¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Eso reza un conocido dicho y lo que hay quien se empeña en creer pese a todo. Y, aunque con la que está cayendo una añora las cosas simples que nos pasaban desapercibidas, como besos y abrazos, no hay que pasarse de frenada, no se nos vaya la cosa de las manos.

Es verdad que el tiempo y la nostalgia añaden una pátina a los recuerdos que elimina lo malo e idealiza lo bueno. Es algo que se percibe enseguida. Basta que muera alguien para que, desde ese momento, se exalten sus virtudes y se olviden sus defectos hasta extremos increíbles.

Pero esto, más o menos comprensible respecto de quienes vivieron algo, lo es mucho menos cuando quien alude al pasado ni lo ha vivido ni tiene ni la más repajolera idea de lo que fue

Me venía esto a la cabeza cuando escuché, con los pelos como escarpias, las barbaridades que una mujer joven gritaba en un homenaje a la División Azul. No le daré más protagonismo del que merece, pero sí quiero resaltar algo. ¿Cómo puede alguien hablar de un pasado que no conoció con esa añoranza? ¿Y cómo, además, siendo mujer, se puede exaltar un régimen que nos consideraba seres de segunda -o ínfima- categoría?

Lo peor es que no es una anécdota. Es mucho más. Son muchos las personas y los grupos que nos remiten a esos regímenes totalitarios que aterrorizaron a varias generaciones, en versiones más o menos blanqueadas. En eso consiste la eclosión, y el consiguiente peligro, de la ultraderecha.

En el caso de las mujeres es especialmente grave ¿Cómo se puede pretender la vuelta a un régimen que nos trataba como menores de edad para tener derechos y como sujetos plenos y culpables para el castigo? Las mujeres de entonces no podían hacer determinados trabajos, abrir una cuenta corriente o viajar sin el consenso de un varón, sea padre o marido, pero sí podían ser condenadas por sus hechos con la cárcel o algo peor.

No se trata, además, de algo exclusivo de nuestro país, ni de Europa. Ya desde hace tiempo existe en Estados Unidos el movimiento Tradwife, que reivindica el papel de la mujer esposa y madre que dedica su tiempo solo a hacer tartas fantásticas y tener todo a punto para la llegada de su maridito, amo y señor.

Ahora que llega el 8 M, no podemos más que agradecer a todas las que lucharon para que ese pasado no fuera presente. Ahora nos queda pelear a nosotras porque no sea futuro

SUSANA GISBERT

Fiscal y escritora (twitter @gisb_sus)