Que alguien nos corte la palabra en medio de una conversación puede resultar incómodo. Sin embargo, la psicología explica que este hábito no siempre es simple descortesía: puede reflejar determinados rasgos de personalidad, dificultades emocionales o de autocontrol. Además, especialistas como Mel Robbins aportan herramientas para aprender a responder sin perder la calma.
Claves psicológicas del hábito de interrumpir
Más allá de los malos modales
Quien interrumpe con frecuencia no siempre lo hace por falta de educación. En muchos casos, se trata de una manera de buscar protagonismo o de expresar una necesidad de reconocimiento en la conversación.
Impulso y carga emocional
Otra causa frecuente es la dificultad para controlar impulsos. En situaciones tensas o cuando se experimentan emociones intensas, la persona puede sentirse empujada a hablar de inmediato para desahogarse o tomar el control.
Factores que pueden intensificarlo
El estrés, la ansiedad y condiciones como el TDAH también influyen. La ansiedad puede empujar a interrumpir para reducir la sensación de inseguridad, mientras que en el TDAH la rapidez de pensamiento hace que exista el temor de olvidar la idea si no se dice de inmediato.
Consecuencias en la comunicación y los vínculos
Dificultades en el diálogo
Cuando las interrupciones son constantes, el intercambio pierde fluidez. Cortar el discurso de los demás puede provocar que se pierda información clave y aumente el riesgo de malinterpretaciones.
Impacto en las relaciones
Para quien lo sufre, puede interpretarse como una falta de consideración. A largo plazo, este comportamiento genera distanciamiento y deteriora la calidad de las relaciones personales o laborales.
El enfoque de Mel Robbins: cómo mantener tu espacio
La especialista en desarrollo personal Mel Robbins señala que interrumpir no es un gesto inocente: “es una falta de respeto”. Su consejo es claro: proteger el derecho a terminar una idea y recordar que en toda conversación debe existir equilibrio entre hablar y escuchar.
Tres recursos para manejar las interrupciones
Robbins recomienda varias técnicas que ayudan a mantener el control cuando alguien corta nuestro discurso:
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Seguir hablando a pesar del corte
No detenerse transmite que nuestro mensaje es válido y que tenemos derecho a concluir la idea antes de ceder la palabra.
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Usar un ritmo más pausado
Reducir la velocidad al expresarse mejora la claridad y favorece que el interlocutor preste atención sin necesidad de elevar el tono ni entrar en confrontación.
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Mencionar a la persona y pedir espacio
Si la interrupción persiste, Robbins sugiere dirigirse directamente al interlocutor por su nombre y expresar de forma tranquila que se quiere terminar antes de escuchar su aporte.
Combinar firmeza con escucha
Robbins resume su visión en una idea sencilla: primero hay que respetar lo que uno mismo dice, y después, escuchar al otro. La conversación mejora cuando ambas partes se sienten escuchadas.
Interrumpir es un gesto que revela inseguridades, impulsividad o necesidad de atención, y puede afectar negativamente a las relaciones. Comprender por qué ocurre y aplicar estrategias conscientes permite reforzar la comunicación y garantizar un intercambio más respetuoso y equilibrado.
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