Teniendo presente que esta semana se han cumplido 35 años del 23F, he creído preciso recordar una anécdota que viví hace dos legislaturas con el Presidente del Congreso de los Diputados en aquel entonces, José Bono. 

En una comida con los diputados baleares, el que era la tercera autoridad del país nos contó numerosas anécdotas de su dilatada trayectoria política. Una de ellas hacía mención a cómo vivió personalmente el 23F, siendo miembro de la Mesa del Congreso en ese momento.

Recordaba Bono que había un teniente de la Guardia Civil (“Teniente Álvarez, creo” señaló al rememorar con él esta semana la anécdota) que durante el golpe de Estado no paró de amedrentar a los diputados dentro del hemiciclo.

Sin embargo, cuando al día siguiente la intentona había fracasado con el desenlace ya conocido, el citado mando se cuadró ante el futuro presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, poniéndose a sus órdenes. Éste le espetó: “A usted le falta categoría para vestir ese uniforme.  Mientras se sintió vencedor nos humilló y ahora ya se le ve el miedo en la cara.”

En mi opinión, la anécdota es ilustrativa de muchos aspectos del 23-F pero también de algunos otros del temperamento humano. De cómo las personas podemos ofrecer diferentes caras en función de nuestra situación particular.

Rajoy humilló a la gran mayoría de los españoles durante su mandato estos cuatro años. Sí, también a quienes le habían votado. Lo hizo incumpliendo casi todas las promesas que había formulado y llevando a cabo recortes de libertades, derechos y prestaciones a mansalva.

Y lo hizo porque en ese momento se sentía fuerte, arropado por el apoyo de su mayoría absoluta parlamentaria. Efectivamente, esa fortaleza no le venía dada porque él sea un político vigoroso o valiente, sino que era una situación coyuntural.

Ahora el presidente en funciones ha demostrado la cobardía que le ha caracterizado en realidad durante casi toda su trayectoria política. Porque cuando tenía que haber dado un paso al frente y tratar de cumplir el encargo que como candidato más votado del país le correspondía, se situó al margen.

Los acontecimientos lo han desbordado y muchos de sus propios votantes reniegan de su falta de valentía. El miedo, como en aquel teniente de la Guardia Civil hace 35 años, se refleja en su cara.

Por eso a Rajoy le ha faltado categoría para vestir el uniforme de candidato a la Presidencia del Gobierno que sí ha querido probarse Pedro Sánchez.