Tallarines al aceite de oliva.

¿Con qué?

Tallarines frescos, verdes y blancos (paja y heno), aceite de oliva virgen, tres dientes de ajo y queso rallado.

¿Cómo?
Se cuece la pasta elegida en abundante agua, con un puñado de sal y unas gotas de aceite de oliva. Cuando está cocida –en torno a los diez minutos- se escurre y se sirve con una salsa de aceite de oliva –se pueden picar mucho los dientes de ajo y añadir cada comensal-. Se sitúa el queso rallado en la mesa para que cada uno se sirva a voluntad. Si hay niños ponemos en la mesa salsa de tomate o kechup.

Merluza en salsa verde con berenjenas:

¿Con qué?

Un kilo y cuarto de  merluza en rodajas o lomos -si son congeladas descongelar lentamente en el frigorífico desde el día anterior- aceite de oliva, perejil, guisantes, espárragos, una cebolla, un diente de ajo, sal y, si se quiere, una cuchara sopera de harina para engordar la salsa.

¿Cómo?

Se fríe la cebolla cortada en dados en una sartén con aceite, cuando se transparenta se le añade el ajo previamente machacado con perejil y agua en un mortero y se añade un poco más agua al sofrito de la sartén. En una cazuela se colocan de forma holgada las rodajas de merluza, saladas y sobre ellas se echa el contenido de la sartén que debe cubrirlas. Se mueve la cazuela continuamente, pero con suavidad, para que se trabe la salsa. A los cinco minutos se le añaden los guisantes y los espárragos, se deja cinco minutos más en el fuego –si no hemos engordado la salsa añadimos media cuchara de harina y movemos- y se sirve.
Si hay niños y no les guste la merluza en esta forma, se les pueden preparar unos dados de merluza rebozados con rodajas finas de berenjena también rebozadas. Para eso se hace una mezcla de harina, un poco de pan rallado y un poquito de levadura en polvo. Los dados de merluza, se pueden pedir así en la pescadería, sin espinas, o se hacen de los lomos de merluza congelada, se pasan por la mezcla, se mojan en el huevo batido y se fríen en abundante aceite bastante caliente. Lo mismo se hace con la berenjena, partida en rodajas, a la que habremos rociado previamente con un poco de limón para que conserve su color blanco.

Fruta del tiempo.