En pocos días veremos en el Congreso de los Diputados cómo se sustancia una moción de censura presentada por el Grupo Parlamentario Vox. La segunda en esta legislatura presentada por la ultraderecha. En nuestro país se han presentado seis mociones de censura en toda la democracia. Dos en los últimos tres años por los de Abascal, sabiendo además de antemano que no va a salir adelante. Dos veces en tres años. “En esta vida se puede ser de todo menos pesao”, decía con humor Joaquín Reyes en Muchachada Nui. Pero hay algo peor, ser de extrema derecha y pesao. Menuda cruz para todos los demás.

Una moción de censura es un mecanismo constitucional para que el Congreso de los Diputados pueda elegir a un presidente del Gobierno en el transcurrir de una legislatura sin necesidad de esperar a las siguientes elecciones. Recordemos que nuestra democracia es una democracia parlamentaria por lo que los ciudadanos eligen a sus representantes una vez cada cuatro años y éstos a su vez eligen a un presidente. Una vez elegido en lo que llamamos sesión de investidura, el presidente elegido permanece en el cargo durante cuatro años salvo que él o ella disuelva anticipadamente las Cortes Generales y convoque elecciones. La moción de censura, insisto en la idea, es una fórmula para que una mayoría de representantes del pueblo español puedan elegir un nuevo Gobierno en el período que va entre unas elecciones generales y otras. Es decir, es lo que se denomina moción de censura constructiva, pues el objeto no es mostrar un desacuerdo o desconfianza con el Gobierno, sino elegir otro. Esto que explico en estas líneas lo saben perfectamente en Vox, pero la ultraderecha no ha venido a construir sino a socavar los pilares de la democracia y las instituciones.

El Partido Popular ya ha anunciado que se abstendrán en esta pantomima. Se abstienen. No toman posición. No se posicionan sobre un Gobierno de ultraderecha en nuestro país. Un Gobierno que presidiría un señor de noventa años cuya forma de pensar ha ido tan allá que el Ramón Tamames de 2023 metería en la cárcel al Ramón Tamames de 1976. O que llamaría a Cataluña nación en la Constitución española mientras se apoya en un partido que suprimiría a Cataluña si quiera como comunidad autónoma. Todo un esperpento. Locos por llegar al poder. Cualquier cosa con tal de armar ruido. Llevamos años soportando a una derecha que acusa a los socialistas de querer el poder a cualquier precio y vemos con asombro cómo la derecha es capaz de todo. De todo.

Que no nos extrañe, es la misma derecha que montó una policía política que llevará a la cárcel muchos años al ministro del Interior de Rajoy, la misma derecha que llevó a la cárcel al ministro de Economía de Aznar, la misma derecha que destroza pruebas a martillazos, la misma derecha que regala miles de millones de euros para salvar a la banca pero que se niega a apoyar la subida de las pensiones y del salario mínimo interprofesional. La misma derecha que un tribunal denominó organización criminal. La misma derecha que es capaz de ir a Bruselas a que no nos den fondos europeos porque esos fondos les rompen su discurso del desastre español, la misma derecha que niega el derecho al aborto, a la eutanasia, al matrimonio homosexual, la derecha que defiende a las personas de bien que pueden pagarse sanidad y educación privada pero que gritaba “que se jodan” a quienes perdían su empleo por su reforma laboral. Esa derecha que nunca ha llevado a nuestro país a ningún buen puerto pero que es especialista en agitar las aguas para que ningún barco que no sea el suyo pueda navegar.

Ignacio López Cano

Diputado del PSOE por Málaga