Olvidar el nombre de alguien en el momento de saludarlo es algo que le ocurre a la mayoría. Aunque suele causar incomodidad, la psicología explica que no se trata necesariamente de un problema de memoria ni de desinterés. El fenómeno tiene que ver con la forma en que el cerebro selecciona y guarda la información.
Y es que, cuando conocemos a una persona, el cerebro almacena varios datos a la vez: su aspecto, su voz, el contexto en el que nos lo presentan y también su nombre. Sin embargo, debido a la cantidad de información que procesamos a diario, tiende a dar prioridad a lo que considera más útil o relevante. El nombre, en muchos casos, queda relegado a un segundo plano, sobre todo si se trata de alguien con quien no tenemos un vínculo estrecho.
La explicación científica
En un artículo publicado en la revista Psychology Today, señala que los nombres no suelen tener una conexión lógica con la persona. Y es que, tal y como señalaron las psicólogas Lise Abrams y Danielle Davis, a diferencia del vocabulario cotidiano, los nombres propios no ofrecen pistas sobre la persona que designan. Esto los convierte en términos sin relación directa con su significado. Así, mientras una palabra como “cazo” activa de inmediato una representación mental, un nombre como “Juan” no aporta ninguna información sobre quién lo lleva.
Para recordar el nombre de una persona a la que acabas de conocer, son muchos los que, para no olvidarlo, se repiten en voz alta para así mismo dicho nombre varias veces. Sin embargo, es un error ya que el cerebro no puede pronunciar y recordar a la vez. Por este motivo, el experto Nick Morgan asegura que eso no sirve para nada. De hecho, este profesional asegura que la clave esta en escuchar con atención y guardar un breve silencio de al menos cuatro segundos. Ese tiempo, socialmente aceptable en cualquier conversación, permite que el cerebro procese la información sin distracciones.
Otros trucos para mejorar la memoria y recordar bien los nombres
Aparte de escuchar y esperar unos segundos, hay otros métodos que ayudan a recordar nombres según Morgan. Uno es usarlos más tarde, no de inmediato, sino tras la “pausa de los 4 segundos”, incorporándolos en otro contexto. Otro es asociarlos con imágenes o ideas que ya conocemos, como imaginar a un herrero cuando alguien se apellida Herrero. También sirve practicarlos, porque la repetición consciente refuerza la memoria igual que en cualquier otra habilidad.
Además, algunos estudios señalan recursos curiosos: masticar chicle, que mantiene la atención activa; beber café, que mejora la memoria y la concentración; y practicar mindfulness, una forma de entrenar la mente para estar más presente y recordar mejor.