A la vista de los resultados del último barómetro realizado en Andalucía por el IESA, los diferentes partidos políticos han resaltado en especial lo referente a las expectativas de voto de cada uno de ellos, y muy en particular socialistas y populares. Unos se han ocupado de destacar su mantenimiento como primera fuerza política en Andalucía a la par que el PP bajaba en relación con las últimas elecciones; los otros han querido quitarle valor a la consulta y han llegado al extremo de utilizar algunas descalificaciones que deberían ser intolerables en un sistema democrática, pero a las que ya estamos acostumbrados cuando vienen de la derecha.


No obstante, estimo que el valor de la citada encuesta reside por una parte en su continuidad y en la posibilidad de analizar la evolución de la opinión de los andaluces con respecto a diversos temas, y por otra parte en que debería ser un instrumento de análisis para los propios partidos políticos. Y en este sentido, estimo que estos deberían mirar con detenimiento algunas cuestiones que les afectan de manera muy directa. Por ejemplo, que el menor grado de confianza de los ciudadanos, entre un conjunto de instituciones, está en los partidos políticos, que el 92,7% opina que se preocupan más de sus intereses particulares que de los generales, y que el 81,5% estima necesarias las listas abiertas. Sin duda esto último es mucho más complejo que una mera opinión, pero parece evidente la necesidad de una reforma de la ley electoral, y para ello hace falta el acuerdo de los dos grandes partidos.


Los socialistas podrían estar contentos de la parte de la encuesta en la que aparecen situados en primer lugar en cuanto a que son quienes mejor defienden los intereses de Andalucía, los que mejor representan las ideas de los ciudadanos andaluces, tienen los mejores líderes, son la fuerza más unida, quienes están más capacitados para gobernar, son los más honestos y quienes más se preocupan por los problemas de los ciudadanos. Y he utilizado el condicional, podrían, porque una lectura atenta de los datos nos ofrece la realidad de que en cada uno de esos apartados, a la hora de elegir fuerza política, el mayor porcentaje está en el apartado de “Ninguna”. Esto es lo más grave, porque indica el grado de desafección hacia la política, algo que resultará muy difícil de recuperar si los partidos se mantienen en la línea de hablar de ellos mismos, de sus resultados, de lo que unos ganan y de lo que otros pierden.


Convendría que se sentaran juntos a estudiar los datos, que se dieran cuenta de que en determinados apartados no gana ninguno de ellos, y si eso es así, para quienes defendemos la validez y la importancia de la democracia, estamos ante un problema que debe comenzar a ser resuelto por los partidos, y detrás iremos los ciudadanos, pero son ellos quienes han de dar el primer paso, que podría ser el de leer las encuestas desde la perspectiva de los ciudadanos para dar respuesta a esa falta de confianza que generan, y cuando hablan en las ruedas de prensa, está bien que hablen de ellos mismos, pero que no olviden lo que los ciudadanos opinan de ellos, a veces sin fundamento, pero otras muchas con razón.


Hay otros datos que hablan por sí mismos, como que el 70,7% desaprueba a Mariano Rajoy, o el hecho de que la política más valorada sea Rosa Díez, lo cual indica que se cumple el principio de que el distanciamiento con respecto a la política favorece el ascenso de las opciones demagógicas. Y por último, es sorprendente que el 35,6% opine que el PP en el gobierno andaluz lo haría peor que el actual, y sin embargo un 60,6% piensa que sería deseable un cambio de gobierno. Son algunas incógnitas para las cuales no tenemos una fórmula que nos dé el resultado, que en todo caso solo puede venir de la práctica de la democracia, de la defensa de la verdadera política y del valor de la expresión de la voluntad general en las urnas.


 


* José Luis Casas Sánchez es investigador, autor de varios libros de carácter histórico y Catedrático de Historia