El dato es demoledor. En Andalucía, el 64,3 % de los centros de salud no tienen pediatra, según El Correo de Andalucía. Casi medio millón de niños y niñas no cuentan con un especialista cuando se enferman. El responsable se llama Juan Manuel Moreno Bonilla. La situación es injusta, peligrosa y deja a las familias completamente desamparadas.
Ser padre o madre en nuestra comunidad se ha convertido en una carrera de obstáculos. Cada vez hay más centros sin pediatra. Cada vez hay más kilómetros que recorrer. Cada vez es más difícil conseguir una cita. Las consultas infantiles desaparecen de barrios y pueblos. Y Moreno Bonilla, lejos de solucionar el problema, recorta recursos y maquilla cifras.
La realidad es brutal. De los 1.515 centros de salud que hay en Andalucía, solo 540 tienen pediatra. Dos de cada tres centros carecen de esta especialidad. Más de 480.000 menores no tienen un profesional asignado. Y en cinco provincias —Cádiz, Huelva, Granada, Jaén y Málaga— no se ha cubierto ni una sola plaza en la última oferta de empleo, según La Voz del Sur.
No faltan pediatras en España. Lo que falta son condiciones dignas para que quieran trabajar aquí. Solo se han cubierto 7 de las 187 plazas ofertadas. Un 3,7 % de cobertura. Un fracaso absoluto. Y no es nuevo. UGT lo califica como “una llamada de socorro” del sistema. Denuncia que no hay interés en retener talento joven ni ofrecer estabilidad. “No es que no haya pediatras, es que no quieren trabajar aquí”, dicen. Y tienen razón.
Frente a esta crisis, Moreno Bonilla ha presentado un “plan de reorganización”. En la práctica, esto significa cerrar consultas pediátricas en seis centros de Atención Primaria —Sevilla, Jerez y Córdoba— y trasladar pediatras a centros más grandes. Todo bajo el pretexto de “concentrar equipos” y “mejorar eficiencia”. Pero la reorganización deja barrios enteros sin atención infantil.
En Sevilla, madres y padres protestaron frente al Centro de Salud Puerta Este Dr. Pedro Vallina. Los tres pediatras fueron trasladados a otro centro a dos kilómetros de distancia. Padres, sindicatos y colectivos sanitarios salieron a la calle. Denuncian familias sin información, agendas bloqueadas y decisiones tomadas sin contar con la Asociación Andaluza de Pediatría, que rechaza los cambios.
Si en las ciudades la situación es grave, en los pueblos es crítica. La falta de pediatras en zonas rurales es una emergencia silenciosa. Hay comarcas enteras sin un solo profesional. En Cazorla, las madres están desesperadas. Sus hijos llevan meses sin pediatra. No pueden recorrer cada día 20, 30 o 40 kilómetros. Y cuando lo hacen, esperan horas en centros colapsados. ¿A esto llama Moreno Bonilla “mejorar la calidad asistencial”?
El caso de Jerez de la Frontera es sangrante. En el barrio de La Serrana, con más de 2.000 menores de 14 años, el centro de Atención Primaria ha perdido a sus tres pediatras tras más de 25 años de servicio. El Sindicato Médico de Cádiz recuerda que esta zona está catalogada como Necesitada de Transformación Social. Muchas familias ni siquiera tienen medios para desplazarse. ¿Cómo justificar que deban recorrer 4 kilómetros con un bebé en brazos y en plena ola de calor?
Las consecuencias son claras. Se rompen lazos entre familias y profesionales. Se dificulta la prevención y el seguimiento de enfermedades. Se agrava la desigualdad. No todos pueden pagar un taxi o faltar al trabajo para una consulta. La conciliación familiar se resiente. Y, sobre todo, la salud infantil está en riesgo.
Todo está en contra. Los pediatras no están de acuerdo. Las familias no están tranquilas. Los resultados no mejoran. Lo único que aumenta es la clientela de la sanidad privada, que gana pacientes donde la pública recorta.
Mientras tanto, Moreno Bonilla presume de que Andalucía tiene “más presupuesto que nunca” en sanidad. Probablemente se refiere a la sanidad privada, porque el dinero no llega donde más se necesita: no se cubren vacantes, no se ofrecen contratos estables ni se refuerzan plantillas en verano. Este año se han hecho menos contratos que en 2024, y el 75 % de los centros de salud cierran por las tardes durante julio y agosto.
Desde un punto de vista político, la situación es alarmante. Moreno Bonilla y el PP presumen de gestión, pero la realidad demuestra una política de abandono de los servicios públicos esenciales. La sanidad se utiliza como argumento electoral, mientras los recursos se concentran en grandes hospitales urbanos. La Atención Primaria queda descuidada. Este desprecio por lo básico afecta especialmente a la infancia, a los barrios periféricos y a las zonas rurales. Ningún titular puede ocultar estas desigualdades.
¿Hasta cuándo vamos a permitir que se juegue con la salud de los niños andaluces? ¿Hasta cuándo toleraremos cierres de consultas bajo la excusa de reorganización, cuando en realidad se recorta? Andalucía no merece este abandono. Y la infancia andaluza, mucho menos.
Es urgente un cambio de rumbo. Necesitamos un plan de choque, no para reorganizar, sino para reconstruir. Recuperar el servicio de pediatría en todos los centros posibles. Incentivar a los profesionales que se quedan. Proteger de verdad a las familias que más lo necesitan. La infancia no puede esperar.
Moreno Bonilla está fallando estrepitosamente en algo tan básico como garantizar que un niño tenga pediatra. Esa irresponsabilidad no puede taparse con discursos vacíos ni propaganda institucional. La sanidad pública se defiende con hechos, no con excusas. La ciudadanía andaluza no puede quedarse callada. Un gobierno que abandona a sus menores ha perdido toda legitimidad.
La política sanitaria no es un juego de números ni un titular de prensa. Cada plaza sin cubrir, cada consulta cerrada, cada viaje extra que una familia debe hacer, es un fracaso político y moral. El PP de Moreno Bonilla insiste en políticas de ahorro a costa de la salud infantil, ignorando informes, denuncias sindicales y el clamor de la sociedad civil. Mientras se habla de eficiencia, se destruye confianza, se desmantela la Atención Primaria y se condena a miles de niños a esperar y a enfermar sin seguimiento.
Andalucía necesita un gobierno que priorice a las personas. Que recupere la Atención Primaria, fortalezca la pediatría y garantice que cada niño, en la ciudad o en el pueblo, tenga un profesional que cuide de su salud. La responsabilidad es clara: Moreno Bonilla y su equipo han fallado.
Hasta que Moreno Bonilla entienda que la salud de los niños andaluces no es negociable, seguiremos exigiendo soluciones reales: contratos dignos, plantillas completas y centros abiertos. La política sanitaria se mide en vidas y bienestar, no en discursos vacíos. Andalucía merece un gobierno que actúe con responsabilidad y valentía. La infancia andaluza no puede esperar ni un día más.