Muchas de las decisiones que tomamos a diario se basan en la costumbre más que en la reflexión. Lo que comienza como una rutina inofensiva puede convertirse, con el tiempo, en un obstáculo silencioso para nuestro bienestar emocional y nuestro rendimiento en el trabajo o los estudios. Según el autor y coach Jeff Haden, “el éxito y la felicidad no son para los excepcionalmente hábiles; cualquiera que comprenda la verdadera naturaleza de la motivación puede alcanzarlos”. Reconocer qué hábitos nos restan energía y foco es el primer paso para cambiarlos.

Estas son siete rutinas comunes que pueden estar interfiriendo en tu vida sin que te des cuenta:

Mirar al móvil mientras hablas con alguien

Interrumpir una conversación para revisar notificaciones transmite desinterés y debilita los vínculos personales. Evitarlo mejora la calidad de la comunicación y favorece relaciones más sólidas.

Hacer varias cosas a la vez

Aunque la multitarea se valora como una habilidad, en realidad reduce la eficiencia y la calidad del trabajo. Enfocarse en una sola tarea mejora la concentración y los resultados.

Tratar a todas las personas por igual

Adaptar la comunicación y las expectativas según la persona es clave en cualquier entorno. Escuchar y observar permite relacionarse de manera más efectiva y evitar malentendidos.

Priorizar a personas con las que no tienes un vínculo real

Dedicar más atención a redes sociales o mensajes de desconocidos puede desconectarte de tus relaciones más cercanas. Estar presente con quienes te rodean refuerza el equilibrio emocional.

Ignorar los errores sin analizarlos

Pasar por alto un fallo puede parecer práctico, pero es una oportunidad desaprovechada. Reflexionar sobre lo que salió mal ayuda a evitar que se repita y favorece el crecimiento personal.

Quejarse constantemente

La queja sin acción perpetúa la frustración. En su lugar, es más útil plantearse qué se puede hacer para mejorar una situación y asumir la responsabilidad del cambio.

Tomar decisiones impulsivas

Actuar sin pensar puede traer consecuencias no deseadas. Detenerse, evaluar los riesgos y considerar alternativas permite tomar decisiones más acertadas.

Para contrarrestar estos hábitos, Haden recomienda comenzar el día con una rutina consciente, establecer objetivos claros, reservar tiempo para uno mismo y revisar los avances con regularidad. Cambios pequeños, aplicados con constancia, pueden tener un impacto profundo en la calidad de vida.

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