Francisco, a la jesuítica manera y tirando con bala, envió un mensaje a nuestros políticos de todos los signos en la conversación con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la audiencia que ambos mantuvieron este sábado en El Vaticano: “Es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país y desfiguran la patria”, dijo el Santo Padre sin citar a nadie, pero dejando nítida la necesidad de clarificar ideas y permanecer en guardia.

Algo que rubricó al afirmar que las ideologías no construyen, sino que sectarizan y deconstruyen. Mencionó además el libro del Siegmund Ginzberg, Síndrome 1933 donde se realiza un análisis sobre el ascenso de Hitler. Más claro no pudo ser el Papa en cuanto al riesgo latente, explicando como una ideología marcó el camino hacia el nacionalsocialismo hasta lo que ocurrió después: “El drama de Europa con esa patria inventada por una ideología”.

La ultraderecha debe saber bien que en el Papa tiene a un enemigo declarado. No podría ser de otra manera con un hombre que ha asistido a lo peor del fascismo en la dictadura argentina y no ha comulgado con tal extremo. El muy ultraderechista Santiago Abascal había despreciado la visita de Sánchez a Roma: “Solo nos faltaba que un abortista y un promotor de la eutanasia se pusiera en plan monaguillo a citar encíclicas papales”, le espetó cuando Sánchez le recomendaba la lectura de Fratelli Tutti, la ultima encíclica papal que advierte del peligro del neoliberalismo.

Es decir, si alguien desde la izquierda invoca positivamente a Francisco no es más que un monaguillo. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero visitó a Francisco también produjo escándalo. A su regreso, el entonces presidente del Gobierno también hizo una valoración positiva: "Para mí fue todo un descubrimiento. Me pareció que no estaba frente a un Papa, sino frente a algo más auténtico y que representa los valores más profundos del cristianismo”.

En su encuentro con Pedro Sánchez, el Santo Padre, tras su referencia al nazismo, advirtió: “Cuidado que estamos haciendo un camino parecido”. También recordó que el borrón y cuenta nueva no procede ahora, lo que acaso podría ser la actitud de quienes abogan por la república, e hizo una admonición a las fantasías tradicionalistas que representa la derecha. Y “cuidado con los localismos” profirió Francisco, pensando tal vez en sueños secesionistas.

Para el Papa quienes gobiernan deben “hacer progresar al país, consolidar la nación y construir la patria, pero una patria con todos”. Su misión, dijo, “es una forma muy alta de la caridad y del amor”. Añadió que va más lejos de maniobras o de resolver casos, que todos los días llegan al escritorio de los políticos, sino de servicio. Y previno al presidente Sánchez que eso es bastante trabajo porque es una tarea que no es fácil. Así que, le dio un encargo: “Transmita a los miembros de su Parlamento, lo que piensa el Papa de esto”.

Francisco, que fue a Suecia en el quinto centenario de la Reforma luterana, también lanzó mensajes en clave de buenos consejos: Necesitamos aprender a trascender nuestras limitaciones para juntarnos con otras personas, dijo, y si no lo hacemos, “los cristianos resultaremos dañados por nuestras divisiones”.

Sánchez debe sentirse reconfortado. Pese a la enfermedad, la muerte y los continuos palos bajo las ruedas que le coloca la derecha cada día, ha recibido un espaldarazo del vicario de Cristo en la Tierra que le alienta en el camino emprendido: la visión progresista de su tarea, el bienestar de la sociedad y en combatir a todos aquellos que desprecian a los vulnerables y a los diferentes.


 


 


 

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