La villa medieval de Alquézar, desde su particular ubicación asomada a un acantilado, ofrece a quienes se animan a visitarla una ruta fluvial sobre aguas cristalinas que no tiene comparación con cualquier otro paisaje natural del territorio nacional.

Este municipio de Huesca, reconocido como uno de los pueblos más bonitos de España, cuenta con una combinación perfecta de patrimonio histórico y belleza natural. Desde su castillo de origen árabe y sus leyendas medievales, hasta las cascadas, los miradores y las piscinas naturales que rodean la localidad, todo ello convierte a Alquézar en un interesante destino de belleza incalculable.

Alquézar, un bastión cristiano durante la Reconquista

Su historia se remonta a la prehistoria, pues existen evidencias arqueológicas que sugieren ocupación humana en la zona desde el Neolítico y la Edad de Bronce. Tiempo después, durante la época romana, la localidad fue conocida como Alcester. No obstante, el origen del nombre de Alquézar proviene del topónimo árabe "al-Qasr", que significa fortaleza.


Vista desde Alquézar de la Colegiata de Santa María la Mayor, construida sobre el antiguo castillo árabe.

Fue en el siglo IX cuando el gobernador musulmán Jalaf ibn Rasid ordenó la construcción de un castillo que sirviera como punto estratégico de defensa frente a los cristianos del Sobrarbe​. Este castillo finalmente se convirtió en el núcleo en torno al cual se desarrolló todo el pueblo.

En el año 1067, el rey Sancho Ramírez de Aragón conquistó Alquézar, transformándola en un bastión clave durante la Reconquista. Apenas tres décadas más tarde, en 1099, la Iglesia de Santa María se consagró como un centro religioso de gran importancia. Así, a lo largo de los siglos Alquézar ha ido evolucionando pasando de ser una fortaleza militar a un lugar de culto cristiano y católico muy relevante en la región.

La leyenda de la doncella de Buera

Además de su historia, Alquézar es conocido por la historia de la doncella de Buera, una de sus leyendas más fascinantes. Esta narra que el tirano rey moro Jalaf Ibn Rasid, que siempre gobernó con mano dura, exigía a las doncellas vírgenes más hermosas de la región que satisficieran sus deseos más oscuros.

Sin embargo, una valiente joven de la localidad vecina de Buera decidió actuar para que acabase el abuso hacia las mujeres de su comunidad. Con gran coraje, planificó una señal para que los cristianos atacaran la fortaleza de Alquézar y derrotaran a los moros. Una estrategia que permitió finalmente a los caballeros cristianos hacerse con el castillo y liberar a las doncellas cautivas.

¿Qué ver en Alquézar?

El casco urbano de Alquézar, con calles empedradas y sinuosas, ha mantenido su trazado medieval, y tal es la belleza de su bien conservada arquitectura y su paisaje natural que en 1982 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico por la UNESCO.

Por otra parte, en el punto más alto del pueblo se encuentra la Colegiata de Santa María la Mayor, la cual fue construida sobre la antigua fortaleza árabe del siglo IX. Esta es conocida por su impresionante claustro con capiteles que representan escenas del Antiguo Testamento y por las pinturas de los siglos XIV al XVIII que alberga.

Merece la pena visitar también la antigua Plaza Mayor de Alquézar, hoy conocida como Plaza Rafael Ayerbe. Un lugar encantador con soportales y arcos donde solían trabajar comerciantes y artesanos. Así como su Puente de Villacantal, que data del siglo XVI y ofrece unas extraordinarias vistas del cañón del río Vero y la Sierra de Guara.

Asimismo, Alquézar cuenta con varios miradores en su territorio desde donde se puede observar todo el pueblo desde lo alto y el entorno natural que le rodea. No dudes en acercarte al Mirador de O'Bicón, el Mirador de la Sonrisa del Viento o el Mirador del Río Vero. Las fotografías que tomarás desde estos lugares serán memorables.

Su Ruta fluvial de las Pasarelas no tiene comparación

La Ruta de las Pasarelas de Alquézar es un espectacular recorrido por el cañón del río Vero que se realiza a pie a través de una serie de pasarelas que están colgadas en la roca, algunas a más de 20 metros de altura sobre las aguas cristalinas del río. Se trata de un sendero circular de 4 kilómetros que puede realizarse en aproximadamente dos horas.

La ruta es accesible para todas las edades y se considera de dificultad baja, aunque se recomienda llevar calzado adecuado, protección solar, agua y evitar las horas más calurosas del día en verano, ya que la caminata es bajo el sol. Para los niños menores de 3 años se sugiere el uso de mochilas de porteo.

Mientras caminas por el sendero podrás disfrutar de unas vistas sensacionales que no tienen comparación con ningún otro parque natural del territorio español. Durante tu recorrido encontrarás también la Cueva de Picamartillo, una formación rocosa natural que bien merece una breve parada para admirar su belleza.

Las Pasarelas de Alquézar recorren todo cañón del río Vero sobre aguas de color turquesa.

Carnes de calidad y vinos con Denominación de Origen

La cocina típica de Alquézar es rica y variada, siendo uno de los pilares de su gastronomía las carnes. Platos como el ternasco asado (cordero joven) y el entrecot a la brasa son muy populares. La región también es conocida por sus embutidos, como las longanizas, tortetas y chiretas, que se elaboran a partir de productos de cerdo y cordero de ganaderías locales.

No podemos olvidarnos del tomate rosa de Barbastro, que es un producto estrella de la región. Este tomate se caracteriza por su gran tamaño, piel fina, y un sabor dulce con poca acidez, haciéndolo ideal para ensaladas y otras preparaciones frescas​.

Por otro lado, los quesos de cabra y oveja, especialmente los elaborados en la cercana localidad de Radiquero son el acompañamiento perfecto para los vinos de Denominación de Origen Somontano, que también se producen en la zona y tienen un certificado de calidad.

Para terminar, en el ámbito de los postres y dulces, los crespillos de borraja, elaborados con hojas de borraja, y los pestillos de calabaza son especialmente típicos del lugar. Aunque los garrapiñados de almendra y los dobladillos de miel y canela son otras delicias locales que ponen la guinda al pastel.