Prohibir la prostitución que se ejerce en la calle es cargar injustamente contra el eslabón más débil de la cadena y favorecer a los empresarios y dueños de los prostíbulos que estarán en este momento frotándose las manos. Persiguiendo, dificultando la prostitución en la calle sin ofrecer una estrategia integral de apoyo a las mujeres que quieran abandonar la actividad, así como una estrategia, también integral de lucha social y política contra esta práctica supone, simplemente, dejar a los empresarios el campo libre para que se hagan no sólo con el negocio, sino también para que sean más libres para explotar a las mujeres que, expulsadas de la calle, no tendrán más remedio que someterse a dicha explotación.
A las mujeres que ejercen la prostitución en la calle se las coloca en condiciones de ilegalidad, lo que les obliga a estar atentas no sólo a los potenciales peligros que pueden venir por parte de los clientes, sino además a los que pueden venir por parte de la policía que, en realidad, debería protegerlas y no acosarlas. La expulsión de la calle –pero no de los negocios privados- supone para estas mujeres mucha mayor vulnerabilidad y no sólo por ver ahora un peligro en la policía, sino porque les dificulta también el acceso a los servicios públicos y a los programas de apoyo que puedan existir. Las precariza, vulnerabiliza, invisibiliza y las deja en una situación de mucha mayor indefensión sin que nadie parezca preocuparse o solidarizarse con ellas.
Lo que se pretende, no nos engañemos es esconderlas y también, a mí no me cabe ninguna duda, favorecer el negocio en manos de los empresarios. Porque si se las esconde no las vemos, y si no las vemos, si no son visibles ni siquiera para quienes tratan de apoyarlas con alternativas o para quienes trabajan con ellas, entonces no es posible saber en qué estado se encuentran o ayudarlas si necesitan o piden ayuda, y apoyarlas si necesitan apoyo. Se las deja, simplemente, en manos de los empresarios y las mafias. Y esto ante la indiferencia de casi todo el mundo. Dado lo enormemente complejo del problema, la primera y más urgente actuación, desde mi punto de vista, es la solidaridad activa con ellas, solidaridad con ellas y no sobre ellas.
Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
http://beatrizgimeno.es