Quienes me conocen saben que, en la medida de lo posible, trato siempre de ayudar a todo el mundo, no he sido jamás sectario, y recibo a todo el que se acerca con respeto y atención, hay gente muy joven que acude a mí para que le eche una mano, y lo hago de mil amores, y amigos escritores, que tienen a bien contar con mi opinión, como yo con la de ellos. No es un mérito ni una virtud, ni siquiera una ostentación Kármica, sino una forma de ser. Ya dijo Aristóteles que “el carácter es el destino” y este es el mío.

Es también, aparte del natural, lo que aprendí de mis mayores, y he tenido la suerte de conocer a gente muy grande desde casi adolescente. Maestros como Rafael Alberti, Carlos Edmundo de Ory, Claudio Rodríguez, Pepe Hierro, Félix Grande o Fernando Quiñones, entre los desaparecidos, y Pilar Paz Pasamar, o Antonio Hernández, Francisca Aguirre, entre los que aún disfruto y de los que aprendo cada día. La vida, sin embargo, nos sigue dando lecciones y avisos, y con las nuevas tecnologías estamos en territorio comanche donde lo menos que nos puede pasar es que traten de arrancarnos la cabellera.  

Cada uno tiene sus neuras, yo el primero, y, a algunos, como a Rimbaud o Vincent Van Gogh, les sirvió para espolear su enorme talento y entregarnos joyas artísticas magistrales. Entre pintar los Girasoles, aunque se corte una oreja y cortarle la cabeza al primero que pase, hay abismos. En otros casos, sin embargo, lo único que hace es convertirnos a los descuidados en objetivo del disparadero de las carencias emocionales de cada uno. Insisto. En todo esto las redes sociales juegan un papel fundamental. En esto de las redes sociales hay mucho embozado, mucho maestro liendres, y mucho francotirador. El problema es que las leyes son demasiado laxas, todavía, lentas en general, y con pocos medios para controlar esta vida virtual.

“El mundo tiene límites, la estupidez humana ninguno”

La última víctima ha sido la presidenta del grupo parlamentario Citadans, Inés Arrimadas.  Una usuaria de Facebook, con el presunto nombre de Rosa María Miras, le dedicaba unas palabras que, además de constituir una apología de la violencia, dejaban a todos sobrecogidos por venir también de una mujer: “Sólo puedo desearle que cuando salga esta noche la violen en grupo". La diputada de Ciudadanos ha asegurado desde su cuenta de Twitter que pretende denunciar esta “muestra clara de odio”.

Rosa María Miras podría enfrentarse a un juicio por un delito de injurias graves, que conllevaría una multa a determinar por el juez y a pagar durante un periodo de entre 6 y 14 meses. Así lo asegura Pedro González, abogado penalista del bufete Garrigues, quien advierte que sólo en 2016, la Fiscalía realizó un seguimiento sobre 415 procedimientos judiciales sobre delitos de odio cometidos a través de canales físicos u “online·, siendo 37 por provocación al odio, la violencia o la discriminación.

Además de haber perdido su trabajo que había conseguido a través de una Empresa de Trabajo Temporal (ETT) en Tinsa y en la que llevaba apenas un mes en el departamento de Atención al Cliente. Desde Tinsa reconocen que el tema es “delicado” y que no quieren añadir nada más al comunicado emitido. En él expresan su “total repulsa a los inaceptables comentarios manifestados contra la señora Arrimadas por esta persona, que ya ha dejado de trabajar para la compañía”.

Ya hay quien, desde argumentos pseudojurídicos pretenden tachar de “Improcedente” ese despido; sin embargo, creo que, los códigos éticos, las manifestaciones públicas en las redes sociales, deben ser tenidos en cuentas si son constitutivos de delito. Un aluvión de manifestaciones en apoyo de Arrimadas se han sucedido, de todos los ámbitos y espectros ideológicos, entre ellos la diputada de la CUP Anna Gabriel, la vicepresidenta de la Comunidad Valenciana, Mònica Oltra, Pablo Iglesias o la portavoz del PSC en el Parlament, Eva Granados, así como la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que también se ha solidarizado con la líder de Ciudadanos en Cataluña, y ha tildado de “espanto” que una internauta le haya deseado que “la violen en grupo”, lo que ha considerado que es “una vil ofensa a millones de mujeres que sufren la violencia”.

Desafortunadamente, tampoco es algo extraño, aunque la relevancia mediática de Arrimadas lo ha hecho más presente. Todos los que estamos en lo público, en la cultura como en mi caso, hemos sufrido algún feo caso.  En mi caso, por ejemplo, cuando publiqué mi libro sobre García Lorca y Ramírez de Lucas, mis páginas tanto personales como de autor de Facebook, se vieron invadidas por toda clase de comentarios, la mayoría de desconocidos de todo tipo e, incluso, en una entrevista de un periódico, tuve que ver cómo en los comentarios de los supuestos lectores, uno de ellos decía que “Lorca estaba bien muerto por Rojo y Maricón”-curioso argumento cuando fue el mismo que usaron cuando le dieron el tiro de gracia- y que “ya de camino, podrían hacerlo conmigo por lo mismo” . De los peligros de internet no voy a sorprenderme ahora. Ya cuando coordiné el libro de La Paz y la Palabra, contra la Guerra de Irak, recibí, además de los textos maravillosos y desinteresados de José Saramago o Dulce Chacón, amenazas de muerte, y tuve que cambiar de ordenador porque me lo fundieron, literalmente, con virus y troyanos varios. Por cierto, que mi contacto con la Policía y el área de delitos informáticos no obtuvo ninguna respuesta.

El problema es que las leyes son demasiado laxas, todavía, lentas en general, y con pocos medios para controlar esta vida virtual

Una cosita más, tengan cuidado con los amigos/as que aceptan en sus redes sociales vía conocidos. En algunos casos, pueden colarnos a la mismísima versión cañí o geriátrica de Pandora, de Caín, o de Jack el destripador. Ese tipo de desocupado/a, ya lo dijo Catulo, “el aburrimiento te es pernicioso”, que puede pasar sin solución de continuidad del amor o la presunta admiración, al odio y el insulto. Para esos, lo mejor son las herramientas de denuncia y prohibición para escribir en tus páginas y, en caso de persistencia, como yo estoy barajando, la denuncia por injurias y calumnias, o amenazas.

El problema es que no hay economía, cuerpo ni paciencia que aguante tanto pleito. De todas formas, y parafraseando la famosa película, no ponga, pobre de usted, una loc@ en su Facebook. Ganará en salud mental y abogados. No tienen nada que ver con la maravillosa Santa Teresa, la “loca de la casa”, sino con locas peligrosas y bastante incómodas por su diacronía con la realidad. Aquellos/as que confunden lo que quisieran ser con lo que en realidad son, y convierten a los demás, por ese arcano de la tristeza del bien ajeno que definió Ripalda -ya lo he apuntado más de una vez- como envidia. También lo dejó por escrito Anatole France: “el mundo tiene límites, la estupidez humana ninguno”. Mucho más ahora con la universalización de internet.

Esperemos que como a este paso nos jubilaremos más tarde, las próximas generaciones de demenciados/as, tendrán menos tiempo libre para urdir conspiraciones y focalizar contra el que se mueva. Entre tanto, tengan cuidado, están ahí, aunque no los vean, como las bacterias y demás patógenos y pueden amargarle un poco la existencia.