Algún día el PP tendrá que rendir cuentas. No solo por sus fechorías económicas y sus asuntos de corrupción, que los tribunales han sentenciado y siguen investigando, sino por su actitud destructiva de la convivencia y el avance social. La postura de Pablo Casado bloqueando cualquier posibilidad de resolver los temas urgentes y pendientes de aprobación en el Parlamento no es de recibo en un líder que se dice constitucionalista.

Como primera premisa y en acatamiento de la Constitución, el presidente del PP debería reconocer que el Ejecutivo surgido de las urnas y basado en una mayoría social tiene que gobernar y que la oposición tiene que hacer posible ese gobierno.

Cuando Casado salió de su reunión en la Moncloa con el presidente Pedro Sánchez afirmando haber propuesto grandes pactos económicos, institucionales y sociales, pero solo si se aceptan medidas irrenunciables para el PP, como la inhabilitación del President de la Generalitat, o la desconvocatoria de la mesa de diálogo bilateral, la no reforma del Código Penal o el mantenimiento de la reforma laboral.

Pide también el presidente del PP, y se queda tan fresco, la despolitización de la justicia, cuando basta recordar al anterior portavoz popular en el Senado, Ignacio Cosidó, en referencia a la fallida reforma del consejo General del Poder Judicial. Explicó alborozado a sus compañeros : “Ha sido una jugada estupenda. Controlaremos la Sala II desde detrás”, en referencia al tribunal que en última instancia decide sobre los asuntos penales que tanto dolor de cabeza producen en Génova.

La guinda es cuando Casado reclama que el Gobierno reconozca la legitimidad de Juan Guaidó. Un asunto de la oposición venezolana que es para los populares lo más importante que sucede en España por encima de la desigualdad, la violencia de género, la creación de puestos de trabajo, la defensa del medio ambiente  o la mejora de la sanidad y las pensiones. Los populares se ciegan con Venezuela, ellos sabrán por qué.

Lo resumió bien la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, cuando dijo al término de la reunión que Casado no había  entendido aún el resultado de las urnas que han puesto a Sánchez al frente del país y al presidente del PP en la oposición. De ahí esa terquedad “negacionista,” en palabras de Montero, que exige que las cosas se hagan como el PP quiere.

El expresidente de Uruguay José Mújica, hombre de mente clara, ha denunciado en una entrevista: “… operan fuerzas muy conservadoras que están en contra de las políticas sociales, de las políticas de reparto.... Hay gente convencida de que la Justicia es una rémora intelectual y que hay que aceptar las desigualdades”.

Habrá que esperar a que Pablo Casado no mantenga esa actitud. Tiene una gran responsabilidad con todos los ciudadanos.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com