Un primer manifiesto y todo tipo de reacciones a falta de que llegue el segundo paso: la participación de los militantes y los ciudadanos en la elaboración de un nuevo proyecto, una estructura renovada y el mejor equipo posible.

Puse de relieve en este periódico en un artículo anterior la teoría de la barca. Una especie de alegoría en la que los miembros de una ejecutiva, mientras gobiernan, navegan confiados. Cuando la chalana encalla en la playa de la derrota, en vez de salirse de la nao para devolverla al mar, confían que cambie el ciclo y suba la marea. A la espera, mientras, algunos dirigentes agarran con fuerza los remos para que si alguien osa tratar de entrar en la lancha, quitarle el puesto, darle con todas sus fuerzas con el madero en la cabeza.

La reacción del primer manifiesto ha sido otro manifiesto, de ningún modo incompatible, así como algunas descalificaciones excéntricas que han pasado al estercolero de los que no han entendido todavía nada.

Entretanto los militantes en la playa. Afiliados a los que se les grita para que vuelvan a empujar la jábega, ciudadanos a los que se les promete un giro sobre nosotros mismos para volver a bogar, a ganar las elecciones, a gobernar. No han entendido nada.

Los militantes, los afiliados y los ciudadanos pueden acabar viendo cómo los remeros se acaban entre ellos atizando con el madero, una suerte parecida, en forma náutica, a aquel cuadro de Goya.

Al menos los suscriptores de "Mucho PSOE por hacer" se han salido de la gabarra para empujarla y han presentado un documento para su debate. Tendrán que ser los militantes, esos que miran desde el paseo marítimo, los que se acerquen al esquife, lo reconstruyan, decidan quiénes han de ser los remeros y voten hacia qué puerto se ha de navegar.

Deberán, digo, ser los militantes y afiliados quienes decidan de forma muy participativa la nueva estructura orgánica de nuestra organización. Militantes muchos de ellos con bastante más formación y buen juicio que muchos que ahora descalifican. Afiliados que no están para pegar carteles sino para formar parte de una organización de clase.

Bases que han de construir, como digo, una estructura orgánica más participativa, unos estatutos (aún) más democráticos en los que los ciudadanos puedan elegir en primarias a los cabezas de lista que el partido presente.

Devolver el partido a quien le pertenece, a la clase trabajadora, exige salirse de la barca. Y empujar hasta mojarse bien los pies.

Antonio Miguel Carmona es diputado regional de Madrid y Secretario de Economía del PSM-PSOE
www.antoniomiguelcarmona.wordpress.com