Una investigación realizada en los Países Bajos sugiere que las personas que tienden a acostarse y despertarse tarde —los llamados “noctámbulos”, búhos o trasnochadores— podrían experimentar un deterioro cognitivo más rápido en comparación con quienes madrugan. El estudio, dirigido por Ana Wenzler, investigadora en demencia de la Universidad de Groningen, forma parte del Proyecto BIRD-NL, un programa nacional que analiza el envejecimiento y la salud cerebral.
A partir de cuestionarios sobre hábitos de sueño, el equipo de Wenzler clasificó a los participantes en tres cronotipos: madrugadores, intermedios y nocturnos. La mayoría eran madrugadores (52 %) o intermedios (44 %), mientras que solo un 5 % se identificó como noctámbulo, una cifra muy por debajo del promedio estimado mundial (alrededor del 30 %).
Los noctámbulos tienen un declive más pronunciado de rendimiento cognitivo
Durante diez años, los investigadores analizaron pruebas de función ejecutiva —como la capacidad de planificar, tomar decisiones o controlar impulsos— para observar cómo evolucionaba el rendimiento cognitivo con el tiempo. El resultado fue claro: las personas con un cronotipo tardío mostraban un declive más pronunciado en estas habilidades. No obstante, Wenzler aclara en Fortune que el estudio no abordó otros aspectos como la memoria o el lenguaje, y que se necesita más investigación para comprender el impacto completo del cronotipo sobre el cerebro.
Tabaquismo y calidad del sueño: factores influyentes
Según los datos obtenidos, parte del deterioro observado —alrededor del 25 %— se relaciona con factores modificables como la mala calidad del sueño o el tabaquismo. “Llevar un estilo de vida saludable podría reducir en parte el efecto negativo de tener un cronotipo tardío”, señaló Wenzler en declaraciones a Fortune.
Más educación, mayor deterioro
Curiosamente, el mayor deterioro se detectó entre personas con mayor nivel educativo, que suelen tener rutinas laborales más estructuradas y menos flexibilidad horaria. Esto podría llevar a que duerman menos horas de las necesarias, lo que afecta al descanso del cerebro.
Aún no hay evidencias concluyentes
Cambiar el cronotipo no es sencillo. Aunque algunos estudios han demostrado que con intervención intensiva se pueden adelantar los horarios de sueño en cierta medida, los expertos advierten que estos cambios son limitados. “Forzarse a madrugar no convierte a nadie en madrugador”, explica Wenzler. En la misma línea, el neurocientífico Matt Walker, de la Universidad de California, defiende que dormir en armonía con el cronotipo natural es clave para la salud cognitiva.
Por ahora, no hay evidencia concluyente de que los noctámbulos tengan mayor riesgo de demencia, pero los investigadores seguirán explorando esta posible relación en futuros estudios a largo plazo.