Lo que es bueno para el medio ambiente es bueno para la economía y la sociedad en su conjunto. Esta máxima, refrendada por prestigiosos economistas, inversores financieros y líderes empresariales de todo el mundo, quedó científicamente demostrada con la publicación del famoso Informe Stern sobre la economía del cambio climático publicado en 2006 por el influyente economista Sir Nicholas Stern por encargo del Gobierno Británico.

Este informe, que incluye la categórica máxima de que “el cambio climático es el mayor fracaso del mercado jamás visto en el mundo” hace numerosas referencias a la necesidad de avanzar hacia un desarrollo más sostenible que tenga en cuenta los límites del planeta, que no rebase su capacidad de carga y que deje de excluir los costes ambientales de la contabilidad, pues de lo contrario ésta será falsa.

Para el prestigioso economista británico, la adaptación al cambio climático, es decir, los pasos para incrementar la resiliencia de nuestra sociedad y reducir los costes ambientales al mínimo, son de una importancia crucial.

Proteger el medio ambiente y combatir la crisis climática es la mejor inversión que se puede llevar a cabo con independencia del sector del que estemos hablando. Porque si el deterioro ambiental sigue avanzando al ritmo actual y no logramos contener el calentamiento por debajo de los dos grados que marca el Acuerdo de París, el mercado, con independencia del sector del que estemos hablando, desaparecerá.

Aunque ya no estamos a tiempo de evitar la crisis climática que estamos sufriendo, sí que podemos evitar que vaya a más. Todavía estamos a tiempo de evitar los escenarios más inquietantes descritos por la ciencia y proteger en cierto grado a nuestra sociedad de las peores consecuencias.

Fomentar el mantenimiento de los sistemas que prestan mayores servicios a la lucha contra el cambio climático, es decir los ecosistemas naturales, es una de las principales aportaciones que se pueden llevar a cabo desde la economía para afrontar el mayor reto al que se enfrenta: el cambio climático, que es a su vez el mayor reto al que se enfrenta el ser humano.

El Informe Stern vino a demostrar que emprender una estrategia global a favor del medio ambiente y en contra de la crisis climática es la mejor inversión que se puede llevar a cabo. No solo por lo que supone de alejar la incertidumbre respecto a nuestro futuro como especie, sino por las grandes oportunidades de crecimiento y desarrollo que ofrecen hoy en día los sectores vinculados a la economía circular.

Trece años después de su publicación el informe que planteaba un cambio de paradigma en la economía mundial resulta más oportuno que nunca. Sin medio ambiente no hay mercado. Sin la colaboración de todos para protegerlo no conseguiremos evitar lo peor. El mercado necesita respetar las líneas rojas del planeta. No podemos seguir creciendo a cualquier coste porque el planeta se está quedando sin fondos y ya no puede cubrirlo todo.

Otro célebre economista, el francés Serge Latouche, muy crítico son sus homólogos, partidario del decrecimiento y radicalmente opuesto a las tesis de Adam Smith, afirmó que “quien sueñe con un crecimiento ilimitado en este planeta finito, o está loco o es economista”. Y tal vez no sea necesario llegar a tanto, pero de lo que no cabe ninguna duda es que si seguimos consumiendo a los niveles actuales pronto necesitaremos los recursos de tres planetas como La Tierra para satisfacer nuestras necesidades, y eso es imposible.