Hasta ahora, cuando un partido ganaba las elecciones, su líder prometía gobernar para todos los ciudadanos con independencia de a quién hubieran votado. Era una convención, un gesto de buena educación democrática, de institucionalidad, un síntoma de que los consensos son fundamentales para la estabilidad y la convivencia en armonía.
Pero Trump, al igual que Milei, desde el minuto uno tras su toma de posesión, rompió con esta sana costumbre y anunció que sólo iba a gobernar para los suyos, no iba a respetar ninguna ley y norma anterior y a la otra mitad del país la iba a perseguir para vengarse del inventado robo de las anteriores elecciones.
Para el trumpismo y los secuaces de la ultraderecha global su meta es el exterminio de todos los que no piensan como ellos: wokistas, progresistas, izquierdistas... La metáfora de la motosierra no se limita a todos los bosques que les gustaría talar, es la siniestra y criminal advertencia de las cabezas que les gustaría cortar entre los que se opongan a sus decisiones o no les juren fidelidad absoluta, como están haciendo con miles de funcionarios públicos en Estados Unidos y Argentina.
No hay que esperar a que Trump cumpla cien días en la Casa Blanca para saber que no es desmesura los centenares de órdenes y decretos firmados en el Despacho Oval, es una dictadura pura y dura la que se ha implantado con la complicidad de la mayoría absoluta republicana en las dos cámaras legislativas.
El macartismo ha vuelto a la política norteamericana para hacer una "limpieza ideológica" en todos los niveles de la Administración y garantizar el pucherazo a favor de Trump en las elecciones de medio mandato previstas para 2026. Basta recuperar películas como "Arde Mississippi," interpretada por el genial Gene Hackman, para constatar cómo el supremacismo blanco ha resucitado y utiliza el mismo discurso que los racistas del Ku Klux Klan en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo.
No es alarmismo, sino realismo, denunciar que la ultraderecha utiliza las mismas tácticas que el nazismo empleó con la población judía en la Alemania de los años treinta. La principal es el señalamiento que emplean con los periodistas, el principal sector diana de sus ataques, en todos los países.Tras señalarlos y amenazarlos, lo siguiente es echarlos y negarles el acceso, como acaba de ocurrir en la Casa Blanca, o lo que pretenden en España los pseudomedios en la órbita de Vox para acreditar a agitadores como supuestos periodistas.
A la vista de que el propósito ultra generalizado es arrasar con todo, lo apropiado y oportuno es pasar a la acción: resistir y oponerse, defender los valores democráticos y el Estado del bienestar. La cordura y el sentido común nos exigen a todos ubicarnos en el lado correcto de la Historia, porque en el otro lado reina la locura y la crueldad de "gangsters como Trump y Putin" en palabras del ensayista Pankaj Mishra en su libro El mundo después de Gaza. Una breve historia publicado por Galaxia Gutemberg en español