Se celebra en estos días, en Roma, la reunión del G20 con las ausencias de quienes no debieran estar ni en el G20, ni en la ONU, ni en organismo internacional alguno que defienda los Derechos Humanos o la ecología. Rusia y China evidencian con su ausencia lo que todos sabemos: que nos les importa nada la cada vez más evidente carrera de la humanidad hacia su extinción. Sus movimientos de colonización del Ártico, en busca de sus recursos naturales, son cada vez menos disimulados y evidentes. De hecho, por mucho que presenciemos las palabras de buena voluntad de algunos dirigentes, la Ciudad Eterna va a ser, una vez más, un decorado espectacular sobre el que dibujar la ruina del planeta que llevamos años diseñando sin remedio. 

La pandemia global que hemos sufrido, y que debería habernos hecho crecer en los valores que se suponen nos definen como especie, han sido un ejemplo más del egoísmo general, del cortoplacismo y de la depredación de muchos que han aprovechado la desgracia pandémica para hacer negocios con lo que era esencial para salvar vidas. Sigue sucediendo. Mientras el llamado primer mundo acumula vacunas, en África apenas un 5% de la población está vacunada, y en Sudamérica o Asia los índices de vacunación son sólo ligeramente superiores. Mario Draghi, presidente de la República italiana y anfitrión del encuentro, hizo un llamamiento a las potencias reunidas a buscar soluciones multilaterales a los problemas globales. “En muchos sentidos, el multilateralismo es la única respuesta posible. Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para superar nuestras diferencias y reactivar el espíritu que llevó a la creación de este grupo”, dijo Draghi, que subrayó la insostenible desigualdad en el reparto mundial de vacunas, por poner un ejemplo concreto de inhumanidad.

Con un poco de antelación a la cumbre romana, nos sorprendía un vídeo de ficción con una secuencia protagonizada por Frankie, un inquietante ejemplar de Tiranousarus rex, que se presenta en la sala principal de la sede de la ONU en Nueva York. El video está traducido a más de 35 idiomas. No es que sea el único dinosaurio de la asamblea, bien sabemos que, instituciones como estas y otras similares, sirven más para concederles retiros dorados a ciertos especímenes fósiles de la política, que para que trabajen de verdad por el interés general, pero intentemos confiar en la bondad humana, en la que quede…En su discurso ante la Asamblea General, en el video que pretende concienciar,  este inteligente dinosaurio (miembro virtual de una de las especies extinguida hace 65 millones de años) advierte a los delegados de los países miembros de la ONU: “No elijan la extinción”. 
Este virtual T-rex, informa a los humanos de que si continuamos quemando combustibles fósiles el Homo sapiens va camino irremediablemente de la autodestrucción. Según detalla el Programa de naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) “Por cada dólar comprometido en la lucha contra la crisis climática se gastan cuatro dólares en subvenciones a los combustibles fósiles”.  El estudio añade que estos subsidios a los combustibles fósiles anulan la efectividad de las acciones puestas en marcha contra el cambio climático y, por contra, provocan mayores desigualdades sociales, con los países y las personas más ricas como únicos beneficiarios, qué gran sorpresa esta…

El informe del PNUD indica que el principal contribuyente a la emergencia climática es el sector energético, que representa el 73% de las emisiones de gases de efectos invernadero, que son causadas por el hombre. Venimos asistiendo, durante meses, a cómo las depredadoras compañías energéticas inflan los precios, en España y en toda Europa, encareciendo la energía, aumentando el precio de los productos, subiendo la inflación, mientras siguen dañando el planeta para enriquecerse, aún más. Por esta razón, el G20 ha refrendado con amplia mayoría el aumento mundial del impuesto de sociedades un 15% pero, no seamos ingenuos, mientras no se ponga coto a los desmanes de las empresas energéticas, siendo intervenidas, de ser preciso, seguirán dañando el planeta y encareciendo sus precios, en detrimento de la ciudadanía, los países y el clima. Justo este viernes, aparecía un reportaje en el canal Telemundo 51, del meteorólogo Ariel Rodríguez, cuatro veces galardonado con el Premio Emmy, sobre la desaparición de las playas de la isla de Puerto Rico. Comprometido con la lucha con el cambio climático, este experto en ciencias ambientales incide en su trabajo en los factores de edificación no planificada, la mala gestión de costas, y el aumento del nivel del mar y de los ciclos climáticos, que están acabando con el litoral de la “Isla del encanto”. Fenómenos similares podemos observar en todo el mundo, y en los litorales mediterráneos y atlánticos españoles en los que, aunque la ley de costas ha frenado esta depredación de lo natural, se cometieron monstruosidades urbanísticas que dañaron ecosistemas y parques naturales. Aún hoy, el cultivo furtivo, daña ecosistemas como el parque natural de Doñana, o el mar Menor. Ojalá esta cumbre alumbre medidas reales, y no sólo buenas intenciones y fotos para acompañar titulares. El camino que llevamos, si es que tiene reversión posible, nos lleva a formar parte del campo de fósiles que, tal vez en unos miles de años, nuestros descendientes, u otra especie, esperemos que más sensible que la nuestra, estudie.