La situación del país es lo suficientemente grave como para que los ciudadanos conozcan las respuestas que cada fuerza política propone para afrontar la salida de la crisis y la lucha contra el paro. Las recetas socialistas podrán valorarse como mejores o peores, pero están a la vista y en pleno proceso de aplicación. Las recetas populares son una incógnita. Sabemos que no les gusta casi nada de lo que hace el gobierno socialista, incluidas aquellas medidas ineludibles que derivan directamente de nuestros compromisos internacionales para reducir el déficit o asegurar la financiación de la deuda. Y escuchamos cada día las cantinelas sobre la necesidad de “un gobierno serio y austero”, que “haga lo que hay que hacer”, eso sí “con eficacia y sin errores”, buscando “la recuperación de la confianza”, y apoyando “a los empresarios y autónomos que crean empleo”. Pero esto no es un programa, ni siquiera una declaración seria de intenciones. Se trata tan solo de la puesta en práctica de la estrategia de la ocultación, o el “evitemos que conozcan nuestro programa hasta que no tenga marcha atrás”.
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