del arte.


-Karlos Gil (Toledo, 1984)


 -––––-–¬˘. Instalación. 3 esculturas de piedra, madera, metal, 2 neones.


 


La obra de Gil es posiblemente la más conceptual y teórica del conjunto. A partir del Slant Step, que fuera comprando en 1965 por William Wiley en una tienda de regalos de California y pasara, después, por las manos de artistas como Bruce Neuman o Richard Serra, siendo un objeto itinerante, viajero, Gil propone una obra que parte de la llamada ingeniería inversa, es decir, obtener información a partir de un objeto (o producto), con el fin de determinar de qué está hecho, cómo fue fabricado, qué hace que funcione, es decir, introducirse en su amplia naturaleza en busca de su esencia. A partir de la evolución del ready-made, Gil nos propone, mediante tres esculturas de diferentes materiales y de dos neones, un viaje por el tiempo y la memoria para ahondar en nuestra capacidad para interpretar los objetos y en su elaboración. Interesado desde hace tiempo sobre la significación lingüística y el uso no comunicativo del lenguaje, en esta obra lleva a cabo una interpelación sobre el significado de una obra en el que la fragmentación puede ser algo con significado.


-Nadia Hotail (Madrid, 1982) y Laila Hotait Salas (Madrid, 1980)


La noche entre Alí y yo. Videoinstalación. Proyección en 3 canales, color.



Una de las mejores obras de la exposición, La noche entre Alí y yo remite a la célebre pieza de Pierre Huyghe The Third Memory (1999) sobre el robo a un banco por parte de John Wojtowicz. Las hermanas Hotait, en su obra, recrean el asalto al Banco de América de Beirut por un grupo de cinco hombres pertenecientes al Movimiento Socialista Revolucionario libanés en octubre de 1973. Con su video, dispuesto en tres pantallas, las artistas sumergen al espectador a un doble viaje, físico y memorístico, a través de unas imágenes en las que crean un cierto sentido cíclico muy coreográfico y en las que importa cómo dan forma a la sucesión narrativa en busca de que cada plano parezca un tableau vivant: la recreación de los acontecimientos pasados como si estuvieran, de repente, manifestándose desde aquel momento. El tiempo y el espacio se pliegan y las diferentes voces conforman a una narración polifónica que da habida cuenta de la complejidad del enunciado que persiguen. Impacta la fisicidad de esos cuerpos con vida pero que parecen plomizos, muertos, sin vida. Van cayendo como gotas de lluvia, aparecen y desaparecen. El sentido político de la pieza radica en la recuperación de un suceso y en su traslación al presente mediante un dispositivo visual que busca adentrarse en los acontecimientos no solo evidenciando los sucesos, sino también su complejidad, los espacios en los que sucedieron, la presencia de unos cuerpos, de unos seres, en ellos. Hay algo, en el fondo, siniestro y aterrador en esta obra.


-Daniel Jacoby (Lima, 1985)


Jagata: Part I. Videoinstalación



Esta obra nace, según el autor, de una doble fascinación. Por un lado, la que ejerce en él un hombre lejano, que vive en Hokkaido, Japón, y que al parecer se cree capaz de predecir el futuro en las patatas. Por otro lado, la fascinación que ejerce lo informe en Jacoby, porque al no tener una forma reconocible, tasable, pueden abrirse a múltiples interpretaciones y consideraciones: son algo maleable, algo intangible que puede llevarse a cualquier terreno. En su videoinstalación el artista recrea un segundo viaje a Japón. De nuevo estamos ante la idea del viaje, de irse, de ir creando según se avanza antes que buscando un final. La obra muestra fragmentos de ese viaje, un juego, casi una fábula, en el que cada imagen, y su relación con las demás, crean una idea del transcurso del tiempo que esconde algo, y que para descifrarlo, se debe recorrer un espacio.


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