En los últimos días ha circulado por redes sociales un mensaje que afirma que la Unión Europea está permitiendo el uso de harina de gusanos en los alimentos sin que los consumidores sean informados. Sin embargo, esto es un bulo, tal y como han confirmado tanto la Comisión Europea como la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Los insectos están permitidos, pero con normas claras

Es cierto que la UE ha aprobado el uso de algunos insectos en la alimentación humana, pero esto no significa que vayan a añadirse de manera encubierta en los productos. Desde 2018, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha evaluado y autorizado el consumo de varias especies, como el gusano de la harina (Tenebrio molitor), la langosta migratoria, el grillo doméstico y las larvas del escarabajo del estiércol.

Este proceso no es arbitrario: cualquier nuevo alimento en la UE debe superar controles estrictos antes de su comercialización. Además, la legislación obliga a que estos ingredientes se declaren claramente en el etiquetado y a que se informe sobre posibles riesgos para personas con alergias, especialmente a los crustáceos.

El nuevo reglamento sobre la harina de gusano

El último cambio normativo en este ámbito ha sido la aprobación del Reglamento UE 2025/89, que permite la comercialización de harina de gusano de la harina tratada con radiación ultravioleta. Esto significa que este producto puede venderse como ingrediente en distintos alimentos, pero siempre con las condiciones de transparencia y etiquetado obligatorio.

No te están obligando a comer insectos

A pesar de la difusión de este bulo, la realidad es que nadie va a introducir insectos en los alimentos sin que los consumidores lo sepan. La OCU ha sido clara al respecto:

  • Cualquier ingrediente debe aparecer en la lista de ingredientes de los productos envasados.
  • Si existe riesgo de alergia, debe indicarse en el etiquetado.
  • Los consumidores tienen la última palabra: incluir estos ingredientes en la dieta es una decisión personal, no una imposición.

Hábitos alimentarios y aceptación del consumo de insectos en España

Aunque el consumo de insectos como fuente de proteínas es habitual en muchas partes del mundo, en España y otros países europeos todavía genera rechazo. La idea de incorporar harinas de insectos en los alimentos ha sido objeto de debate, pero ¿qué opinan realmente los consumidores?

Una alternativa sostenible que avanza con cautela

Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el uso de insectos en la alimentación humana está regulado de forma estricta en la Unión Europea. Hasta la fecha, se han aprobado varias especies bajo el reglamento de "Nuevos Alimentos", lo que garantiza su seguridad alimentaria y el cumplimiento de controles exhaustivos antes de su comercialización.

A pesar de estos avances normativos, el mercado de insectos comestibles en España sigue siendo minoritario. Las empresas que han apostado por esta alternativa han encontrado ciertas barreras, especialmente en la percepción del consumidor. En 2023, la AESAN publicó información detallada sobre los insectos autorizados, sus beneficios nutricionales y su potencial como fuente de proteínas sostenible.

¿Están los españoles dispuestos a comer insectos?

Aunque la legislación permite su comercialización, la aceptación social sigue siendo baja. Según un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el 86% de los encuestados en España nunca ha consumido insectos, y solo un 13% los ha probado. Además, únicamente el 16% estaría dispuesto a incorporarlos en su dieta habitual.

La principal barrera para su consumo es el asco (38%), seguido de la falta de hábito (15%), dudas sobre su seguridad (9%) y razones culturales (6%). Precisamente, mientras que en Asia, África y América Latina el consumo de insectos es parte de la dieta tradicional, en Europa se asocia con una idea de "supervivencia" o de alimento exótico más que con una opción cotidiana.

¿Un futuro con más insectos en la dieta?

A pesar de las barreras actuales, las iniciativas para normalizar el consumo de insectos continúan creciendo. La FAO y la Comisión Europea destacan su bajo impacto ambiental, su alto contenido proteico y su capacidad para reducir la presión sobre la ganadería tradicional.

En este sentido, la OCU insiste en que nadie va a ser obligado a comer insectos, pero destaca que su incorporación en el mercado puede ser una opción más dentro de la oferta alimentaria del futuro, siempre aplicando las normativas de sanidad y asegurando que el consumidor tenga toda la documentación necesaria para decidir libremente si quiere incluir estos ingredientes en su dieta.