La razón de tanta oposición es simple: la LOMCE no es una ley de educación, sino una ley ideológica de educación que junto a medidas técnicas que supuestamente mejoran la calidad de la educación, va intercalando algunas más claramente ideológicas (como el propio tertuliano ha reconocido ya) y otras decididamente políticas (de partidismo político y por ello mismo igualmente ideológicas). Se podrá argumentar que las leyes anteriores también lo eran, pero desde el punto de vista profesional y, desde luego, desde el punto de vista de lo que debe ser, no es razón: un error no se corrige con otro error, como cualquier persona sensata sabe.
En el propio Ministerio, en alguna reunión, se reconoció que el objetivo real de la LOMCE es frenar el nacionalismo periférico a través de currículos cerrados (el temario que debe impartirse en toda España) y, sobre todo, a través de las pruebas externas objetivas, donde primarán la lengua española y la historia de España. Cuando el tertuliano/ministro dijo lo de españolizar a los niños catalanes no fue un lapsus, sino una descripción de los objetivos de su mala ley.
El tertuliano/ministro sabe que su ley no gusta a nadie y sabe perfectamente que no mejorará la calidad de la enseñanza, sino que simplemente meterá en cintura a los otros nacionalistas (los no españolistas). Pasa como con las medidas económicas de este gobierno, que dicen buscar la creación de empleo pero que realmente buscan el reforzamiento del sistema a base de paro y precarización. En la LOMCE la excusa es la calidad, pero el verdadero objetivo es el reforzamiento del nacionalismo españolista y catolicón.
Sabe este tertuliano con cartera de ministro que hay un clamor en contra de su LOMCE, pero le da igual. Sabe que todo el sistema ha ido hoy a la huelga, pero le da igual. Sabe que probablemente quedará en la historia de los ministros de educación a la misma altura que aquel ministro Orovio, al que todos terminaron llamando Oprobio por su ridícula circular sobre la enseñanza, pero le da igual. La mayoría soberbia del PP tiene cara y nos está saliendo muy cara.
Jesús Pichel es filósofo y autor del blog Una cuerda tendida