La ONU dedica el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio) de este año a la lucha contra la contaminación atmosférica, principal causa de deterioro ambiental en los países más desarrollados y una de las grandes amenazas para la salud de las personas en todo el mundo.

El Día Mundial del Medio Ambiente es la fecha más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la conciencia y la acción global a favor de la protección del planeta, por eso ha decidido dedicar la presente edición a este grave problema de salud que afecta ya al 90% de la población mundial y supone el mayor problema sanitario de nuestro tiempo asociado al deterioro del medio ambiente.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dependiente de la ONU, las enfermedades relacionadas con la contaminación del aire se cobran siete millones de vidas cada año. Pero la mala calidad del aire no solo mata.

En 2018, los estudios relacionaron la contaminación atmosférica en las grandes ciudades del mundo con el aumento de casos de diabetes y con buena parte de las dolencias cardíacas y respiratorias más graves, incluido el cáncer de pulmón y los accidentes cerebrovasculares.  Ante todo ello, el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, no ha dudado en calificar a la contaminación del aire como "el nuevo tabaco".

Con esta celebración la ONU insta a los gobiernos, la industria y los ciudadanos de todo el mundo a que aporten soluciones a este problema global a través de toda clase de acciones, desde el ámbito legislativo al de los hábitos individuales, para detener esta amenaza. Y dos de las áreas desde la que se pueden aportar más soluciones son las energías renovables y la movilidad eléctrica.

Por eso Naciones Unidas ha elegido a China como país anfitrión de los principales eventos internacionales que se van a celebrar este año. Este país se ha convertido en uno de los principales líderes de la acción climática a escala internacional, impulsando el sector de las energías limpias y renovables y apostando de manera decidida por la movilidad eléctrica: posee la mitad de los vehículos eléctricos matriculados en el mundo y el 99% de los autobuses alimentados exclusivamente por electricidad.

Recordemos que con la puesta en marcha del Ministerio de Transición Ecológica liderado por la ministra en funciones Teresa Ribera, España ha dado un vuelco a su política medioambiental, proscrita durante los gobiernos del PP, apoyando un valiente y ambicioso catálogo de medidas para avanzar hacia una descarbonización completa de nuestra economía en 2050. Medidas que incluyen, entre otras, la prohibición de matricular  vehículos con motores de gasolina o gasoil en 2040: mucho más tarde por cierto de lo que lo harán buena parte de los países de la UE.

Asimismo, el gobierno socialista de Pedro Sánchez apoyaba este mismo año en el Parlamento Europeo un aumento de los objetivos en energías renovables y eficiencia energética de la UE para alcanzar el 35 % en 2030.

Unas medidas que, pese a provocar la reacción airada tanto del lobby automovilístico como del de las energías fósiles, encaja a la perfección con los compromisos de la ONU en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): centrados en aumentar la calidad de vida de las personas y conservar la naturaleza mediante la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.