En la sesión de ayer de control al Gobierno el presidente Pedro Sánchez tuvo que preguntarle al líder de la oposición de qué lado estaba, del de España o del de Marruecos. Formalmente, Pablo Casado decía estar del lado de España, pero fueron tantos y tan desproporcionados sus reproches y descalificaciones al Gobierno de España que materialmente el líder del PP se estaba alineando con Marruecos.
“Usted es desleal no con el Gobierno, es desleal con el Estado”, le dijo Sánchez, quien el día anterior antes había hablado por teléfono con Casado y ambos habían acordado las líneas básicas de la respuesta española al desafío de Rabat.
El líder del PP quebró ese consenso previo no se sabe muy bien por qué. La explicación más verosímil es que fuera sin querer: que él mismo creyera haber hecho un discurso de Estado y de alineamiento inequívoco con el Gobierno y que se enterara de que no había sido así cuando su gente y los periodistas que cubrían la sesión se lo hicieron saber: Quo vadis, Pablo?
El patinazo de Casado fue tan sonrojante incluso para los suyos que los 'cascos azules' de Génova tuvieron que acudir en su auxilio explicando posteriormente a los cronistas parlamentarios que tal vez su jefe se había explicado mal, pero que no les cupiera ninguna duda ¿vale? de que el PP estaba con España.
El fuego amigo de Casado contra Sánchez coincidía, además, con el posicionamiento favorable al Gobierno de los dos comunicadores radiofónicos de referencia en la derecha y la ultraderecha: Carlos Herrera y Federico Jiménez Losantos.
El dolorosamente legendario ‘antes rota que roja’ de José Calvo Sotelo en los años treinta sigue resonando de algún modo en sus herederos noventa años después. Antes mora que roja: antes mostrarse indulgentes con el Marruecos moro de Mohamed VI que con la España roja de Pedro Sánchez.
Es proverbial la falta de deportividad de la derecha española cuando pierde el poder. Como el alacrán del cuento, se diría que no puede evitarlo, que es su carácter.
En teoría, la inconsistencia política de Casado debería alarmar en el cuartel general de Génova, pero la reciente victoria en Madrid de alguien todavía más inconsistente que él, como Isabel Díaz Ayuso, puede que dé esperanzas al PP. Si alguien como ella ganó en Madrid, ¿por qué no habría de ganar alguien como él en España?