Cuando se gobierna las Ejecutivas llevan la barca de la organización, del partido, mar abierto, navegando y señalando el rumbo de la flota, alegría para aquellos que desean cambiar las cosas, tratando de llegar a buen puerto.

Los gobiernos hacen fáciles la navegación. El partido es controlado con cierta facilidad y, éste, juega un papel secundario ante el trabajo de una administración que se llena de firmes seguidores de la orientación política marcada y del Presupuesto General del Estado.

Cuando se pierden las elecciones, posiblemente por haber equivocado el rumbo de la barca, ésta encalla en la arena. Los dirigentes, los cuadros orgánicos, los miembros de las Ejecutivas, tienen dos opciones: por un lado salir de la nave e intentar devolverla al mar, tratar de ganar las elecciones, empujar la chalana con esfuerzo arrastrándola sobre la resistencia que ejerce la arena, hasta lograr el triunfo de llevarla de nuevo mar adentro.

La otra decisión que pueden tomar los habitantes de la barca, los dirigentes, es mantenerse en sus puestos esperando que suba la marea, que cambie el ciclo y volvamos a gobernar, en definitiva, que sea luna quien recupere la nao para la navegación mar adentro.

La endogamia en los partidos políticos, la selección adversa, hace que sus dirigentes tengan una tendencia natural a mantenerse en sus puestos. Sucede en cualquier organización, consejos de administración, asociaciones, fundaciones, gobiernos o partidos, universidades o empresas. Convencidos de ser imprescindibles, encargados de explicar que no han sido ellos los responsables, se sienten fuertes cuando los administrados, en este caso los militantes, se mantienen ajenos a la elección de los timoneles.

Es por ello por lo que la decisión más común en los dirigentes suele ser la de mantenerse dentro de la barca, encallada en la arena, esperando que cambie el ciclo, que suba la marea y nos devuelva a la mar, sin hacer esfuerzos que les hagan tener que salir del esquife.

Pero la decisión comporta que los dirigentes que debieran de ser salientes, se mantienen dentro de la barca, eso sí, con los remos bien asidos, los puños apretados en el brazo de madera, amenazantes, dispuestos a dar con él en la cabeza a todo militante que ose querer entrar en la barca y desplazarle del cómodo asiento.

Antonio Miguel Carmona es Secretario de Economía del PSM-PSOE
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