El rey emérito don Juan Carlos que abdicó hace cinco años, se ha retirado de los actos institucionales jubilándose de forma definitiva el domingo 2 de junio. Y lo ha celebrado de modo peculiar: con una corrida de toros en la plaza de Aranjuez

Para más desconcierto, el evento se concebía también como un homenaje a la reina María de las Mercedes de Borbón y Orleans, fallecida hace 19 años y culpable según las crónicas de introducir a su hijo en la pasión por la denominada fiesta nacional.  Una foto de la reina presidía el palco de la plaza en el que se sentaban además la Infanta Elena y su hijo Froilán, un joven que según explican las crónicas cortesanas tiene su corazón puesto en la derecha, y más allá. Por cierto, ese domingo, se encontraba en el coso, de pie en la barrera junto a una bandera de España, Santiago Abascal, el líder de Vox.

¿No había otra celebración de despedida más acorde con la imagen de un rey protagonista indispensable en la transición del franquismo a la democracia? Un hombre que, desde la Institución, ayudó a despejar el camino y a eliminar el peligro. Esos valores son los que deberían haber quedado patentes en la despedida.

Pero en los últimos años empezamos a conocer de manera evidente, algunos de sus aspectos personales poco edificantes. La buena imagen del antiguo rey inició su declive a pasos agigantados. Por ejemplo, cuando los españoles nos quedamos asombrados y en muchos casos indignados, al saber que su majestad había participado en una cacería de elefantes en Botswana.

¿No había otra celebración de despedida más acorde con la imagen de un rey protagonista indispensable en la transición del franquismo a la democracia?

Ante todo, el rey emérito ha demostrado en este punto y final una evidente falta de sensibilidad hacia una parte creciente de la sociedad española, que está en desacuerdo con las corridas de toros. Esta despedida real representa la guinda de un mal pastel.

Creo que don Juan Carlos se ha equivocado. Debería leer a un cronista de otra época, Mariano José de Larra, quien relataba en su artículo crítico Corridas de toros publicado el 31 de mayo de 1828 en el Duende satírico del día, que los usos taurinos provienen de las costumbres de los conquistadores moros, añadiendo que “se podía disculpar entonces su atrocidad al entretener el valor ardiente de los guerreros” cuando no estaban batallando.

No, no parece oportuna la exaltación de tan controvertida costumbre en una despedida de ese calibre. Don Juan Carlos se ha pasado por el arco de la Puerta Grande de Aranjuez el sentimiento de muchos ciudadanos que sí están de acuerdo con Larra, cuando escribió: "Los madrileños se acercan al circo a ver un animal tan bueno como hostigado, que lidia con dos docenas de fieras disfrazadas de hombres". Tome nota, emérita majestad.

  Enric Sopena es Presidente ad Meritum y fundador de ElPlural.com