Hay algo que tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias deberían cuidar para evitar el disgusto y el rechazo. El problema es cómo se tratan. El miércoles pasado todos vimos que la relación entre el presidente del Gobierno en funciones y el de Unidas Podemos se mantenía con un tono bronco, poco empático e, incluso, desagradable.  ¿Era necesario? ¿Podrán reconciliarse algún día?

A nadie le agrada ver a dos diputados dando vueltas uno alrededor del otro y lanzándose desafíos para regocijo de la derecha y de la derecha extrema. Aún es menos grato porque representan a la izquierda de este país. Les une un fondo de complicidad ideológica y tienen el encargo de los ciudadanos de ponerse de acuerdo.

De esa sesión de control al Gobierno en que tuvieron lugar esas desgraciadas escenas quedó, a pesar de todo, un pequeño poso de esperanza: Pedro Sánchez aseguró que no deseaba una nueva convocatoria electoral, y Pablo Iglesias anunció su intención de conseguir una negociación en directo. Lo malo es que ayer jueves los dos seguían enrocados en sus posturas. El Presidente en funciones descartó encontrarse con el líder de UP, quien le había pedido una conversación a dos. Sin la presencia de equipos negociadores.

 A partir del lunes, el Rey recibirá a los representantes de todos los grupos políticos para conocer si hay candidato a la investidura o se deben disolver las Cortes.  Felipe VI podía haber iniciado la ronda de conversaciones este mismo viernes, pero ha decidido postergar los encuentros. Pensando en positivo, quizás el monarca haya dado la pausa de estos cuatro días para ver si los interlocutores reflexionan y consiguen desatascar la situación.

Mientras, el bloqueo se mantiene y la sociedad expresa su opinión que es muy diferente a la de los dos políticos en liza. Por una parte circula un manifiesto por las redes reclamando consenso. Por otra, hay una convocatoria para expresar el enfado frente al Congreso, advirtiendo de que es posible la abstención. Con una mayoría abstencionista, Sánchez resultaría investido tras la segunda votación.

La encuesta del CIS, que se conoció ayer, sitúa a Sánchez con un apoyo de casi el 30 por ciento de los encuestados, seguido de lejos por el PP, 11, 6, y mucho más atrás Ciudadanos, con un 7,4, cuando Podemos cuenta  solo con el 6,8. 

No es de extrañar que, el presidente de la Xunta, el popular Alberto Núñez Feijóo, experimentado en estos lances y saltando la barrera inflexible del proyecto España Suma, que defiende Pablo Casado, haya propuesto que, en último término, el PSOE se abra a un pacto de legislatura con el PP. Ese planteamiento del presidente gallego viene dado por la angustia que viven las Comunidades Autónomas al no recibir la financiación que les correspondería, lo que impide que hagan frente a los pagos comprometidos.

Los políticos que viven el día a día con los ciudadanos saben bien lo que supone que no haya Gobierno en plenitud de funciones. La reconciliación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tendría que haberse producido.

 

 

Enric Sopena es Presidente ad Meritum y fundador de ElPlural.com