De todos es sabido que sólo los niños y los borrachos dicen siempre la verdad. Isabelita ha dicho una verdad que cualquier español con dos dedos de frente conoce: "No todos somos iguales ante la ley". Sí, ya sé que la Constitución dice lo contrario, pero ¿a quién va a creer usted, a la Constitución o a sus ojos?

Además, Isabel no es una niña común, como muy bien destaca El Mundo en un sesudo y ecuánime artículo publicado esta semana, la presidenta de la Comunidad de Madrid se viste y se peina ella sola, con sólo 42 añitos, así que no podemos ignorar semejante pozo de sabiduría. Es cierto que el Rey emérito, como ahora su hijo, no tiene nada a lo que la carta magna de nuestro país no dé derecho, como vivienda y trabajo, pero en su caso digamos que lo hace de una manera especialmente generosa.

Si todos los españoles tenemos derecho a una vivienda digna (aunque cómo lo consigas es asunto tuyo) el Rey lo tiene a una ostentosa en grado sumo y, esto es lo mejor de todo, gratis y con todos los gastos pagados. Lo mismo ocurre con el derecho al trabajo. En su caso lo tiene garantizado de nacimiento y de por vida, ni los contratos fijos de antes de la reforma laboral del PP se podían comparar con algo así. Y, por si le faltaba algo, con un sueldo de escándalo no sólo para el presunto trabajador, sino para la familia y allegados.

Por si todo esto fuera poco, la Constitución garantiza la inviolabilidad de nuestros monarcas mientras reinan. Cierto es que, conociendo el historial de la familia, se podían haber ahorrado este privilegio, porque de todos es sabido que si algo destaca a un Borbón es la honradez, pero decidieron incluirlo, vete tú a saber porqué, y la verdad es que queda bastante feo en un texto legal de un país presuntamente moderno y democrático.

Los padres de la Constitución no vieron la necesidad de hacer ninguna referencia al derecho de pernada, y Juan Carlos I, un hombre muy devoto de las tradiciones familiares, pensó que se daba por sobreentendido. Aunque a diferencia de sus antepasados, debo decir a su favor que siempre lo ha ejercido con enorme generosidad, con nuestro dinero, cierto, pero sin tacañería.  

Y, estarán conmigo, en que muy normal no es que la fiscalía te avise de que te están investigando para que te dé tiempo a reaccionar y evitar la posible condena. Así que yo creo que, sin temor a equivocarnos y sin que sirva de precedente, podemos darle la razón a Isabel Díaz Ayuso y afirmar con inequívoca rotundidad que en España no todos somos iguales ante la ley.

En España, a 12 de diciembre de 2020, siendo rey Felipe VI y Papa Francisco.