Escribo sin saber el resultado del referéndum en Italia al que el primer ministro Renzi ha unido su suerte política. Es sin duda uno de los puntos más interesantes ahora mismo en la desvencijada Europa, junto con la hipotética llegada de la ultraderecha a Austria.

Mal asunto si el socialdemócrata transalpino pierde la consulta y mucho peor aún si la ultraderecha austriaca, con fuertes tintes racistas, se hace con el poder. Si los peores augurios finalmente se cumplen la Europa del Tratado de Roma y más aún de los Tratados de Lisboa y Niza habrá saltado por los aires.

Italia

Una de las propuestas estrella del primer ministro italiano al pueblo es la reducción del Senado y, sobre todo, la recuperación de competencias por parte del Estado en detrimento de las regiones. Lo hace desde la izquierda en aras de la gobernabilidad y de un Estado que no sea un caricatura de si mismo. Hay que decir que siempre han sido los poderosos los menos interesados en la existencia de un poder ejecutivo de manos democráticas pero libres porque de esa forma pueden ellos implantar la ley del más fuerte. La praxis política que acredita lo anterior nos remite hasta los estados feudales.

Insisto. Esa propuesta se hace desde la izquierda moderada, pero izquierda. No estaría de más que sus conmilitones españoles echaran un vistazo a las preguntas que ha hecho Mateo Renzi a los ciudadanos que gobierna. Insisto, independientemente de si gana o pierde que según las encuestas previas (sin que esto quiera decir nada sino todo lo contrario) tiene muchas posibilidades de perder. Algo obvio.

Lo de Montoro

No quisiera dejar pasar la oportunidad que me brinda mi artículo semanal en ELPLURAL.com para subrayar la nueva subida de impuestos aprobada por el Gobierno a los pocos días de revalidar su poder. No es algo que pueda sorprender a nadie porque las matemáticas no suelen fallar. Si había dado su palabra a Bruselas de recortar el déficit y no hay ahorro por ninguna parte dentro de las cinco administración es que sufrimos y pagamos la cosa es blanca y en botella.

Pero ya no podrá invocar el señor Ministro de Hacienda que se ha visto obligado a volver a rascar el bolsillo de los ciudadanos por la “herencia recibida”. Ni tendrá coartada alguna para presumir de filosofía política al respecto. Pone el acento en la nueva fiscalidad de las empresas (grandes, señala, pero que extenderán igualmente a las medianas y ya veremos sino también a las pequeñas), medida, que, inevitablemente y lo comprobaremos hará repercutir en sus trabajadores. Tengo mis dudas que en breve no se aplique también mayor presión fiscal en impuestos indirectos como la gasolina, por ejemplo.

Pero podrían haberlo dicho en la larguísima campaña electoral de casi un año que iban a llevar a cabo lo que hacen. Al menos con el mismo énfasis que enfatizaron sus compromisos con la Unión Europea y, específicamente, con el comisario Pierre Moscovici, socialista francés por más señas.