Mintieron hasta la saciedad los tres periodistas que leyeron en la Plaza Colon un texto redactado para justificar la concentración y adjudicar al presidente del Gobierno tantas trapisondas que le obligarían a convocar elecciones sin más demora.

Exigieron la unidad de España, como si solo ellos fueran los depositarios de un Estado que es de todos. Mintieron al decir que el Gobierno había aceptado las pretensiones de los soberanistas. Volvieron a mentir al sugerir privilegios a los políticos presos por su traslado a cárceles catalanas, cuando también han estado y están en prisiones de Madrid, mientras ignoraban que es práctica habitual trasladar a los preventivos, cerca de sus familias.

Y por supuesto, jamás Pedro Sánchez admitió los 21 puntos de la propuesta que le entregó el presidente de la Generalitat, Quim Torra, en Barcelona, como aseguraron con total desparpajo. Falsedad sobre falsedad.

Entre las barbaridades que se dijeron, me quedo con la frase de Pablo Casado, “hoy empieza la Reconquista”; con la imagen de Albert Rivera en el estrado no lejos de la derecha más cerril; con la figura inquietante de Santiago Abascal a quien empujaba, discreta pero tajantemente, un edecán del PP, ayudado por el forzudo vicesecretario de organización de los populares, Javier Maroto. Había que evitar a toda costa que el líder de Vox se colocara hombro con hombro con el presidente del PP.

 Lo de la plaza Colón fue una respuesta a la pérdida del poder e influencia de la derecha.

Como contrapunto, la misma mañana del domingo el  presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llamó desde Santander a la España del sentido común frente a la crispación, a la lealtad institucional frente a una interpelación interesada de unos partidos que quieren subvertir el juego de la democracia representativa, por la que tanto abogan y a la que ponen tantas trampas.

Como el engaño de convocar a sus electores y partidarios a una prueba de fuerza, haciéndoles pasar por sociedad civil, que es otra cosa. La cantidad de los correligionarios se mide en las urnas, cuando haya elecciones. Lo del domingo en la plaza Colón de Madrid fue una respuesta a la pérdida del poder e influencia de la derecha, tras la moción de censura contra Mariano Rajoy Brey.Todo un desprecio al juego democrático.

No, señores líderes de la derecha y la ultraderecha: no se debe utilizar el nombre de la sociedad civil en vano.