España parece haberse tomado tres bebidas energéticas seguidas antes de opinar de política. Volvemos una y otra vez al cuadro de Goya. Los socialistas madrileños no podemos caer constantemente en las provocaciones de Ayuso. La incendiaria presidenta de la Comunidad de Madrid solo busca deforestar el estado del bienestar. Madrid se le queda pequeña. Tiene una ideología tan cerrada como cerril. Su neoliberalismo es una apisonadora, un panzer, un garrotazo, un reguero de gasolina listo para recibir cualquier cerilla.

Esta mujer no duda (probablemente porque otros piensen por ella), no siente compasión, no guarda lealtad institucional, no tiene reparos en soltar la correa a un tipo de pensamientos que deberían llevar bozal. Va a lo suyo, va con los suyos y, de momento, la mayoría de los madrileños la acompaña en este despropósito moral. Sí, moral, porque lo que está en juego no es solo un proyecto político concreto, más acertado o menos equivocado que otros, sino la capacidad de sentirnos parte de algo más grande que nuestras propias ambiciones personales.

La libertad individual frente a los demás que promueve doña Isabel nos lleva al abismo como sociedad. Cuando el resto se convierte en molestia, en estorbo irritante, en adversario, abandonamos la polis y regresamos a la jungla. Los socialistas defendemos una libertad personal compartida. La diferencia de enfoque resulta fundamental. A Ayuso eso le da igual, pero no creo que les pase a todos sus votantes. Nadie que se llame patriota puede despreciar a sus hermanos. No confundamos supremacismo con nacionalismo. Yo amo mi país con la misma fuerza que cualquiera del PP.

Decía Azaña, con más razón que un santo, que si los españoles habláramos solo de lo que sabemos se produciría un gran silencio que podríamos aprovechar para pensar. Creo que la oposición socialista en la asamblea de Madrid tiene que concentrarse en esta comunidad. Debemos atarnos al mástil de la responsabilidad competencial y no caer en el hechizo de las sirenas. Ayuso ha conseguido que las hormigas quieran ser cigarras.

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La labor del PSOE de Madrid es ir despertando a la gente, con pruebas objetivas y argumentos razonables, de este conjuro hedonista que contamina la inteligencia. Las políticas sanitarias del gobierno regional son un puñetero desastre, la educación pública está siendo arrinconada por la privada, los que más tienen están pagando mucho menos y eso lo están notando trágicamente los que menos tienen. El PSOE en Madrid no puede perder la concentración propositiva, tiene que saber especializarse en su argumentación crítica.

Ayuso rehuye el debate político autonómico, solo se siente cómoda en el octógono de MMA populista. Ella está feliz en su disfraz de flautista de Hamelín. No la acompañemos al infierno, dejemos que vuelva. El PSOE de Madrid habla de Madrid, escucha a Madrid. Nuestro compromiso y nuestra coherencia han de convertirse en las mejores credenciales electorales. Quizá sería bueno ignorarla un poquito, aunque escueza al principio, a ver si  así los que la votan escuchan realmente las tonterías que dice y descubren las barbaridades que hace.